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Capítulo 7

No estaba segura de como había llegado a esa situación, pero tenía que hacer algo para remediarlo, lo antes posible.

-¡Liv, detenla!- grita al ver a la rubia salir del cuarto de juegos, para su suerte intercepta a Elara antes de que vuelva a escaparse.

-¿Qué les sucedió?- los observa con una sonrisa en el rostro, genuinamente curiosa.

-Algo salió mal en nuestra excursión- detrás de ella hay un camino de huellas de lodo que dejaron, lleva en sus brazos al pequeño Atlas, pero la mini rubia traviesa corrió antes de que pudiera tomarla - ¿Crees que Morgan se moleste?

-De seguro los asesina- responde riendo sin poder contenerlo más, no la culpaba los tres estaban bañados en lodo, los cabellos dorados de los gemelos fueron cubiertos por una gran capa de la espesa sustancia.

-Traté de detenerlos pero me superaban en numero- retiene mejor al niño en sus brazos, este lucha por unirse a su hermana- por favor ayúdame.

-Tranquila sé que hacer.

Su plan originalmente era cenar con los gemelos en la puesta del sol, en aquella mesita del jardín, todo iba de maravilla, habían terminado de comer, tenían unos minutos libres antes de la hora del baño, así que los dejo explorar un poco, pero todo se salió de control cuando Atlas descubrió un pequeño charco de lodo.

Profirió un grito de victoria, sumergió ambas manos, su niñera se apresuró en tomarlo y buscar con que limpiarlo, descuidando a la gemela, cuando la escuchó era demasiado tarde, los zapatitos blancos de la pequeña ahora eran de color café, trató, en vano, de alejarlos, pero no lo logró.

Así que en su lucha, los tres terminaron sucios, emprendieron el camino a su habitación dejando a su paso marcas en las alfombras, si Morgan los hubiera descubierto, los habría matado en ese instante, para su suerte no fue así.

...

-Vamos, Atlas, debes descansar- trata de acostarlo de nuevo, pero no lo logra, ¿Por qué es tan fuerte?, - tu padre se molestara mucho con ambos-  lo sostiene a la altura de sus ojos, él solo sonríe doblegándola, haría lo que sea por esa bonita mirada verde.- Tu ganas.

Lo lleva hasta la mecedora y lo arrulla en sus brazos, Danielle le había dicho, que el jefe solicitó dejar a los gemelos dormir en su cuna solos, lo estaba intentando, con Elara no tardó mucho, pero Atlas se negaba a dormir si no era sobre su pecho.

En la tenue luz le canta, acaricia su mejilla mientras se mecen, se había encariñado más de lo que debía con los gemelos, trató de evitarlo pero su instinto materno fluía de ella tan pronto los tenía cerca, cuando iban con sus abuelos los extrañaba tanto que incluso le dolía.

Escucha pasos en la habitación contigua, el reloj en su muñeca le advierte que es tarde, ya debería estar en su habitación, pero si dejaba al pequeño volvería a despertar arruinando su trabajo, cierra los ojos preparándose mentalmente para su nuevo enfrentamiento con su jefe.

-Señorita...- se detiene al verla, su ceño se frunce al encontrar a su hijo dormido en brazos de la niñera- le pedí que no hiciera esto.

-Lo sé- hablan tan bajo como pueden, para no despertar al bebé- ya era tarde, Atlas no podía dormir, así que lo ayudé.

-¿Ha pensando en lo que sucederá cuando se marche?- siente frío recorrer sus venas.

-¿Va a despedirme?- se pone de pie, cuidando no despertarlo- por favor, no tengo a donde ir, necesito el trabajo, además yo los quiero...

-Tranquila- la toma de los hombros, no fue consciente de cuando se acercó, el contacto envía un agradable cosquilleo a través de su cuerpo.- No voy a despedirte, pero tu contrato acabará algún día.

AylaOnde histórias criam vida. Descubra agora