Capítulo 11

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El Paso no era nada como imaginé que sería, aunque no había imaginado demasiado porque en mi vida jamás creí encontrar algo como eso. Era una brecha, una especie de llanura de naturaleza en medio de montes que parecían mucho más altos de lo que se podría considerar humanamente posible y estaba lleno de vida. Estaba atardeciendo cuando Shane descendió a las orillas de la brecha y nadie parecía sorprendido por ver a un enorme dragón porque todo estaba lleno de criaturas mágicas y extrañas. Había lobos tan altos como un caballo, seres voladores parecidos a las hadas, seres demasiado pequeños, más brujos jugando con magia, personas deformes y muchas cosas más que no logré ver porque tan pronto Shane se transformó en humano, Jaimie le arrojó su mochila y le acomodó un buen puñetazo en la mejilla derecha. No voy a mentir, dejé que lo golpeara un par de veces más antes de intervenir porque me parecía que Shane se lo merecía.

—¡Nos abandonaste, maldito bastardo!

—¿De qué diablos hablas, Raganu? —preguntó mientras se limpiaba la sangre del labio— ¡Ustedes no estaban ahí cuando yo desperté!

—¡Eres un...!

—Jaimie, basta —lo llamé y, aunque parecía listo para irse sobre Shane, me miró. Estábamos heridos, cansados y hambrientos. Hablaríamos más tarde, pero en esos momentos solo quería descansar—. ¿Ahora qué? —pregunté mirando a Shane a medias. Ya estaba semi vestido cuando se acercó a nosotros.

—Buscaremos dónde dormir.

Me puse en medio de ellos dos cuando Shane caminó y no apartó la mirada furiosa de Jaimie hasta que fue necesario. Parecía muy decidido a golpearlo, pero no se arriesgaría a lastimarme a mí si estaba en medio. No creía una maldita palabra de su juramento, pero mientras pudiera usar su mentira contra él, lo haría.

—Nos iremos —susurró Jaimie cuando Shane estaba lejos de nosotros—. Descansaremos y nos iremos por nuestra cuenta. No podemos confiar en él.

Asentí, no quería estar cerca de Shane ni de nadie más que no fuera Jaimie. De pronto la simple idea de alejarme de él me llenaba de terror y ni siquiera entendía por qué. Caminamos hacia Shane y lo seguimos cuando entró en lo que parecía una puerta incrustada en la montaña, del otro lado había una taberna enorme, con paredes hechas de roca parecía una cueva. Era fría, pero no me molestaba, lo encontraba incluso reconfortante.

—¡Que me parta un maldito rayo, es Shane! —gritó un hombre detrás de la barra al fondo. Algunas personas (o seres), se volvieron hacia nosotros y no todos celebraron al ver a Shane. Algunos murmuraron e incluso escupieron en el suelo, algo asqueroso, debo admitir—. ¡Hombre, pensé que estabas muerto! ¡Desterrado y muerto!

—Si esperas un par de días quizá tu deseo se haga realidad —respondió él recargándose en la barra. Miró a Jaimie por un momento y no había ningún tono de broma en sus palabras. Era desconcertante escucharlo hablar tan serio de pronto—. Necesitamos un lugar donde dormir.

—Llegas en buen momento, tengo un par de habitaciones.

Nos hizo un movimiento de cabeza indicando que debíamos seguirlo y así lo hicimos. Cruzamos la taberna hacia unas escaleras de madera roída y subimos mientras el hombre decía cosas en lo que parecía ser una conversación con él mismo. Nadie estaba interesado en averiguarlo porque estábamos demasiado cansados para prestar atención. La primera habitación era pequeña, tenía una enorme ventana orientada hacia la brecha y que nos permitía mirar todo el movimiento de afuera. Shane dijo que nosotros debíamos quedarnos ahí ya que solo había una cama y estuve tan agradecido porque necesitaba hablar con Jaimie a solas.

—Los precios han subido, así que espero que tengas mucho dinero —dijo el hombre.

—¿A caso no hay descuento para los viejos empleados? —Ahí estaba su sarcasmo de vuelta, un poco rígido, pero me resultaba más familiar cuando hablaba así. El hombre negó y sonrió más amplio.

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