XXV

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Las pocas personas que estaban en nuestra fiesta estaban disfrutando, me había dado el tiempo de bailar con todos, mi padre, Simón, mi querido Raphael e incluso con el vizconde, quien no dudo en felicitarme y darme la bienvenida a su familia

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Las pocas personas que estaban en nuestra fiesta estaban disfrutando, me había dado el tiempo de bailar con todos, mi padre, Simón, mi querido Raphael e incluso con el vizconde, quien no dudo en felicitarme y darme la bienvenida a su familia. Ahora ambos compartíamos como parte de una misma familia, nuestros apellidos estaban en lo alto de la sociedad e imagino que muchas de las personas que no invitamos a la fiesta ahora deben estar hablando del porque no fueron invitados. Pero esto era algo nuestro, algo privado, regrese a los brazos de Benedict, la felicidad nos brotaba por cada poro. Gire la mirada ante el bullicio, la reina Charlotte en persona, por un momento pensé que no llegaría, junto a mi ahora esposo avanzamos hacia ella para poder realizar una reverencia.

— Su majestad. Gracias por asistir.

— No me lo perdería. Felicidades querida, Lord... marques Bridgerton. Ahora, quiero saludar a tu tía, me han dicho que es excepcionalmente deslenguada. De reina a reina, tenemos mucho que hablar.

— Por supuesto majestad.

— Oh y. – Hizo un par de señas a sus acompañantes. – esto es para ti. – Recibí con cuidado la caja viendo un conjunto de joyas. – un pequeño presente.

La fiesta había sido mágica, un verdadero sueño hecho realidad, la música, las bebidas, mi familia reunida a nuestro lado. Ahora descansaríamos para el siguiente día irnos a nuestro nuevo hogar, aun no lo conocía, pero lo imaginaba lleno de colores y de flores, con pinturas por todos lados, un estudio para que Benedict y yo pudiéramos hacer nuestro arte. Lauren iría conmigo, la traje desde Italia y estará a mi lado como siempre acompañándome en este nuevo camino. No solo trabaja para mí, es mi amiga y la necesito a mi lado en esta nueva etapa.

Junto a Benedict nos despedimos de nuestras familias al día siguiente, mis padres y mis tíos regresarían a Italia y no sabía bien cuando volvería a verlos, posiblemente para la coronación de Raphael o cuando siente cabeza y encuentre a una esposa digna de nuestra familia. Nos aferramos en un apretado abrazo, cruzando los dedos para poder vernos nuevamente. Mi corazón estaba latiendo a prisa ante todo lo que estaba por pasar. Nuestra luna de miel, estar juntos de forma mas intima. Había imaginado ese momento en muchas ocasiones, entre mis tantas lecturas imaginaba al protagonista como él y claro yo misma. Eran demasiadas fantasías para mi alocada mente.

— No puedo con la dicha. – Menciono el interrumpiendo mis pensamientos. – soy feliz de tenerte a mi lado. Después de tantas dificultades estamos aquí juntos. Eres mi esposa.

— Eres mío ahora. – dije mientras sostenía con fuerza sus manos. – te amo mi querido Benedict.

— Y yo a ti mi dulce Cassandra. – Sostuvo mi rostro con delicadeza dejando caricias en mis mejillas antes de besar mis labios.

Después de un rato de viaje llegamos hasta nuestro nuevo hogar, una hermosa casa rodeada de jardines. Y enormes ventanales. Benedict me ayudo a bajar sosteniendo con firmeza mi mano para avanzar juntos al interior, estaba encantada, la sala de estar era amplia y en un rincón algunos de los cuadros de mi querido esposo, aunque mi corazón latió mas rápido que nunca al verme a mi misma pintada, un cuadro precioso de mi rostro en medio del salón, junto a nuestra pintura. Me lance sobre el dándole un apretado abrazo, la felicidad me estaba brotando por cada poro. Continuamos recorriendo la casa hasta llegar a el estudio, había lienzos en blanco por todos lados, pinturas, pinceles, la luz natural llenaba ese amplio espacio.

— Tengo una idea.

— ¿Qué cosa?

— Te pintare Benedict. Aquí. – Lo tome de la mano llevándolo hacia el centro. – una posa única. – Mencione mientras tomaba los materiales para comenzar a pintarlo, tome uno de los trípodes acomodándome donde la luz llegaba para tener una buena vista. Al girar solté una risa al verlo sin camisa, mis mejillas estaban rojas debido a la vergüenza por verlo así. – listo.

Los trazos comenzaban a cubrir el lienzo y mis ojos recorrían su cuerpo, su piel morena era la mas perfecta obra de arte. Era hermoso por donde lo viera. Nos quedamos viendo a los ojos, la química se notaba y la tensión en esa sala aumentaba a medida que los minutos pasaban. Deje el lápiz a un lado antes de ponerme de pie y avanzar hacia el deslizando mis dedos por las marcadas líneas de sus músculos, nuestros ojos se encontraron por una milésima de segundo y solo eso basto para que nuestros labios se unieran en un beso apasionado. No hacían falta palabras, nuestros cuerpos estaban conectados como uno solo, era algo que ambos habíamos deseado desde que nos conocimos y no habíamos sido conscientes de eso hasta ahora. habíamos esperado tanto tiempo para esto y estaba valiendo cada segundo.

— No sé si seré capaz de esperar hasta llegar al dormitorio. – Dijo mientras deslizaba sus manos por sobre mi pecho.

— N...no tenemos que esperar. No quiero esperar.

¡les pido mil disculpas por tardar tanto en publicar este capítulo! 

tenia un bloqueo mental horrible, aun sigo con el bloqueo, pero al menos les traje un poco mas. 

Ya creo que quedaría poco tiempo para terminar la historia. 

Dulce pecadoWhere stories live. Discover now