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Capítulo 23

La nueva rutina le ayudaba a evitar la incómoda charla con Malik, lo había logrado evitar, dejando que sus dudas e inseguridades la consumieran, su estado de ánimo parecía repeler a su pareja, mientras más insegura se sentía él más se alejaba.

Para fortuna de los dos, parecían estar siempre ocupados, mientras ella entrenaba con Miles, tomaba clases con Duncan y pasaba un rato con los gemelos antes de llevarlos a dormir, él vivía resolviendo problemas con la manada, juntas con los alfas vecinos y entrenamientos con sus soldados, sus interacciones disminuyeron considerablemente en las siguientes semanas.

- ¿Estás poniendo atención? – chasquea los dedos frente a ella trayéndola a la realidad.

- ¿Qué?

-Ayla, ¿qué sucede?, estás distraída – Duncan cierra el libro frente a ella. - ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

-Sí, tengo una duda, desde hace unos días – admite, sin poder contener más lo que carcomía su mente – Cuando un cambia forma, pierde a su mate... ¿la diosa le asignará una nueva pareja?

-Bueno, supongo que sí, pero hay factores involucrados.

- ¿Cómo qué?

-Para tener una pareja nueva debes tener el rango más alto en la manda, solo los alfas recibirán una nueva compañera, pues una Luna es necesaria para la protección de su manada, le brinda equilibrio a su compañero y este puede proteger mejor a los suyos.

Todo se confirmaba, ella era solo un remplazo, por eso Malik la rechazó al inicio, pero su vínculo, otorgado por el ser divino más importante para ellos, lo obligaba a aceptarla, por el bien de su manada.

-Gracias – oculta su decepción aceptando su destino, algo dentro de ella se remueve, inquieto, como queriendo escapar, descubre lo que sucede al percibir el aroma a hierva buena de su compañero.

Gracias a Miles había estado practicando formas de comunicarse con su loba, o en este caso a percibir los pequeños destellos de ella, cada vez que Malik se acercaba podía sentir como Artemisa se agitaba en su interior.

-Necesito llevármela – ni siquiera la miró, se puso en pie para seguirlo, caminaron en silencio hasta la cabaña de las brujas, hacía mucho que no pasaban por ahí, desde el incidente con Evie, así que le sorprendió cuando ella abrió la puerta, con esa sonrisa tan bonita que la caracterizaba, sin rastro alguno de lo que había sucedido.

-Bienvenidos – hace una seña para invitarlos a pasar – vayamos al jardín hay muchas cosas de las que debemos conversar.

Ambos la siguen, el jardín posterior era enorme, parecía estar hechizado pues el cielo no tenía la misma coloración que hace unos segundos, hay varias mesas de trabajo esparcidas por el jardín, con calderos humeantes, Evie los guía a la última mesa, donde todo parece desordenado.

-¿Han peleado? – se sienta en el suelo sobre un cojín, así que deben imitar su acción – no quiero ser entrometida, pero hay una energía negativa entre ustedes.

-No- responden al tiempo.

-No hemos tenido mucho tiempo juntos, ¿cómo podríamos pelear? – evita la mirada de la bruja.

- ¿Has tenido emociones negativas estos días, sobre su relación? – se congela, el frío corre por su espalda, abre los ojos con sorpresa, tratando de decir algo, pero no lo logra.

-Yo... - siente la mirada de Malik sobre su cuerpo.

- ¿Por qué preguntas? – vuelve a ignorarla, y la presión sale de su cuerpo.

AylaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora