Capítulo 2

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Editado.

Michelle Duvessa.

—¡Michelle, vamos a llegar tarde!

—¡He dicho que ya voy! —cerré mi portatil y recogí mis cosas.

Odio los lunes.

No tenia mucho ánimo de ir al instituto, no luego de haber llamado ciego idiota a Thomas Gethwine en la cara, no tengo ni idea de donde saqué el valor para enfrentarlo. Y todo por hacerle caso a Clarisse de ir a ese juego, según ella yo soy una antisocial, pero no tenía ni idea de que Evan iría a "hacernos compañía". Clarisse y él tenían "algo" pero no eran novios.

Que raras las relaciones de ahora.

Cuando Evan comentó que su primo estaba en los baños me fui molesta. Odiaba a ese hombre, Thomas siempre me hizo bullying en primaria y nunca supe la razón. Además, era a la última persona en el mundo que le quería ver la cara nunca, gracias al cielo jamás se dio cuenta de mi existencia.

Hasta el viernes.

Y para el colmo choqué con él, ni siquiera le ví la cara, espero que no me haya reconocido.

Luego de recordar esa patética y lamentable historia. Bajé las escaleras y me dirigí al comedor, donde se encontraban mis papás y mi hermano menor.

—Siempre llegamos tarde por tu culpa, Michelle —mumuró mi hermano.

—Buenos días, hermanito de mi vida —le sonreí.

—Buenos días, hermana de mi corazón.

Todos los días nos dábamos los buenos días de esa manera y siempre terminábamos en discusiones, el tiene quince y yo diecisiete nuestra diferencia de edad no es mucha pero siempre peleamos por cosas algo estúpidas.

—Esos saluditos terminan en discusiones —mumuró mamá.

—Amadeo siempre empieza —me defendí.

—Silencio, sabes muy bien que eres tú —me reprochó.

Empezamos a discutir por quien empezaba primero, mamá suspiraba observandonos y papá se reía de nosotros.

—Buenos días, les informo que Jim ya esta esperándolos abajo —anunció Cristina nuestra ama de llaves. Jim era nuestro chófer.

Siempre teníamos un chófer para todo no entendía porque si yo fácilmente podía conducir.

—Gracias, dile que ahora salen —le agradeció mi mamá con una sonrisa y esta se retiró.

—Van a llegar tarde —mencionó papá.

—Tú también vas a llegar tarde —informó Amadeo sonriendo.

—Si papá, tienes que ir a probar vinos —dije apoyando a mi hermano.

Gracias a mis bisabuelos, tenemos nuestros propios viñedos, se encuentran en California, Oregón, Washington y en algunas partes de Italia, papá se encarga aquí y mi tia Carlotta en Italia. Trabajan todo el día para tener a flote la herencia familiar.

Gracias a eso, exportan uno de los mejores vinos.

—Yo no estudio, yo trabajo —expresó—. Y no es solo probar vinos como dices, Anastasia.

Odiaba mi segundo nombre pero solo dejaba que papá me llamara asi, Amadeo se quedó mudo por unos minutos, seguramente estaba pensando una respuesta razonable y justo en ese momento se desató una guerra entre padre e hijo.

Como todos los días.

Ver a tu papá discutir con tu hermano de dieciséis, es muy común en mi familia.

Erase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora