Capítulo 5 - Fe

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Fe

Vivir en la ciudad de Monterrey es muy divertido: hay cines, teatros, numerosas y lujosas plazas comerciales, restaurantes con juegos infantiles, estadios de futbol y de béisbol, boliches, grandes parques con pista de ciclismo y patinaje, salones de fiestas infantiles increíbles con videojuegos, entre otras muchas cosas que suele tener una gran área metropolitana de cuatro millones de habitantes. En cambio, Allende carece de todo esto. Es por eso que Dandy tiene problemas para adaptarse. Vive en la pequeña ciudad apenas desde el inicio del ciclo escolar y desde el primer día de clases fue rechazado. Dandy no sabe la razón, aunque la sospecha, él quiere pensar que lo envidian por pertenecer a una mejor clase socioeconómica, la cual hace notar con su manera de vestir y los gadgets tecnológicos que lleva a la secundaria. Además, siempre habla, con su manera fresa característica, de la gran ciudad en la que vivía, el excelente colegio donde estudiaba, la gran residencia que tenían y los lugares que conocía como París, Londres, Disneylandia, etc.

En Monterrey, Dandy encajaba bien, su manera de ser poco masculina y fina no era discriminada. Dandy tenía muchos amigos similares o que compartían intereses comunes, pero en Allende, su única amiga es su mamá. Madre soltera que lo crio sola desde los seis años, hasta que conoció al doctor Aguirre.  Tenían dos años de feliz matrimonio, cuando recibió la invitación para trabajar con el alcalde de Allende como su asistente literaria, para que le redacte sus discursos. Como buen esposo, el doctor la apoyó, aceptando cambiarse de residencia; siendo pediatra, tendría trabajo en cualquier lugar, con una sola condición: que Dandy trabajara. Quería participar de manera más activa en la educación de su nuevo hijo, y el piensa que el trabajo enseña humildad y, sobre todo, el valor de las cosas.

Al vivir en una ciudad de menos de 35 000 habitantes, y al entrar, ahora, a una escuela pública y no privada, Dandy no encuentra a otros "Dandys" con quienes relacionarse. Casi no puede salir a divertirse con su madre, a causa de las responsabilidades de ella y también por su nuevo trabajo de paqueterito, además no hay lugares divertidos a donde ir: los restaurantes son pequeños y sin área de juegos, el único teatro presenta obras cada tres a cuatro meses y la mayoría son obras cómicas, protagonizadas por alumnos de la preparatoria de la ciudad o de Montemorelos. No hay siquiera una tienda donde comprar tecnología o videojuegos. Dandy gusta de la música y solo hay una tienda donde puede comprar sus casetes; pero con frecuencia tiene que hacer pedidos de ellos, los cuales tardan en llegar hasta una semana. Aunque la ciudad de Monterrey queda a solo cincuenta y seis kilómetros, la inversión de tiempo en el viaje redondo suele ser de mínimo dos horas, así que los viajes a Monterrey se reservan para los fines de semana y algunas veces, solo se hacía una visita rápida a los abuelos sin tiempo de divertirse.

El principal atractivo de Allende son sus esplendorosos ríos y arroyos; los hay de diferentes tipos: de aguas poco o muy profundas, tranquilos o ríos rápidos, con cascadas, etc. Y en todos ellos sobresalen los gigantescos sabinos. Todo el mundo se deleita en sus aguas, pero Dandy no tiene con quien ir; sus compañeros nunca lo invitaban.

Por todo esto, Dandy no es feliz en Allende y sus padres están preocupados, aunque el doctor cree que el cambio será para bien. Es por eso que el padrastro de Dandy le organizó una cita de juego, con el temible Púas. Cuando Dandy se entera de esto, protesta de inmediato durante la cena:

—Pero no lo conoces, es un pesado. Ya lo soporto bastante en la secu y en el súper, y ahora tengo que soportarlo también en mi casa.

Los padres de Dandy se miran en silencio. El padre piensa en que decir, pero todavía no tiene nada. La madre aguarda, espera que sea su esposo el que solucione el problema, después de todo, él fue el que invitó a Chuy. Así que le hace señas con los ojos a su esposo. Dandy insiste:

PaqueteritosWhere stories live. Discover now