CAPITULO IX : Soy real

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(Tyler)

Me quedé en blanco. Haley Dickens acababa de verme. ¿Y de oírme? No sabía qué hacer, no sabía qué pensar. Haley estaba tirada en el suelo de su habitación, esta se había desplomado ante mis ojos. Yo intenté tomarla, pero como ya verán la traspasé y cayó al suelo. Por lo que seguía siendo un fantasma, pero había una diferencia.

Me había visto, estaba cien por cien seguro.

Había sido extraño haber despertado en su cama, que hay decir que fue más cómodo. Pero cuando su despertador sonó, no pude evitar soltar una maldición. No estaba cansado, pero no quería tener que acompañarla al instituto. No quería otro día aburrido. No lo soportaría. Al sacar la cabeza de entre las almohadas fijé mi vista en ella.

Y qué sorpresa me había llevado, esta estaba en posición de ataque con un libro en sus manos y la vista puesta en mí.

¡En mí! No lo podía creer cuando nuestros ojos se miraron por un milisegundo, ya que no alcanzó a decir nada, como ya saben se desmayó al instante. Una sonrisa enorme se posó en mi rostro y sin siquiera mirarla de nuevo salí corriendo del departamento.

Quería ver a James y Mark, Steve, Fernando, Lauren, Martha, Kelly... ¡A todo el mundo! quería que estos me vieran y tomaran medidas al respecto. Que me ayudaran.

Y así todo volviera a ser como antes. Volver a ser Tyler Ross.

(Haley)

Abrí los ojos algo extrañada, mi cabeza daba giros y se me nublaba la vista.

Cuando por fin pude distinguir mi habitación y que estaba en el suelo, me levanté algo aturdida. Me senté por fin en la cama y me tomé la cabeza con las manos, quedándome quieta un largo rato. Y los recuerdos vinieron de golpe.

Alarma, chico, cama, rubio, ojos grises, mirándome... ¡TYLER ROSS! Sentí que veía negro de nuevo, pero lo impedí. No iba a desmayarme otra vez. Aunque mi corazón seguía latiendo a mil. Saqué mi cabeza de entre mis manos y miré a mi alrededor, esperando verlo. Pero no había nadie. Seguramente solo habían sido imaginaciones mías. Ya con lo del funeral no encontraba nada extraño imaginármelo ahora en mi habitación.

¡En mi cama! Por favor... qué tengo en la cabeza. Además, lo más seguro que era por todas esas cartas que había leído el día anterior. Era normal, pues pasé más de seis horas leyendo cosas sobre Tyler Ross. Tenía que ser eso.

Estaba temblando cuando por fin reaccioné, ya que me había llegado un mensaje de texto, cosa que pocas veces ocurría. Le saqué el cable donde se estaba cargando, encontrando un mensaje de mamá, ya que ayer cuando llegué fui corriendo a cargarlo encontrando llamadas perdidas de esta, por lo que le mandé un mensaje para que supiera que estaba sana y salva.

Lo abrí con cierta dificultad, ya que mis dedos estaban algo torpes.

Voy en camino. La próxima vez contesta tu celular, Haley Dickens, o te juro que estarás castigada para el resto de tu vida.

Reí, era extraño ver esa faceta de mamá. Comportándose como adulta, amenazándome con castigarme —volqué los ojos—. No había cómo castigarme, no era una chica que tuviera muchas salidas donde mamá podía no dejarme salir. No respondí al ver la hora que era. Sí, faltaba todavía, pero necesitaba darme una ducha. Por lo que me bañé como el viento, dejando el desayuno para después. Necesitaba pensar con el chorro encima de mí.

Recordaba a la perfección esa cara, recordaba a la perfección ese cabello rubio, recordaba a la perfección esos ojos grises, recordaba a la perfección esos labios carnosos, recordaba a la perfección esa nariz totalmente esculpida por los dioses. Sí, esa imagen de Tyler Ross no iba a desaparecer así de fácil.

Mi Ángel Guardián I : La verdad dueleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora