××Un Milagro××

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Elena Fitzpatrick se alejó de los problemas desde que era una niña, se mantuvo al margen y acató las reglas que sus padres le impusieron, creció con esa mentalidad hasta casarse con un hombre llamado Timothy Reed quien años después se convertiría en un aclamado juez.

Ellos se habían conocido en una fiesta de fraternidad hace más de veinte años, tenían personalidades tan diferentes y sus muestras de afectos posiblemente no eran tan comunes, sin embargo se amaban a su manera.

Timothy se identicaba como un hombre directo y estricto, imponía la paz en su puesto de trabajo así mismo como en su casa, nadie podía llevarle la contraria, si se atrevían las consecuencias eran serveras.

Ocultar la desaparición de su hija había sido una buena decisión según Elena, ya que evitaría una discusión con su esposo e igualmente mantendría a su hija segura.

Aunque a veces las cosas no suceden como son planeadas.

La noche en la que Lexi llegó a la comisaría con una cortada en su mano izquierda, el cabello enmarañado y su ropa rasgada, Elena se sintió impotente pues además de abrazar a Lexi y susurrarle al oído que todo estaría bien, no logró que su hija no pasará dos horas en el hospital, tres horas y media tratando de responder las preguntas del detective Morton y Norman, ni siquiera evitó que cuando Timothy descubrió lo sucedido y fué a recogerlas por la tarde no le gritara a su pequeña que era una irresponsable de haberse detenido en un sitio oscuro para asegurarse si un extraño se encontraba bien, no pudo decir nada en el momento que su esposo le dió una cachetada a ambas por ser unas ineptas.

Se convirtió en una mujer tranquila porque le enseñaron a mantenerse callada y estaba harta que sus palabras no tuvieran valor, ésto tendría que cambiar.

Los últimos días Elena se dedicó a cuidar de Lexi, cambió la venda de su herida y trató que los puntos no se infectaran, incluso estuvo en la habitación de su hija mientras dormía, permaneció sentada a un lado de su cama y veía la puerta durante horas hasta que el sol aparecía en el cielo de Orville, sostenía un bate de béisbol encima de su hombro lista para atacar a cualquiera que quisiera entrar y hacerles daño.

Patético, pensó.

Si alguien irrumpiera en su casa seguramente un bate de béisbol no sería de gran ayuda, aun así ese palo de madera le brindaba seguridad.

Hace dos semanas en el preciso instante que su hija salió de la sala de interrogación, sin querer escuchó la conversación de los detectives, hablaban del 'Asesino de la Luna', Elena reconoció de quien se trataba pues ese delicuente es una de las razones por las cuales le ofrecieron trabajo a Timothy en el pueblo.

Mantuvo la calma para no asustar a Lexi más supo que si ella es la única que escapó de él, ese mal nacido vendría a buscarla y Elena estaba dispuesta a dar hasta la vida por su hija.

—¿mamá?

Elena se incorporó en la cama viéndola sentarse, luego sus ojos se dirigen al reloj en la pared dándose cuenta que Lexi durmió hasta medio día.

—pasaste la noche entera en mi habitación, otra vez—afirmó la chica sonriendole triste a su madre.

—también la mañana completa—le indica señalando el reloj.

—claro—Lexi bosteza—pero no debías

—en la madrugada tuviste fiebre y yo...

—mamá, ¿cuantas veces tengo que repetir que estoy bien?

Lexi estiró su mano alcanzando la cabellera rubia de su madre y jugó con los mechones sueltos que estaban en su nuca. Elena tomó la mano de su hija y delicadamente la quitó de su cabello.

—¡un imbécil te secuestro! , ¡estuvo a punto de asesinarte!, ¡te cortó la mano! , ¡te puso un cuchillo en la garganta!, y ¿¡quieres que nuestra rutina sea igual!—gritó levantándose de la cama.

A Lexi no le sorprendió la forma en la que su madre soltó esas palabras, sabía que estaba alterada desde lo que pasó, sin embargo ella estaba bien físicamente, una cortada no era nada en comparación a lo que habría vivido si no hubiera escapado de aquel hombre.

—a papá no le importa—menciona, pensado que con eso su madre le bajaría dos rayitas a su preocupación.

—a mí si—habló Elena caminado a la puerta.

Saliendo de la habitación Elena bajó las escaleras dirigiéndose a la cocina.

Ya sola, Lexi entró en el baño, abre el grifo del lavabo y moja su cara con un poco de agua, toma una toalla que cuelga de un clavo y seca las gotas de agua resbalando en su piel, en cuanto alzó la mirada vió su reflejo en el espejo.

—Nada mal—musita inspeccionando su rostro.

Un poco de maquillaje cubrirá las ojeras causadas por dormir de más, un baño quitaría la suciedad de su cabello y cepillarse los dientes funcionará con el mal olor en su boca por no haberselos lavado en días.

De vuelta en su habitación luego de asearse, camina al clóset sacando un corto vestido azul y una chaqueta negra. Comienza a vestirse tratando de no tocar los moretones que tiene en su abdomen, ha transcurrido unos días y los moretones no quieren desaparecer, pero en algún momento lo harán.

Con la ropa puesta sigue con el calzado, unas zapatillas deportivas blancas, se ve al espejo de cuerpo entero que esta cerca de la puerta y respira profundo.

Llegó la hora de enfrentarse al mundo de nuevo.

Apenas sale de su habitación escucha las voces de sus padres acompañadas de las voces roncas de los detectives que llevan su caso, conforme baja los escalones la conversación se torna intensa. Llegando al primer piso ve a su padre levantarse del sofá y acercarse al detective Norman con intensión de darle un golpe en el rostro, Morton interviene alejando a Timothy de su compañero mientras su madre se mantiene sentada con la mirada perdida en sus manos.

—¿que ocurre?—dice Lexi atrayendo la atención de todos en la sala.

—¡sube a tu habitación!—ordena su padre

—¿descubrieron algo?—ella avanza junto a su padre—si es así, tienen que decirme

No obteniendo respuesta de él, Lexi camina frente a Norman

—tengo derecho a saberlo—le dice a Alex—soy la víctima y...

—¡que parte de sube a tu habitación no comprendes!—gritó Timothy tomando la mano de su hija y la alejó del detective—¡ademas de ser una tonta por hablarle a un extraño esa noche y dejar que te llevará sin luchar, ahora quieres aparentar valentía cuando sabemos que no soportaras éste proceso!—apretó su agarre haciendo que Lexi apretara sus labios para no soltar un quejido de dolor—por favor—bufó—no me hagas reir

—señor Reed—Morton sujeta la mano de Timothy y la aparta de Lexi—es suficiente, debería darle apoyo a su hija en vez de atormentarla, ella es un milagro...

La risa de Timothy interrumpe a Christian.

—no es un milagro—negó—es una estúpida adolescente con suerte.

Lexi da la vuelta huyendo de las palabras de su padre y sale de la casa dando un portazo.

Escucha los gritos de su padre llamándola más ella se aleja caminando por la acera.

—¿suerte?—repite molesta—te demostrare que no fué suerte

AEDUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora