Debilidad y fortaleza II

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Andrew asustado llamó a una ambulancia. Para detener el sangrado, el joven rubio rompió parte de su camisa blanca y con ella hizo presión en la herida de Haruka. Minutos después la ambulancia llegó con los paramedicos correspondientes.

En el vehículo, uno de los paramedicos informó que Haruka había perdido mucha sangre pero no lo suficiente como para que llegase a morir, el muchacho estaba de forma inconsciente por lo que necesitaba donadores de sangre. Andrew sin dudarlo se ofreció a donar, aunque se necesitaba de otra persona para completar la sangre que el paciente había perdido.

— Gracias joven, unos minutos más y ese muchacho pierde la vida desangrado.– Le dijo una paramedico al llegar al hospital. Andrew asintió sosteniendo su brazo donde hace unos minutos le extrajeron sangre.

— Lleven al paciente a una de las habitaciones. Llamaremos a Meioh-Sama.– Indicó un enfermero. Todos se movilizaron y desaparecieron por el largo pasillo del hospital.

— Acompañeme joven.– Le dijo una enfermera.

Seiya estaba durmiendo en su habitación cuando recibió una llamada por parte del hospital Ohto. Aún adormilado contestó el teléfono.

Saori, la madre de Seiya, estaba tranquila bebiendo de su taza de té en la sala cuando vió a su hijo bajar por las escaleras a toda prisa con su chaqueta en mano. Esta le preguntó el porqué su comportamiento pero no recibió respuesta por parte del joven Kou. Saori no entendía el actuar de Seiya, Últimamente el muchacho ha estado actuando demasiado raro, tal vez tiene problemas con algunos jóvenes o quizá esté metido en el mundo de las drogas. La joven madre comenzaba a preocuparse.

Seiya iba en su auto negro a toda velocidad por las calles poco transitadas. Mil cosas pasaban por su cabeza, ¿Qué estaba pasando?, ¿Qué demonios le pasó a Haruka?. Estacionó lo más rápido que pudo su auto frente al hospital y bajó de un portazo. Pasó a recepción y rápidamente fue atendido.

— Me llamaron del hospital, ¿Que pasó?.– Después de decir eso, enseguida llegó Setsuna Meioh.

— Sígueme, dime tu tipo de sangre.– Le pidió la mujer con seriedad.

— Ah...AB positivo.–

— Perfecto, vamos. No hay tiempo.– Los dos fueron por varios pasillos hasta llegar a la habitación 118. Al entrar, Seiya se quedó perplejo ante lo que veía, Haruka yacía postrado en una camilla y por si fuera poco tenía una bolsa de sangre conectado a su brazo.

— De a acuerdo a lo atestiguado, Haruka fue hallado en un terreno baldío con fracturas tanto en las costillas como en las piernas. Afortunadamente, ninguna de las costillas rotas dañó sus órganos vitales. Ahora más que nunca necesito un donador urgente y tú eres el indicado.–

Seiya accedió y se remango la camisa para hacer la trasfusión de sangre.

Por otro lado, los cuatro hombres cómplices de Mamoru, estaban en su cuartel secreto, ahí contaban el dinero que habían recibido por su trabajo.

— Buen trabajo muchachos, ahí tienen sus recompensa.– Habló el pelinegro sonriendo.

— El idiota de Zoycite casi lo mata.– Dijo Nephrite golpeando el hombro de su compañero.

— ¿Qué?, les dije que lo trataran con cariño, no que lo mataran. ¿En que estabas pensado idiota?.– Mamoru se dirigió al chico de cabellos castaño claro.

— Tranquilo, un guapo rubio lo fue a rescatar.– Respondió el joven cruzando las piernas mientras fumaba un cigarrillo.

— Imbecil...– Murmuró Chiba.

Al final los cinco chicos se pusieron a beber y fumar contentos.

Las cosas cambiaron drásticamente, Michiru no volvió a saber de Haruka desde esa discusión. Revisaba su celular constantemente para saber algo de Tenoh pero era en vano. Del bolsillo de su falda sacó unas pastillas; medicina que le otorgó Setsuna-San hace unos días. Los miró con asco pero debía tomarlas o podría ponerse peor.

