Capítulo 10

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Thomas Gethwine

—Hola —saludé, mirando la tumba de mi mejor amiga.

Me dolía estar en ese cementerio, hoy justamente se cumplía un año de su muerte, aún no puedo creer que ya no esté conmigo, el recuerdo de esa noche apareció en mi mente.

La tenía en mis brazos, la sangre brotaba muy rápido de la herida, comencé a moverme desesperado, poniendo mis manos sobre la esta para que dejara de sangrar. Pero, fue inútil, sin embargo no aparte mis manos, me negaba a dejar que se fuera. Sentí las manos de Romina sobre las mías, la miré y tenía una pequeña sonrisa en su rostro, luego cerró sus ojos lentamente.

No.

No, no, no...negué mirándola.

La tomé de la cara tratando de hacerla reaccionar pero fue en vano. Ya no había nada que pudiera hacer por ella.

—¡Romina! ¡No, por favor! —grité con todas mis fuerzas —. ¡No me dejes solo! ¡Te necesito!

No reaccionó.

Se había ido.

¡Ayuda por favor! ¡Rom mírame!

Volví a la realidad y me limpie la pocas lágrimas que tenía en la cara. Era doloroso recordar.

—Ya un año —suspiré—. Tengo una vida atareada pero no sabes cuanta falta me haces.

Suspiré y continúe.

—He vuelto a ver a Michelle —mumuré —. La chica que siempre odie en primaria, aunque la sigo odiando, seguramente si estuvieras aquí me dirías que fuera a coquetearle. Lamento decirte que es una duende difícil.

Sonreí por lo dicho y miré la hora. Mierda, ya era tarde.

—La veré en la biblioteca, pero pronto volveré a visitarte. Te quiero —dicho eso me fui del cementerio.

Recordar era doloroso, pero el día de su funeral mi abuela me dijo que cuando las personas que queremos se van físicamente, pero siempre van a vivir en nuestros corazones. La única persona que tiene mi corazón es Rom, no permitiré que alguien más tenga ese lugar, suena egoísta pero ella fue la única que sacó ese lado de mi, a pesar de que yo sea un amargado.

A veces pienso, que está decepcionada de mi por las cosas que he hecho, pero sin ella no soy nada, el día en el que Romina se fue, una parte de mi se fue con ella y jamás volverá.

Todo el instituto piensa que ya superé su muerte, no quiero que vean que soy débil. Mi padre me dijo una vez que cuando la gente ve tu debilidad, les das fuerzas para que te hagan daño.

Llegué a la biblioteca, estacione la camioneta en un lugar cercano y comencé a subir las escaleras de la dichosa biblioteca, Michelle estaba en la entrada por su lenguaje corporal pienso que debe estar teniendo un debate mental contra ella misma. Así que me acerco a ella, no demasiado, pero si lo suficiente para que me oiga.

—Vaya, eres puntual Duvessa —hablé y ella volteó dió un pequeño respingo.

—Vaya, fuiste puntual Gethwine —volteó con una sonrisita muy irónica.

La seguí y nos sentamos en una mesa demasiado lejos para mi estilo, no entendí porque lo hizo.

—¿Por qué tan lejos? —fruncí el ceño sentándome frente a ella—. Había mesas mejores.

Erase una vez...Where stories live. Discover now