Parte 36

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Era una pequeña choza.

No parecía una cabaña, y al juzgar por la fachada, no había sido habitada en mucho tiempo.

Bridgette se dio una palmadita en su cuello, porque un mosquito la había picado, mientras que Marinette se removia incómoda del agarre de Lila.

Últimamente estaba más pegajosa con ella, y no era que le molestara, pero si la incómodaba. No podía explicar lo que sentía cada vez que ella la tocaba, o le hablaba, simplemente un escalofrío invadía su cuerpo y la hacía sentir incómoda. Sin mencionar que su cercanía molestaba a Adrien. El rubio no estaba para nada contento por tener que compartir a su Luna.

Dianne se mantuvo callada durante todo el camino. Como si estuviera ida, o poseída. Adrien la mantuvo vigilada por si se atrevía hacer una locura, pero la rubia no había demostrado ser un peligro. Sólo susurraba cosas entre dientes de vez en cuando, pero nada grave. El viaje fue tranquilo, y silencioso. —Excepto por las quejas de Bridgette. —Y eso Adrien lo agradecía.

Excepto por lo de Lila. El Alfa aún desconfiaba de ella.

— ¿Esta es tu casa? —Preguntó Bridgette, arrugando la nariz. Dianne la miró fastidiada, y asintió con un ligero asentimiento de cabeza. —Que... Bonita. ¿Pero sabes que sería perfecto? tumbarla y recostruinla de nuevo. Es sencillo.

Dianne la miró de mala forma. Su casita no era la gran cosa, pero eso no le daba derecho a insultarla de esa forma. Desde que comenzó a trabajar para el príncipe, casi no visitaba su casita, o cabaña. Siempre se la pasaba junto al príncipe. La última vez que visitó su casita, fue porque Aurore se lo había pedido, para aquel ridículo hechizo con el que fue atrapada. Que Bridgette insultara su hogar, era vergonzoso. ¡Y aunque fuera una Luna no le daba derecho a ser tan cruel!

Bridgette, ajena a la mirada asesina de la rubia, empezó a detallar la fachada de la casa, para visualizar los arreglos que le quedarían perfectos cuando fuera recostruida.

Menos telarañas, mas color y sobre todo, menos mugre. Si, la casita sería perfecta si no tuviera esas cosas.

Adrien y Félix se quedaron mirando fijamente la fachada. Algo... No estaba del todo bien. Ambos se pusieron en guardia.

— ¿Sientes eso? —Preguntó Félix a su acompañante.

— Algo esta mal. ¡Tu! —Señalo a Dianne. —¿¡A donde demonios nos trajiste?

Dianne retrocedió con temor. Era muy molesto escuchar como ese Alfa la gritaba a cada rato. Era más que obvio que quería asesinarla en la primera oportunidad que tuviera, pero ella no merecia ese trato. Solo había sido alimentada por la sangre de Marinette una sola vez. La sangre de animales no era suficiente, y empezaba a sentir hambre.

¿Felix la dejaría alimentarse de Bridgette?

¡Por supuesto que no!

Le arrancaría la cabeza, si lo intentara. O peor aún, le enterraría una estaca de madera en su corazón. Así que era mejor desechar esa idea. Soportaría su hambre.

De pronto, un ligero movimiento la hizo ver hacia la choza. Dianne sintió algo diferente dentro de su casa, como si algo estuviera fuera de lugar.

Arrugó el entrecejo, y ignorando las amenazas de los Alfas, corrió dentro de su casa.

Adrien maldijo por lo bajo.

— Félix, ve por ella.

El otro rubio arqueó una ceja, y gruñó, poniendo el cuerpo de Bridgette detrás de él.

— Ve tu.

Adrien rodó los ojos, y miró a Marinette, la cual aún era agarrada por Lila.

— Quédate aqui. —Miro a Félix, ¿Como era posible que fuera tan cobarde? —Protegela. —Siseó en advertencia, antes de correr hasta la puerta.

The Alpha MoonWhere stories live. Discover now