Esta mañana, su padre la insultó de la manera más nefasta posible. Aunque deberia ya de acostumbrarse, le costaba creer que aquel hombre la tratara como una basura. ¿Qué hizo para merecer eso?. Como lo dijo, su vida era ya un error.
Solo esperaba a ser mayor de edad para largarse de esa estúpida mansión a la que con el tiempo se convirtió en su cárcel, en un maldito infierno.

Metida en sus pensamientos, un manotazo por parte de Esmeralda Black Moon, la hizo tocar realidad.

— Antidepresivos. ¿Eh?.– La chica de cabello verde miró el bote de la medicina con suspicacia.

— ¿Qué quieres?.– Preguntó fastidiada la aguamarina. Odiaba qué le arruinaran el día y sobre todo ella.

— Ah nada...– Dicho eso, la aguamarina recibió una fuerte bofetada por parte de la joven Black Moon.

Los mechones aguamarinos cubrieron los ojos de Michiru. El impacto fue tan desprevenido que no supo como reaccionar. Seguidamente salieron un par de chicas con cubetas de agua sucia y vaciaron el contenido sobre Michiru.

Las risas no se hicieron esperar. La risa de Esmeralda se oía tan escandalosa que llegaba a ser molesta. La aguamarina no sabía que hacer, se sentía tan vulnerable pero a la vez molesta, así que en su intento de defenderse, empujó a la chica de cabellos verdes. Generandose así una pelea.

Rápidamente los alumnos se acercaron para observar con detenimiento lo que ocurría. Solo fueron tres minutos en los que Michiru y Esmeralda forcejearon pero lo suficientecomo para causar disturbio en el pasillo escolar. Hasta que llegó Diamante Shields, el presidente de la academia Mugen.

— ¡Esmeralda, basta!.– Alzó la voz el joven albino separando a ambas jóvenes.

— ¡Ella empezó!.– Se justificó la peliverde.

— Si, así es.– Dijeron el par de chicas que acompañaban a Esmeralda.

— Black Moon...Michiru no te ha hecho nada, ¿Por qué insistes tanto?.– Diamante jaló a Esmeralda para llevarla a la dirección. No era la primera vez que sucedía esto, pero está vez el joven Shields estaba dispuesto a poner a Esmerlada en su lugar.

— Rubeus, llévate a Esmeralda por favor.– Pidió Shields a su mano derecha. El pelirrojo asintió.

Michiru se quedó de pie mirando a la nada.

— Oye, es estúpido preguntarte. ¿Estás bien?. No te preocupes, Esmeralda no volverá a molestarte. Me encargaré de que reciba su castigo. Ante todo una disculpa y...toma.– El albino sacó un pañuelo de su saco escolar y lo extendió a su contraria con una leve sonrisa.

Michiru ya no escuchaba lo que el chico le decía, solo atinó a decir un "gracias".

Y con eso su día se arruinó por completo. Levantó el bote de pastillas y sacó una para llevársela a la boca. Se sentiría mejor, no habría más problemas.
En le receso todos murmuraban sobre ella, ya no le incomodaba ser tema de conversación, nada le importaba ya en realidad.

Todos decían que Michiru, la "niña prodigio" se había vuelto tan solitaria, que a veces la oían hablar sola y que a menudo la veían coleccionar cosméticos.  No era de extrañarse. Todos pensaban que tenia la vida casi perfecta, poseia una belleza sin igual, un talento único y una familia adinerada, solo le faltaba un príncipe azul y del mismo estatus que ella.
Pero detrás de todo eso, Michiru-chan debía pagar un terrible precio y eso era su salud mental.











Ok, estoy tratando con la punta del pie a nuestros protagonistas, pero es necesario, son eventos canónicos, no se pueden intervenir. (Ya me tienen hasta el carajo con eso, tú lector, ¡Haz que pare!)

A lo que venía y como dato curioso que todo fan de sailor moon debe saber, en una entrevista, Naoko-Sensei dijo que el personaje de Michiru era como una versión más tranquila de Esmeralda Black Moon así que me pareció poner a la señorita Black como némesis de Michiru-chan :)

Personajes totalmente opuestos que se repelen como cuando juntas dos imanes :)

Para soñar. Sin espacio, sin tiempo.Where stories live. Discover now