La armadura del caballero.

35 7 10
                                    

Haruka corrió tan rápido que para Seiya fue imposible alcanzarlo. Tenoh estaba muy molesto, se maldecía por ser tan estúpido, tan tonto. Corrió hasta llegar a su casa y en ningún momento se detuvo. Cuando llegó al departamento, vió a un hombre desconocido dejando un sobre nuevo. El joven aún en su ira le gritó al intruso responsable de las cartas.

- ¡Oye!.- Gritó furioso. Corrió para alcanzarlo lo cual fue difícil porque aquel hombre misterioso le llevaba una gran distancia.

El hombre corrió hacia la azotea del edificio, Haruka estaba decidido a atrapar a ese imbécil.

- ¡No huyas maldito cobarde!.- Tenoh se empezaba a sentir cansado, su vista se volvió borrosa y lo único que pudo hacer fue detenerse al pie de las escaleras. Se desplomó ante los peldaños con la respiración entre cortada. ¿Quién rayos era ese imbecil?. La próxima vez lo atraparía.

Por otro lado, en la mansión de los Chiba. Mamoru estaba en su habitación leyendo un libro mientras oía el reciente álbum de música que Michiru grabó apenas unos meses. Su plan marchaba a la perfección, logró su objetivo al tener a Michiru dentro de su auto.

- Sólo es cuestión de tiempo...- Murmuró el pelinegro a la vez que subía el volumen de su estéreo reproduciendo música.

Haruka estaba en la azotea del edificio buscando aún rastro del hombre que le dejó la carta. El sol pronto se metería, miró por la malla del lugar y concluyó que el tipo debió haber saltado al siguiente edificio. Quizá fue un experto en parkour.
Regresó a su departamento dispuesto a descansar, mañana sería otro día.

Viernes por la tarde, Setsuna se preparaba para otra consulta en la clínica. Su actual paciente estaba decayendo, a lo mejor Michiru no estaba lista o no era lo suficientemente madura para afrontar sus problemas por si sola.

Más tarde la joven Kaioh hablaba de su día y el como cada vez se sentía más sola y hasta cierto punto notaba el rechazo de sus padres.

- Tienes que poner de tu parte para sanar esas heridas, todo lleva un proceso.- Le comentó Meioh.

- ¿Crees que le importe si me lesiono o algo por el estilo?.- Preguntó Michiru jugando con un mechón de cabello.

- A tus padres les importaría. Más que a cualquier cosa. Nada de lo que hagas o dejes de hacer, a esa persona no le importará. Si crees que eso va solucionar algo entre esa persona y tú, estás en un error.-

- Mi vida ya es un error.- Diciendo eso la joven abrazó sus piernas ocultando el rostro en ellas.

- Te equivocas, eres una violinista con mucho talento y un futuro prometedor, si fueses mi hija, estaria orgullosa de ti. ¿Ya olvidaste lo que dijo Nietzche?, La vida sin música sería un error.- Animó Setsuna, más allá de ver a Michiru como su paciente, la miraba como su amiga, su mejor amiga de toda una vida.

- Entonces...saldré de esto, eso espero.- Dijo Michiru.

- Lo harás, regula tus emociones, si no lo haces te afectará físicamente, los síntomas podrían ser vómitos o dolores de cabeza e incluso el sangrado de las fosas nasales.- Concluyó Setsuna anotando todo lo que escuchó por parte de Kaioh.

De igual forma, Michiru no entendía el porqué se aferraba tanto a Mamoru si este le hizo daño con sus "idas y venidas".
El joven Chiba nunca estuvo seguro de sus sentimientos, siempre había un "pero" en cada discusión o enfrentamiento. Para empezar, ¿Por qué aferrarse?, solo eran adolescentes jugando a estar enamorados. O sólo era ella jugando.  En conclusión, "Hay muchos chicos"; Dijo Setsuna una vez.

Términó la sesión, la aguamarina se fue en compañía de François, el chófer y mayordomo. En la mansión Kaioh, todo parecía tranquilo, Akari estaba en el estudio escribiendo un libro y Koichi en su despacho fumando un cigarrillo mirando a la nada.

Para soñar. Sin espacio, sin tiempo.Where stories live. Discover now