Capítulo 32 Final

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Había tenido muchos momentos vergonzosos a lo largo de mi vida. Era una persona torpe y distraída que a menudo se ponía a sí misma en situaciones incómodas que nadie parecía poder olvidar. Aún así debo admitir que ninguna situación era tan vergonzosa como la que estaba enfrentando en ese momento y es que nunca en mi vida me había sentido tan expuesto y apenado como lo estaba frente a mi hermano quien hacía todo lo posible por contener la risa, al igual que Chasydi y Shawnneta de pie a un costado de la ventana. No entendía qué hacían ellas ahí, quizá solo era para poder reírse de nosotros porque sí que estábamos dando un buen espectáculo. Yo no tenía un zapato, mi camisa estaba abotonada en los lugares incorrectos y por lo tanto lucía como un desastre, tenía los labios hinchados, el cabello revuelto y las mejillas ardiendo en vergüenza. Shane estaba a mi lado y, aunque seguramente estaba tan apenado como yo, se mantenía en su posición de piernas abiertas y manos en la espalda como siempre lo hacía siendo escolta. Eso resultaba más gracioso porque llevaba el torso desnudo, con el pantalón a medio abrochar, el cabello hecho una maraña y los brazos con marcas de rasguños de los cuales me declaraba culpable.
Quizá sea importante explicar cómo fue que llegamos a esa situación. Bueno, no puedo culpar a nadie más que a nuestras muchas hormonas y pocas neuronas que pensaron que sería una buena idea esconderse en uno de los muchos armarios para poder besarnos sin ser vistos. Por supuesto que no nos quedamos solo en los besos y nuestra nada silenciosa actividad terminó alertando a los sirvientes que enviaron a Chasydi para investigar y supongo que es fácil de adivinar el resto.

—Puedo explicarlo —dije por fin con voz ronca y la garganta seca de vergüenza.

—Creo que la imagen se explica por sí sola —respondió Loïc con una sonrisa de burla—. ¿Desde hace cuánto está pasando esto?

Me aclaré la garganta incapaz de hacer contacto visual con mi hermano. Me resultaba más sencillo concentrarme en cualquier otro punto de la oficina.

—Un par de meses —dijo Shane y lo agradecí porque yo no encontraba palabras.

—¿Y qué es, exactamente? —cuestionó Loïc con un poco de dureza—. Espero que quieras a mi hermano para algo más que esto.

—Loïc —lo llamé. Sí, era el rey, pero no me gustaba que insinuara que Shane solo me quería para pasar un buen rato. Era más que evidente lo que él sentía por mí.

—Yo lo amo —dijo Shane sin dudar—. Más que a nada en este mundo.

Estaba seguro de que mi corazón estaba por derretirse en ese momento y decidí que no me importaba lo que ellos dijeran, quería esto, amaba a Shane y no tenía ninguna razón para no decirlo.

—Yo también lo amo —dije casi de inmediato.

—Ay, viejo, esto es tan cursi —murmuró Chasydi. Ella y Shawnneta se rieron en silencio.

—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —pregunté con cierto fastidio, más por la vergüenza que por molestia.

—El rey nos ordenó quedarnos —explicó Shawnneta con sencillez. Me volví a Loïc quien se encogió de hombros.

—Pensé que todos debíamos estar aquí —habló él—. ¡Por fin se dieron cuenta! Creí que pasaríamos la eternidad escuchándolos suspirar por el otro. Nos merecemos ver el resultado final. Aunque si soy sincero, preferiría verlo con un poco más de ropa.

—¿Todos lo sabían? —pregunté.

—Oh, sí.

—Claro que sí.

—Por supuesto que sí.

Respondieron los tres al mismo tiempo. Ya entendía a qué se refería Loïc cuando me dijo que era taaaaan inocente y a Violet preguntándome si no lo sabía. Así que nosotros éramos los únicos dos ingenuos que no se habían dado cuenta hasta ese momento. Bueno, mejor tarde que nunca.

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