Capítulo 15 - Revuelo

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Revuelo


Bastaron pocos días para que todos los del supermercado, la secundaria y medio Allende se enterará del embarazo de Liliana. Chuy siente las miradas de las personas, mira de reojo los dedos señalándolo y escucha las murmuraciones, a veces muy claras que dicen: «que muchacho tan pendejo, ya echó a perder su vida». En cada lugar que visita siente que hablan a sus espaldas, hasta cree que sus compañeros de futbol se ríen de él. Todo esto es difícil para Chuy, pero lo es más por las peleas diarias con su madre, pues ella le exige que vaya a hablar con la familia de Liliana, para prometer que se hará cargo del bebé, pero no solo eso, también le exige que se case con ella, que no condene a ese bebé a crecer como un bastardo.

Casi es la hora de salida y Chuy se sale de la tienda a tomar un refresco bajo la sombra del último árbol del estacionamiento, frente al área de descarga de mercancía; lejos de sus compañeros, y de toda la gente. En eso, ve que un hombre le observa, parado en la acera de enfrente. No logra ver quién es, pues usa cachucha y la sombra del mediodía oscurece más su rostro. En ese momento, alguien suena el claxon y el hombre voltea por reflejo, y deja ver el parche que lleva sobre su ojo derecho. El rostro del hombre se le hace familiar a Chuy, por eso se levanta para verlo mejor. Tadeo, el expaqueterito que cursa preparatoria, sale del almacén para recibir al camión de mercancía, que fue el que sonó el claxon, saluda a Chuy, que, en lugar de responder el saludo le pregunta:

—Tadeo, ¿ves a ese hombre de enfrente?

—Sí, el de sudadera...azul...¿negra?

Otro camión llega a descargar y le tapa la visibilidad por completo a Chuy. Rodea el camión, pero el sujeto ya no está. Chuy le pregunta a Tadeo:

—¿Viste si la sudadera era de Rayados?

—No, vi que tenía un escudo, pero no distinguí de que era. ¿Por qué?

—No, por nada.

Tadeo saca un cigarrillo y le ofrece uno a Chuy. Este lo rechaza. Tadeo se sienta a fumar, Chuy se sienta al lado y le dice:

—No sabía que trabajabas en el almacén.

—Sí. Me hubiera gustado seguir empacando con ustedes, pero por la edad no me dejan. Aprovecha mientras puedas, la verdad es que ustedes ganan más que nosotros, con mucho menos esfuerzo, pero ya ves, estoy en edad de levantar mercancía pesada, por un sueldo de miseria.

—¿Y vas a poder seguir estudiando?

—Para eso trabajo, para seguir estudiando. La prepa no es barata, pero la universidad es mucho más cara. Estoy juntando para la inscripción.

—Tú trabajabas en los materiales, ¿no?

—Sí, pero con esta crisis, ya no construyen casas. Toda la colonia de Infonavit que se estaba construyendo allá por Los Perales se paró. Me sacaron en el primer recorte. Y tú, ¿qué vas a hacer?

—¿De qué...?

—¿Seguirás estudiando?

—No sé.

—Pues si quieres entrar a la prepa, vas a tener que trabajar duro. Así es para nosotros, "la raza". A menos que seas un genio y ganes becas.

Después de un silencio, Tadeo le dice:

—Tú la tienes más difícil. Vas a tener a un hijo, ¿verdad?

Chuy pone cara de asombro, Tadeo sonríe y le dice:

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