Capítulo 16

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Desperté cuando el sol comenzaba a elevarse en el cielo. Me di cuenta de que estaba cubierto con el abrigo de Shane y que él no usaba más que una camisa abierta a pesar de que el aire frío del invierno comenzaba a llegar. Me incorporé dispuesto a ponerle el abrigo de vuelta, pero algo llamó mi atención. Shane tenía muchos tatuajes, tenía un ave fénix en el cuello, del lado derecho, un anillo en cada mano, en el dedo anular con letras que no lograba entender, una cadena que se enredaba en su brazo derecho hasta su muñeca y otros más que no había visto, pero ahí estaban. No pretendía mirarlo, solo me incliné para cubrirlo y tenía la camisa abierta o rasgada por esa última pelea. Estaba manchada de sangre y su rostro también tenía un poco de sangre seca pegada a la piel. Vi el inicio de un tatuaje en su pecho, sobre el corazón, saliendo por la orilla de la camisa. Fue un impulso, algo que ni siquiera reconocí. Me incliné aun más y moví la tela para dejar al descubierto un escudo. O eso parecía, porque estaba roto. Había una línea larga, una cicatriz que lo atravesaba de izquierda a derecha, en forma diagonal. Era difícil encontrar la forma correcta o el sentido de las letras (si es que eran letras), debajo de esa marca.

Tuve la buena suerte de moverme unos segundos antes de que él despertara y me descubriera husmeando en su cuerpo porque eso habría sido muy difícil de explicar.

—¿Estás bien? —preguntó con voz más grave de lo normal y yo asentí.

—Gracias —dije levantando el abrigo.

No me respondió, se incorporó soltando quejidos cada vez que movía alguna extremidad. Yo también me sentía muy adolorido y cansado, pero no me sentí con el derecho de decirlo después de que todos estábamos maltrechos por mi culpa. Así que me tragué el dolor y las molestias y me moví a la par de ellos. Chasydi y Shawnneta ya estaban listas, incluso habían ido a cazar unas liebres que comimos apresurados porque necesitábamos seguir en el camino.

Decidimos seguir a pie un tramo más, nos movíamos con lentitud, nada comparado con el viaje sobre un dragón, pero era más probable que nos descubrieran en el aire con el enorme cuerpo de Shane. Gael sabría que iríamos hacia el castillo, pero Chasydi conocía muchas rutas alternas en las que sería menos probable que fuéramos atrapados.

El aire era fresco, pero el sol era mucho más intenso y eso no ayudaba a mi poca condición física. Tropecé muchas veces sin entender cómo lo hacía o con qué. Me rendí a que no era capaz ni siquiera de caminar e hice lo mejor que pude por seguirles el ritmo. No fue tan necesario porque Shane siempre se mantenía cerca de mí obligando a las chicas a esperarme también.

Caminamos por mucho tiempo y, aunque Shane y Chasydi discutían sobre la mejor ruta a seguir (que si era mejor ir por hacia las ninfas o hacia las rastreadoras), yo me concentraba solo en respirar porque no tenía la menor idea de qué eran esas criaturas y, ¿sinceramente? Me daba igual.

Después de lo que pareció ser una eternidad, llegamos a una parte del bosque que se sentía diferente a cualquier otra. Lo que nos rodeaba no eran solo árboles, sino que parecían tallos de flores. Cuando levanté la vista, descubrí que eran una especie de girasoles enormes que nos cubrían del sol. El aire parecía ser menos denso ahí, era fresco y la naturaleza estaba presente, más que en ningún otro lado que hayamos pasado antes. El sol era brillante y los tallos hablaban. No es una expresión, ellos literalmente estaban susurrando. Me giré aterrado hasta que vi una figura humana sin saber si era un enemigo o algo parecido.

—Ninfas —susurró Shawnneta, aliviando mi temor momentáneo.

Más ninfas salieron entre los tallos, aunque creo que en realidad salían de los tallos y nos rodearon. Todas usaban vestidos largos y ligeros, con colores casi transparentes que ocultaban muy poco sus cuerpos. Decir que eran las mujeres más hermosas que había visto en mi vida no alcanzaría a explicar su belleza. No existían palabras para describirlas, mi mente se quedaba en blanco al intentar hacerlo. Eran morenas, pelirrojas, rubias, de cabello negro y castaño y colores entre medios. Todas tenían raíces y flores enredados en su cabellera, como si fueran parte de la naturaleza.

KensingtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora