Capítulo 11 - Un domingo inolvidable

24 3 0
                                    


Un domingo inolvidable


Después de soltar la noticia desconcertante e inverosímil para Ángel, Chuy se retira sin esperar respuesta. Ángel tarda en salir del trance. Se topa con Omar que le menciona algo, pero Ángel no lo escucha, lo ignora y arranca corriendo para montar su bicicleta. Siente tantas ganas de llorar y solo puede pensar en ir a su lugar favorito para enjuagar el dolor: al arroyo, donde arrojaría piedras con todas sus fuerzas para tratar de amainar la ira, solo la ira.

Dandy sonríe y camina con un contoneo que resalta cuando está contento, y lo está, porque su padrastro fue a ver el partido, aun cuando sabía que Dandy no juega. Camino a casa, el doctor no para de hablar del encuentro:

—Jugaron bien, pero el árbitro no pitó equitativamente... ¡Obvio! era el entrenador de los Tejones, pero fue muy descarado.

—Sí ¡Se la bañó!

—Te vi escribiendo a toda velocidad ¿Qué tanto anotabas?

—Escribo todo lo que me dice don Tomás o lo que les enseña a los jugadores; consejos, técnicas de juego, pendientes, etc. —En un alto, le enseña la libreta de apuntes y la hojea un poco.

—Se ve que llevas escritas muchas hojas. ¿Eso era el uniforme?

—Sí, son algunos diseños, este fue el ganador.

—¡Qué bonito! ¿Y tú lo diseñaste?

—Sí...bueno, Chuy ayudo un poco en la parte creativa, pero yo hice el escudo, solo. —Dandy se lo muestra con emoción.

—¡Qué bien! Eres bueno. Son buenos. Deberían de ayudarme a hacer el logotipo de la farmacia, no he tenido tiempo para dedicarme a eso.

—¡Claro! Con todo gusto. —Dandy se entusiasma—. ¡Gracias!

—No tienes nada que agradecer, hijo.

Dandy abraza su tabla con una gran sonrisa, se siente muy feliz y ansía contarle a Chuy. Por primera vez desde que llegó a la ciudad disfruta del paisaje verde atiborrado de flores silvestres de todos los colores y de los perales que parecen tener copos de nieves sobre ellos, y ese bello aroma de los azahares; lo hacen sentir en casa.

Juan sube al auto con su familia, lo felicitan por el juego y le comentan lo bien que la pasaron.

—Muy bien jugado, mijo —lo felicita su madre.

—¡Bajaste ese balón como maestro! —le dice su padre.

Juan agradece las felicitaciones con una gran sonrisa, hace mucho que sus padres no le felicitaban por algo. Su felicidad se acrecienta cuando el padre le dice que comerán en Las Cazuelas, un modesto restaurante tradicional de carnes y pollos asados, además de caldo de res y guisos diversos. Pero lo que más le gusta a Juan de ese restaurante son las gorditas de maíz que sirven como entrada. Juan se pregunta el por qué irán a comer ahí, solo lo hacían en ocasiones importantes para la familia, pero se da cuenta cuando su padre le dice:

—Tu hermano ganó una beca en la universidad, Juanito. ¿Cómo ves?

Juan festeja, le da mucho gusto por su hermano, y también por la familia, pues así ya no tendrán que pagar la colegiatura, y tal vez, ahora si podrá comprarse los tachones que realmente quiere, y no los que su madre le propuso: unos de segunda mano.

Chuy regresa a donde su madre y su hermana lo esperan.

—Ya te vi, galán —le dice la madre despeinándolo.

PaqueteritosWhere stories live. Discover now