Capítulo 5

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La habitación del psiquiátrico era diferente al anterior. Las paredes eran grises y no tenía ninguna ventana porque al parecer era un paciente peligroso. Tenía un traje amarrado que inmovilizaba mis brazos por lo que solo podía caminar en círculos o sentarme en la esquina de esa habitación acolchada. No tenía la menor idea de cómo iba a salir de ahí, pero tenía que hacerlo, tenía que volver a mi casa para buscar en el ático como me dijo Alex. Me recosté con cuidado colocando la cabeza de lado porque aún me dolía el golpe que esa bruja me dio contra la pared en la parte trasera.

Después de que la bruja y Alex desaparecieron perdí la consciencia y lo siguiente que vi al abrir los ojos fue una habitación de hospital a la que estaba atado. Había enfermeros que entraban para darme medicamentos que me hacían sentir aturdido y adormecido casi todo el tiempo. Nadie me respondía cuando preguntaba por mis padres o mi hermano y supe que estaba perdido cuando uno de los doctores me preguntó de qué hermano estaba hablando.

—De Alex —dije confundido. Él revisó las hojas de su cuadernillo antes de hacer unas anotaciones.

—Eres hijo único, Dean.

—¿Qué? No. Claro que no. Tengo un hermano mayor, se llama Alex y-

—Ya podrás contarme más de ese hermano en terapia —me interrumpió—, por ahora solo concéntrate en recuperarte.

No pude concentrarme mucho más gracias a los medicamentos así que solo contaba con breves momentos de lucidez. Por las noches me despertaban las pesadillas donde esa bruja volvía para llevarme, pero se llevaba a Alex en mi lugar y él me decía que fuera al ático, que debía hacerlo pronto. Me pregunté dónde estaban mis papás, por qué no estaban aquí, quería saber si estaban buscando a Alex y si me creerían cuando les dijera la razón de su desaparición. Días después comprendí que nada de eso estaba pasando porque ellos tampoco podían recordar a Alex. Mamá incluso comenzó a llorar cuando insistí que era real, que era mi hermano mayor y que papá había escogido su nombre.

—Ya basta, Dean —ordenó mi papá con la voz firme que usaba cuando yo me metía en problemas, mientras la abrazaba—. Tu mamá ha tenido suficiente.

Pensaron que había tenido un ataque psicótico y que incluso había intentado quitarme la vida. No sé como podría haberme golpeado yo mismo contra la pared y al mismo tiempo dejarme esas marcas en el cuello, pero entendí que nada de lo que yo dijera haría algún cambio. Todos a mi alrededor estaban seguros de que yo estaba loco, de que había creado a un hermano falso y una realidad donde una criatura era la responsable de todo lo que yo había causado. Por días a veces yo también lo creía, en especial dentro de esa maldita habitación, pero habían tantos recuerdos de mis padres con Alex que era imposible creer que yo lo había inventado. Recordaba la forma en que mi papá lo cargó cuando tenía siete y un niño lo golpeó muy fuerte mientras jugaban fútbol. O cuando mi mamá le compró un ridículo suéter gris que le quedaba demasiado grande y que usó todos los días durante un mes hasta que se rompió y lloró más por eso. O cuando se fue a Canadá y mis papás lo abrazaron muy fuerte antes de que abordara el avión. Me abrazó a mí también y me despeinó mientras me llamaba 'enano'.

No, no pude haberlo creado. Alex era real y esa bruja también. Lo único en lo que debía concentrarme era en salir de ahí y volver a casa para revisar el ático. Tenía que encontrar a Alex antes de que fuera demasiado tarde, si es que aún no lo era.

Me comporté lo mejor que pude. Iba a mis terapias en grupo, hablaba, decía que todo era mi imaginación, tomaba mis medicamentos, comía a mis horas y no causaba ningún problema esperando que quizá así me dejarían ir. Eso no pasó y después de un mes yo sentía que en serio me estaba volviendo loco. Incluso cuando me liberaron de esa habitación y me pusieron con el resto de la comunidad hice mi mayor esfuerzo por que vieran que mejoraba. Mis padres no vinieron a verme de nuevo. Los esperé cada semana, convencido de que pronto me sacarían de ahí, pero eso no pasó. Los días siguieron su curso, lo siguió otro mes y después otro y otro. Yo tenía ganas de arañar las paredes tan solo para poder escapar porque cada día que yo estaba encerrado, era un día más en que Alex estaba atrapado con esa cosa. Podría estar herido o esa cosa podría torturarlo y nadie más lo ayudaría porque nadie más podía verla.

KensingtonWhere stories live. Discover now