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Capítulo 8

-Ayla escucha- trata de tranquilizarla tomando su mano, pero no quiere sentirlo, lo aparta, camina a la puerta, pero es detenida- te necesitamos.

-Yo no soy como ustedes, ¿para que me querrían?- quiere irse, escapar, sabe que los gemelos la esperan con Danielle y Olivia, pero no es capaz de quedarse, no cuando la obligarían a dejar lo que ama.

-Una luna es lo más importante para la manda, esperamos por ti mucho tiempo...

-¡No!- lo interrumpe, sale de su habitación, a paso rápido tratando de dejarlo atrás, cosa imposible.

-Ayla, por favor... no quería asustarte.

-¡Yo no puedo cuidar de todo un pueblo!, yo no quiero esto, era feliz, con mi vida sencilla- el corazón le late con fuerza, ensordeciéndola – quiero irme.

Sale por la puerta del jardín y corre, escucha que gritan su nombre pero no se detiene, corre hasta adentrarse en el bosque, dispuesta a luchar para escaparse, corre hasta que sus pulmones no pueden más, el pecho le arde, se detiene recargándose en el tronco de un árbol se deja caer, aprieta con sus brazos sus rodillas y se balancea, quiere recuperar el control, evitar la crisis de ansiedad que estaba viviendo.

Esta por calmarse, se pone en alerta al escuchar ramas crujir, se asoma por detrás del tronco, encontrándose con un gigantesco lobo, se levanta con lentitud, no quiere llamar su atención, pero antes de dar un paso este se gira.

Sus ojos color ámbar la hacen temblar, el animal es mucho más grande que ella, podría matarla de solo un zarpazo, hace lo que su cuerpo le pide, huir, vuelve por el camino que había hecho, escucha al animal rugir, zigzaguea entre los árboles ganando pocos segundos, siente esperanza al vislumbrar el claro junto al jardín, corre tanto como sus piernas se lo permiten, grita deteniéndose abruptamente.

Otro lobo esta frente a ella, de color café, igual de gigantesco que el anterior, se queda paralizada al verlo correr en su dirección, detrás de ella el lobo negro la observa, relame sus colmillos, decide que teme aún más morir por él, así que corre de nuevo a la casa, buscando a toda velocidad como salir con vida de ahí.

Todo pasa en cuestión de segundos, se tira al suelo haciéndose un ovillo, siente como el pesado cuerpo del lobo café se posa sobre ella, cubriéndola y después salta, escucha el golpe y los gruñidos de ambos lobos al enfrentarse. Lanzan mordidas, se golpean con sus patas, solo puede observarlos, demasiado asustada para hacer cualquier cosa.

Alguien la toma por los hombros levantándola, la suben sobre el hombro, corren con ella, lo último que ve es otro lobo de un café más oscuro uniéndose a la pelea, los ojos ambarinos del más grande no se despegan de ella, lucha por alcanzarla.

-¡Suéltame!- grita, mareada, el balanceo de su cabeza la hace sentir peor.

-Debo ponerla a salvo- reconoce la voz de Danielle- lo siento tanto.

Aunque ruega no la baja, no la lleva de vuelta a la mansión, no reconoce el camino, sus alarmas se encienden cuando la baja por unas escaleras oscuras, el ambiente es helado, el olor es nauseabundo, como oxido, putrefacción y humedad, le da una arcada.

-¿Dónde estamos?- la dejan sobre algo mojado y blando- Dany- se apresura a ponerse en pie, pero una puerta metálica, se cierra en sus narices- por favor, no, te lo suplico- comienza a llorar asustada, no podía estar pasándole esto.

-Lo siento mucho- la rubia contiene las lágrimas al verla suplicar, pero no cede.

-¡Soy tu luna!- grita como su último recurso, antes de que la dejen sola ahí abajo- no puedes hacerme esto- la mujer no se vuelve, su voz se escucha ahogada cuando responde. 

AylaWhere stories live. Discover now