El castillo de la princesa

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Seiya volteó a mirar a su madre como queriendo buscar consuelo. Quería salir corriendo, estaba tan aterrado.  Volteó de nuevo pero está vez buscando a la chica que ahora en adelante es su prometida. La encontró, estaba de la misma forma que él, solo que ella estaba cabizbaja con los mechones aguamarinos cubriendole la mirada.

Miró a Mamoru y este se le notaba serio después vió a Usagi y está se le veía feliz y con eso fue suficiente para saber que aquella niña nunca lo miraría en la forma que mira a Chiba. Se frotó las manos en su pantalón debajo de la mesa para limpiar el sudor de estas.

— Bien, que comience la celebración.– Dijo el señor Kaioh, ahora futuro suegro de Seiya. Dicho eso, entraron al gran comedor los músicos con violines y chellos para comenzar a tocar. Algunos mayordomos se encargaron de recoger los platos de los invitados y desalojaron la mesa para dar paso a una pista de baile. A cambio dejaron un par de mesas pequeñas para cada familia.

Seiya se levantó de su asiento, presuroso salió del lugar para sacar su teléfono y enviarle un mensaje a Taiki pidiéndole que vaya a su casa y busque una libreta con pasta amarilla. Una vez que la tenga, la guarde muy bien y no la lea, es mejor que se la entregue a Haruka en el momento adecuado, él ya sabría cuando. Recibió aprobación por parte de éste. El pelinegro gurado su celular se perdió mirando el hermoso jardín de rosas que los Kaioh tenían en la mansión.

Frente a la entrada de la mansión había una fuente de agua que brillaba gracias a la luz de la luna. Parecía plata en estado líquido. Observó a la luna de nuevo. ¿Cómo decirle a Usagi que la amaba?, porque hasta el satélite natural de la tierra le recordaba a ella. Dios mío, ¿Por qué?, Se preguntaba el joven pelinegro.

— Buenas noches...– Una voz femenina se oyó a sus espaldas, se oía triste, apagada. Seiya volteó encontrándose con Michiru, su ahora prometida.

— Hola...– El joven siguió admirando el jardín y la fuente, ojalá pudiera pedir un deseo.
Michiru iba a hablar pero antes de que pudiera hacerlo se adelantó Seiya.— No quiero formar nada contigo, yo no soy el candidato perfecto como lo cree tu padre. No sé porque mi madre aceptó la propuesta de tu padre, estoy ahora mismo muy enfadado con ella, con todos.– El pelinegro no miró ni un momento a la joven Kaioh.

— Créeme, yo tampoco. El hecho de que estés molesto, dime, ¿Eso me incluye a mi?.– La voz de la violinista se oyó un tanto molesta.

— Por permitir que tu padre tome el control de tu vida...más bien ambos estamos molestos porque nuestros padres tomaron el rumbo de nuestras vidas.– Seiya comenzó a caminar por el jardín seguido de Michiru.

— Tienes razón...yo quiero a otra persona pero ahora mismo está muy enojado conmigo.– Dijo la joven caminando al lado de Seiya.

— Hablas de Tenoh, ¿No es así?.– Michiru asintió.— Bueno, él supongo que ya no te quiere ver, luego de lo que pasó contigo...y de lo que le pasó a él. Creo que estarías mejor con Chiba.– Argumentó pasando sus brazos tras su nuca. Michiru lo Observó incrédula.

— No quiero nada que tenga que ver con el idiota de Mamoru, ¿Qué le pasó a Haruka?.– Cuestionó deteniéndose.

— Ah...no lo sabes, pensé que lo sabias Michiru, se supone que eres su interés amoroso...–

— ¡Seiya habla de una vez.!– La joven se estaba impacientando.

— Bueno...tú no sabes lo que Haruka ha sufrido por ti. Fue golpeado por cuatro tipos de los cuales son de tu perro. Ya sabrás quien... eres una mala influencia para Haruka, solo le haz traido problemas desde que apareciste.– El pelinegro se alejó a pasó veloz hacia el interior de la mansión Kaioh. Michiru se quedó enmedio del frondoso jardín lleno de rosas amarillas y rojas. Seiya tenía razón, ella estaba siendo una molestia para Haruka con el simple hecho de existir, ahora que está comprometida con Kou, ya no sabía que hacer, no iba a llorar porque eso no arreglaría nada.

Adentro de la mansión, todos reían y platicaban amenamente. Michiru seguía sin poder creer lo que había pasado con Haruka. Nunca hubo alguna señal por parte del rubio y ella por cobarde no se atrevió a buscarlo. Ojalá pudiera detener el tiempo o ir al pasado y así nada de esto hubiera tenido que suceder pero el hubiera no existe.

Al día siguiente, Haruka estaba llegando a la escuela acompañado de su patrocinador. Todos sus compañeros se sorprendieron al ver al famoso corredor después de un mes y medio de no verlo por la escuela.

Pronto comenzaron a murmurar. Cada uno contaba que quizás Haruka esta metido en problemas con las drogas, otros decían que trabaja con los mafiosos y otros decían que estaba involucrado en peleas callejeras. Ninguna era relevante ni cierta, pero también comenzaron a decir que Seiya Kou es el nuevo prometido de Michiru Kaioh, la violinista del colegio Mugen.

Entre tantas habladurías, Haruka siguió su camino. No lo tomaba en cuenta, al menos hasta que, Alan, un compañero de su clase se puso a charlar con Tenoh a mitad del pasillo principal.

— ¡Tenoh, que milagro!.– Exclamó el castaño.

— Hola, Alan.– Saludó por educación el rubio.

— ¿Qué te pasó? Los chicos dicen que estuviste en una pelea callejera. ¿Es verdad?.–

— Son puras gilipolleces. No.–

— Oooh...ya veo. Bueno, ¿Ya te enteraste?.–

— ¿De que?. ¿De que eres imbécil?, ya.– Continuó Haruka.

— Noo, no seas cabeza hueca. De Seiya y la violinista.– Dijo con paciencia el castaño. Haruka lo miró interesado.— Se dice que Seiya es el prometido de Michiru Kaioh. A decir verdad, la chica es linda, tiene un muy buen cuerpo y sus ojos, ¡Carajo!, ¡Seiya Kou se sacó la lotería!.– Y en un abrir y cerrar de ojos, Haruka salió corriendo en busca de Seiya dejando a Alan con la palabra en la boca.

No podía ser verdad, ¿Es verdad?, Se preguntaba el rubio mientras corría por los pasillos. ¡No, no, no.! ¿Por qué?, ¿Cómo?, ¿En que momento?. Tenia que oírlo por el propio Seiya, oir que él es el prometido de Michiru. ¡No, Seiya, su mejor amigo!, ¡No podía ser él!.

Al final, Haruka llegó hasta el salón de música. Donde claramente no había nadie más que Seiya de espaldas afinando con lentitud su guitarra eléctrica. Tenoh en su desespero empujó la puerta estrepitosamente.

— ¡Seiya!, ¿¡Es verdad!?. ¡Dímelo por favor!.– El pelinegro seguía sin voltear a ver a Haruka.— ¡Con un demonio!, ¡SEIYA!.– Gritó desesperado el rubio.

Seiya volteó lentamente, su rostro estaba pálido y en sus ojos reflejaba tristeza profunda. Dejó su guitarra a un lado y se acercó a Haruka.

— Lo siento tanto Haruka...– Murmuró con la mirada baja.

Haruka estaba atónito y le empezó a hacer falta el aire. No podía creerlo. ¿Por qué?.

— ¿Por qué?, ¿POR QUÉ?.– Gritó furioso alzando su puño dispuesto a dar el primer el golpe, sin embargo se detuvo. Después se tumbó en el piso decepcionado y apunto de llorar.

— Sólo somos unos adolescentes en busca la felicidad ordinaria...– Murmuró Seiya.— Se quien te golpeó...– Dichas esas palabras, el pelinegro se marchó corriendo dejando a Haruka con la información por procesar.








Para soñar. Sin espacio, sin tiempo.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