××Una mirada dice mas que mil Palabras××

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Una hora desde que llegó a casa.

Sabía que su hermano lo vió entrar con un cuerpo de cabellos castaño encima de su hombro, obviamente de lo tarde que era su abuela estaría dormida, entonces dándole una mirada que paralizaría a cualquiera le advirtió que si despertaba a su querida anciana para decirle lo que estaba por hacer, no tendría compasión, no le importaba si compartían la misma sangre, cuando él perdía el control veía todo como un blanco al que atacar.

Acercándose a la puerta que cerró con llave desde fuera, colocó su frente en la madera, la escuchó gritar, aventar cosas y rogar que la dejará libre.

'Tonta, nadie te escuchará...bueno, nadie que quiera ayudarte', pensó.

Ningúna persona en su sano juicio saldrá de su hogar para salvarla, el temor por el aumento de asesinatos del último mes era perfecto en éstos momentos.

—¿dónde la encontraste? —su hermano llegó a su lado, sin obtener respuesta continua diciendo—la abuela escucha los gritos.

Él se voltea y lo sujeta con brusquedad del cuello de la camisa, impactando su cuerpo contra la pared.

—¡cálmate!—exclamó rodeando las manos de su hermano en un intento de liberarse—los gritos de esa chica seguro se oyen en toda la propiedad, es probable que eso despertó a la abuela y supo que trajiste a alguien, le dije que estaba viendo una película y sin querer subí el volumen del televisor.

—¿te creyó?

—si

Soltando un suspiro se aleja de su hermano quien masajea su cuello, la fuerza con la que lo sujetó de la camisa hizo que la tela dejara una marca debido a la fricción en su piel.

Él cubre su rostro con la máscara y saca una navaja que ocultaba en la bolsa trasera de sus jeans, no era su favorita pero servirá.

—mintió—habló sabiendo que su anciana no creería tal cosa—deberías saber que no puedes engañarla

—¡lo sé pedazo de imbécil! —comentó tensando la mandíbula—esa fué la manera de liberarme de tí—cuidadoso avanzó junto a él—además ¿porque la trajiste?

—no te importa—responde con desdén

—tengo una teoría—sonríe molestandolo—te gusta la chica y quieres que se “enamore de tí".

—¿por qué las comillas? —inquiere

—si eso pasará—lo señala conteniendo una risa—no tendrias sentimientos para corresponderle

—si tengo o no, no es tu problema—demanda un tanto molesto, aunque rompiendo el tenso momento agrega un comentario poniendo incómodo a su hermano—la razon por la que está aquí es porque me la quiero coger, una y otra vez hasta que...

—¡callate!—tuerce su boca en un gesto de disgusto—tendré pesadillas por tu culpa

Él ríe a carcajadas.

—mejor ayúdame—pidió—el auto de...

—si, me deshago de el y de todo lo que hay dentro—afirma

—buen chico—sonríe lanzadole las llaves del vehículo

—tienes que matarla lo antes posible, te gustan los juegos previos, esa chica tiene un megáfono en vez de boca, la abuela tiene que madugrar y tenemos clases mañana, no quiero ir con mal humor porque pasé en vela enterrando un cadáver.

Entró a la habitación no sin antes asentir para que su hermano estuviera tranquilo, al menos ésta noche.

Lexi retrocedió viéndolo adentrarse en el cuarto, su espalda choca contra la ventana cuando él se acerca con rapidez. Aquel hombre le cubrió la boca evitando que otro grito escape de sus labios y dirige la mirada hacia el vidrio de la ventana dándose cuenta de la grieta que hay en el.

Típico.

El ser humano dispuesto a escapar de una situación de peligro intenta cualquier cosa, su supervivencia la llevó a buscar una manera de salir de la casa, sin embargo los otros sentidos se bloquean, nunca se detuvo a pensar en un buen plan ni observó con cuidado cada parte de la habitación, si lo hubiera hecho habría notado que las ventanas tienen un teclado oculto en el marco, se introduce una contraseña y la ventana se abre, además los vidrios están hechos de un material resistente, no son irrompibles sólo tienen una maña para romperse.

—acostumbro jugar con mis víctimas—ella se removió sintiendo el cuchillo en su cuello—es una lastima ¿sabes?, porque prometi matarte rápido

Lexi mantuvo la vista en esos ojos esmeralda y recordó a su madre.

Esa mañana su madre había conducido con el camión de mudanza a la nueva casa en Orville, se suponía que viajarían juntas pero ella prefirió quedarse con su amigos unas horas más. Conducir no era su fuerte y cuando vió a una persona a mitad de la carretera frenó lo antes posible agradeciendo mentalmente de no impactar contra él.

'No hables con extraños'

La regla número uno que su padre le repetía cada vez que cambian de domicilio. Esa noche estaba asustada por el casi accidente que lo olvidó, olvidó seguir esa regla tan esencial, su primer error: bajar del auto, quería asegurarse que el chico estuviera bien, segundo error: acercarse demasiado, nunca cruzó en su cabeza que aquel hombre podría ser un asesino.

—dolerá, te retorceras en mis brazos pidiendo que me detenga y no lo haré—dicho esto desliza el cuchillo a su estómago.

Nunca apartó la vista y también se concentró en su voz, pese a que no podía grabarla en su memoria porque la tela que cubría su boca no permite escucharla claramente, los ojos del chico brillaron con diversión y ella espero que su verdugo terminara con su vida de una vez por todas.

—contaré hasta tres—dice desviando la mirada a un reloj que adorna su muñeca—uno...—posó su frente con la suya haciendo que su aliento chocara en su rostro—dos...

Y reaccionó, apenas la puerta se abre elevó su rodilla golpeando su entrepierna liberándose del agarre, en cuanto él se curva de dolor lo empuja y sale corriendo, había otra persona esperando en la puerta, no supo si fué la adrenalina o una fuerza que despertó en su interior que le dió valentía para hacer lo mismo con el otro hombre, golpea su entrepierna causando que éste cayera de rodillas al piso, aprovechando que ambos se retorcian de dolor se apresura a salir al pasillo, no se detuvo, corrió por la casa abriendo cada puerta excepto una cerca de las escaleras que pareciera estar cerrada con llave, luego de abrir tres puertas más dió con la salida.

Las piernas le ardían y temblaban, su respiración se aceleraba conforme avanza en la acera, escucha las campanas sonar y supone que debe haber una iglesia cerca, entonces piensa que puede servirle más adelante, lo único que quiere ahora es llegar a un lugar seguro.

Cree estar lo suficientemente lejos y se detuvo, el razonamiento le mostro que no tiene una pista concreta del sitio donde se encontraba, ni siquiera vió la cara del otro hombre que obstruyó su huída.

No tiene auto, ni celular y la dirección de la nueva casa no la sabe.

Está sola, perdida, aterrada en un pueblo desconocido.

Mala suerte sería decir poco.

Ahora tiene que pensar y rápido antes de que salga a buscarla.

Pues si la encuentra, no tendrá piedad.

AEDUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora