××Una Parte de Mi××

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Los detectives llegaron a la casa de los Darwin, la dueña es Fabiola Darwin, una mujer de 71 años quien cuidaba de sus dos nietos, Caleb de 17 y Aedus de 19 años.

Ambos eran estudiantes destacados cada uno en su actividad favorita, Caleb en fútbol y Aedus en arte.

Los jóvenes quedaron a su cargo cuando la madre de ambos murió hace diez años, Fabiola a pesar de su edad seguía trabajando en la panadería local para que nada le faltase a lo único que su hija le dejó en esta vida.

Aedus y Caleb eran esa ancla que la ataba a éste mundo, la mujer era admirada por todo el pueblo de Orville pues el esfuerzo que hace por darle lo mejor a sus nietos no pasa desapercibido.

Sin embargo casi no convive con ellos pues después de llegar a casa del trabajo se encerraba en su habitación y dormía ignorando por completo el ruido que sus nietos hacían, nunca le interesó ya que según ella era suficiente que llevará dinero, pagará los servicios básicos y pagará la colegiatura.

Los amaba, pero a su manera.

Si tan sólo les hubiera prestado atención.

La noche cayó por completo cuando ambos detectives bajaron del auto, se acercaron cautelosos a la puerta de la casa observando de reojo a su alrededor, deben estar alertas por si el asesino decide atacarlos en cualquier momento.

Armados y con el corazón acelerado Norman tocó el timbre.

La puerta se abre de par en par y una hermosa sonrisa le da la bienvenida.

—detectives ¿que hacen aquí?

—¿es en serio? ¿Vas a fingir que no sabes la razón de nuestra visita? —dice Morton fastidiado con su actitud cínica

Mientras las palabras del detective se oyen, Dany lo ignora y se acerca a un Norman que no deja de ver sus ojos.

—tú ya sabes porque te pedi que vinieras ¿no es así?—la joven eleva sus brazos y los pone alrededor de su cuello

Norman asiente.

No era difícil darse cuenta que los trajo para que conocieran al asesino en persona.

Cuando le envió la dirección y dijo que se estaba quedando con los hijos que su padre oculto por años lo supo. Los hermanos Darwin eran sospechosos del caso de Lexi, ya que cumplían con las descripciones dadas por la víctima, la estatura, el color de ojos, la descripción de la casa que Lexi les había dado. Pero ningún Juez en el pueblo firmó una orden de allanamiento porque carecían de pruebas suficientes.

El sistema de justicia seguía siendo inútil y no podían cambiarlo.

Ahora sus sospechas eran sólidas, los hermanos eran culpables sin duda alguna, ambos detectives lo tiene claro.

—¿donde está?—indaga Norman

—¿quien? —responde Dany posando su frente con la suya

—no lo hagas complicado, Lexi está aquí donde la tie...

Norman fue interrumpido cuando ella lo besó enviando un pequeño escalofrío por todo su cuerpo.

Esta vez está conciente, sin alcohol de por medio.

Él no quiso que fuera así.

—¡maldición!—grita Morton separándolos rápidamente—¿¡que haces!?

Dany ríe mientras da la vuelta y camina por el pasillo moviendo su mano indicando que la sigan.

Morton voltea a ver a Norman y suspira preocupado.

Varias lágrimas deslizan por las mejillas de su compañero, su pecho sube y baja respirando con dificultad, él ni siquiera se mueve.

Y asi fué testigo de cómo el corazón de su amigo se rompió en pedazos.

Pero no pueden olvidar porque están aquí.

—Alex—le llamó,

Él reacciona y dirige su mirada Morton.

—acabemos con el maldito

Norman limpia sus lágrimas y junto con Morton siguen a Dany.

Sus sentimientos deben esperar.

No pasó mucho cuando la muchacha se detiene en la segunda puerta del pasillo.

—lleva al sótano—indica abriendo la puerta—los tres están abajo.

Se escucha un golpe seco y ambos toman sus armas que estaban en su cintura.

Y ante sus ojos aparece Caleb el menor de los hermanos.

—estaba por ir a recibirlos—dice sonriendo.

Seguido de sus palabras se oye un grito desgarrador.

Llanto, olor a humedad.

Súplicas.

Una larga noche los espera.

AEDUS ©Where stories live. Discover now