XI

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Benedict

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Benedict

Tal vez, solo tal vez había arruinado todo. A quien engaño, había arruinado completamente la única oportunidad de ser feliz con la única chica que me había hecho sentir especial. Por primera vez desde que di mi primer beso me había sentido enamorado. Y por no abrir la boca antes seguramente perdí toda oportunidad con ella ¿Cómo va a querer si quiera verme a la cara de nuevo? No soportaría no ver nuevamente esos hermosos ojos que me ven con tanto cariño, no lo ha dicho, pero sé que lo siente. No fui capaz de mirarla a la cara mientras mi hermano declaraba sus intenciones, mismas que fueron aceptadas por ella, aunque noté como su voz se quebraba al hablar, podía notar la decepción y el enojo en sus palabras y sus ojos fijos sobre mí. Como un completo cobarde me negué a mirarla, no tenía el valor para hacerlo. Después de todo me había quedado en silencio aun cuando moría de ganas de ser yo el que sostuviese su mano.

Quise levantarme y salir corriendo tras ella para pedirle mis disculpas, pero mis piernas se negaban siquiera a responder. Gire la mirada encontrándome con el rostro de mi hermano que mantenía una sonrisa en su cara, diferente a lo habitual. Se sentía totalmente satisfecho con lo que acaba de hacer. Me acababa de robar a la chica de mis sueños. Mi madre mantenía una expresión de orgullo, su hijo mayor finalmente pondría los pies en la tierra y nada más y nada menos que con una marquesa y claro dejaría de ver a su cantante, podría usar eso a mí favor y contarlo a Cassandra, arruinar las intenciones de mi hermano al revelar su amorío con esa mujer, pero no puedo ser tan desgraciado con mi hermano, no cuando en más de una ocasión ha cubierto mis locuras. Los minutos pasaban y no regresaba.

— ¿No deberíamos ir a por ella? – Dije al notar la lluvia que se hacía más intensa.

— Si... creo que si. – Menciono Alessandro mientras se ponía de pie.

Estábamos dispuestos a salir para ir por ellos y agradecía que los Featherington ya se hubieran marchado, esa maldita y despreciable mujer. La aborrezco con cada partícula de mí ser. Lo único rescatable de esa familia era Penélope, de no ser por ella no tendríamos contacto alguno con ellos. Había pasado demasiado tiempo desde que se había ido con el Duque. Se que el jamás osaría a hacerle algo por la clase de relación que ambos tienen y debo decir que me siento celoso por eso, pero me preocupa más que estén fuera cuando está iniciando una tormenta. Estaba a punto de salir cuando ambos venían ingresando completamente empapados. El duque la sostenía de la cintura, su ropa estaba cubierta de lodo y si mi vista no me estaba traicionado, había manchas de sangre en sus guantes. Sus ojos se encontraron con los míos, pero ahora solo había dolor en su mirada.

— Hay que llevarla a su cuarto. – Menciono el Duque. – cayo de su caballo. – La tomo en sus brazos para ir escaleras arriba. –

— Linda. – Mi madre avanzo hacia ellos. – si me permite Lord Grimaldi, me gustaría poder cuidar de ella en este momento.

— Gracias mi lady.

— Daphne, Eloise vengan conmigo. Voy a necesitar de su ayuda. Anthony cuida de tus hermanos. – Quería subir las escaleras y asegurarme de que estuviera bien. Porque se bien que en parte es mi culpa.

— Si madre. – Eloise me dedico una sonrisa mientras seguía a mamá.

Regresamos a casa luego de aquel incidente en el que yo involuntariamente había sido responsable. Según Daphne ella no ha salido de su dormitorio desde ese día y ya van dos. No imagino como ha de sentirse en estos momentos y de cierta forma me siento culpable. Un suspiro escapo de mis labios mientras salía de la habitación, no podía dormir y necesitaba un poco de aire fresco. A lo lejos vi a mi hermana Eloise disfrutando de la luna llena y de un cigarrillo entre sus dedos, como detesto cuando se pone a fumar sin invitarme. Con una sonrisa avance hacia ella sentándome en el columpio disponible, nos quedamos en silencio mientras me tendía este para darle unas cuantas caladas. Alce la vista hacia el cielo esperando de esa forma distraer mis pensamientos, aunque todos ellos me llevaban a lo mismo, el dolor en sus ojos.

— ¿Tampoco puedes dormir? – Negue de inmediato. – ni yo. Sigo pensando en quien es Lady Whistledown. Lady Danbury ya está descartada.

— ¿Quién más está en tu lista?

— Nadie más. Estoy en blanco. – Solté una risa. – mi investigación es un fracaso y no tengo pistas. – Soltó evidentemente frustrada. - ¿Y tú porque no puedes dormir?

— Tengo muchos pensamientos en la cabeza.

— Es por Cassandra ¿No? – Alce las cejas al escucharla. Mi hermana era demasiado lista y observadora. – se te nota mucho hermano.

— Creo que la perdí. Y solo por idiota.

— No te rindas. Se le nota a ambos por cómo se miran y como se ríen cuando están juntos. Ella no será feliz con Anthony.

— Dudo que ahora ella quiera si quiera verme.

— Iré a visitarla mañana, tal vez podrías venir conmigo. Si la quieres, no dejes que nuestro hermano la haga infeliz. Ella es mi amiga, la aprecio y quiero ver a mi amiga feliz. Nuestra madre me obligo a guardar silencio, pero ya que estamos confesando cosas. Ese día no estaba bien, estaba triste y lloro en los brazos de mamá. Desde que conocí a Cassandra, es la primera vez que la veo así de mal.

— La lastime ¿No es así? – Ella asintió. – Pues soy un cretino. Y merezco sentirme así de mal.

Me quedé afuera por unas cuantas horas, aun cuando el frio comenzaba a volverse insoportable me mantuve sentado en el columpio balanceándome de adelante hacia atrás. Las luces de la casa estaban completamente apagadas y lo único que escuchaba era el latido de mi corazón y los grillos a lo lejos. Limpie mis ojos ante las lagrimas que amenazaban con salir, no quería llorar, pero era algo que no podía evitar. Me dolía tanto que simplemente estalle. Comencé a llorar como nunca antes, la última vez que había llorado de esa forma fue durante el funeral de mi padre. Se sentía igual de doloroso. Me levante con pereza arrastrando mis pies hacia el interior de la casa directo hacia mi dormitorio, en el piso mis bocetos estaban esparcidos y el lienzo que había intentado pintar seguía en blanco. 

Dulce pecadoWhere stories live. Discover now