Capitulo 4: La Caída de Lunargenta parte 2

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La caída de la ciudad portuaria de Windrunner, era inminente, la delgada linea de defensa élfica se había roto, y el ejercito imperial avanzaba sobre las fuerzas élficas. Los elfos retrocedían cada vez mas, mientras que perdían casa por casa el dominio de la ciudad, los cadáveres de sus soldados y caballeros, ya hacían sobre las largas y ostentosas calles de su tan apreciada ciudad.

-"Avanzad, ¡Hombres!"-, grito con ira, el Decurión  mayor, mientras se apresuraba al frente y formaba a sus hombres, casi después de repeler y abatir con éxito otra partida de asalto élfico, -"Debemos, llegar a la plaza y erradicar cualquier esperanza para los elfos"-, mencionó el mariscal Petrus, mientras dirigía la voz, hacía sus Decuriones.

-"¡General Sylvanas!"- gritaba un desesperado caballero Silvano,  -"El ejercito imperial, ah rechazado nuestras ofensivas, ¡Se están Reagrupando!,  mientras las fuerzas imperiales asechaban con destruir por completo el remanente del grueso del ejercito élfico, -"Las fuerzas imperiales nos superan, no podremos mantener a raya su ejercito, ¡Evacuad a los civiles!, ¡Mujeres y niños primero!, No podremos evitar que tomen la ciudad, pero al menos podremos salvaguardar la vida y la permanencia de nuestra gente.


- ARTHAS- Pov


-" La caída de Kuel talas es inminente, mi ejercito dominara cada rincón de este patético reino, y la caída de su capital es inminente"-, decía para si mismo, mientras camina por las villas cercanas de la ciudad capital de Lordaeron, enormes e inexpugnables murallas de piedra pulida, y un  centenar de torreones, que la protegían día y noche, la enorme ciudad del imperio, estaba bien situada y defendida por 6 excedentes y largas murallas que la rodeaban, una mas grande que la otra, y estaban  construidas de tal forma,  que les resultase a los enemigos del imperio poder tomar la ciudad, a diferencia de la fuerza  política que correspondía al ejercito, la ciudad capital, contaba con su propio ejercito, que era conocido por sus ciudadanos como "Capas escarlatas", ademas de contar con sus propias normas y poderes, y estaban a cargo de un general, que recibía el titulo de "Custos palatii principis et civitatis", (Guardian del alto palacio y ciudad). Siendo un lord, de suma importancia y lealtad inquebrantable hacía el emperador, siendo su legión una de las mas grandes, dentro del imperio, con un contingente de, 700,000 caballeros, y soldados profesionales, a quienes se les pagaba  con un arancel de tierras y paga anual de por vida.

Mientras arthas caminaba tranquilamente  por las aldeas cercanas, los humildes aldeanos del imperio se arrodillaban con su pasar, los campos parecían brotar con rapidez, y los frutos de los arboles florecían, con un color vivo y enérgico, -"Nuestra tierra, es verde y fértil, nuestro pueblo no pasa hambre y nuestros niños, crecen y juegos en nuestros campos"-. se decía así mismo, cuando caminando por la gran aldea, se encontró con un centenar de niños, que jugaban con ramas y las blandían, como si fueran espadas, con escudos de madera, y algunos baldes de metal como cascos. -"Su inocencia, es el  objetivo que tiene el imperio"- entre pasos, Arthas llego a uno colina donde se observar en su totalidad, la gran capital y sus espectaculares murallas fortificadas, y mientras suspiraba, cerro sus ojos, a la par que respiraba suavemente hasta quedarse dormido.

-"El abuelo, me dijo que recolectara frutos del gran manzano, allí en la gran colina, supongo que podemos hacer alguna tarta y comerla en familia"- decía en vos alta, una joven muchacha de cabello castaño y largas pestañas marrones, sus ojos eran de color gris claro, y su fino rostro eran tan delicado y bonito, que podría romperse con el azote del viento. y mientras caminaba con calma sobre la colina, pudo observar con calma la silueta de un atractivo joven, apoyado en las faldas del gran manzano, y sobre él, una refinada corona de laurel dorado. Elena lo obverso con asombro, sintiendo una calidez absorbente, no pudo evitar quedarse dormida, junto aquel extraño, mientras poco a poco apoyaba su sedosa cabellera sobre su uno de sus hombros, solo para terminar suspirando a su lado.

Solo cuando Arthas se sintió, mas descansado y rebosante de energía, pudo admirar con desconcierto, la imagen de una pequeña niña apoyada en su hombro izquierdo. y aunque le parecía tierno y algo conmovedor, no puedo evitar sentir pena, al intentar despertarla, por lo que casi de inmediato decidió volver a dormirse.


ARTHAS:  La Historia De un  Héroe CaídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora