Capítulo 8 - Confrontación

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Confrontación


 Esa noche, Chuy llega a casa a las cuatro de la mañana. Su madre se levanta cuando escucha la puerta y le pregunta con enojo:

—¿Por qué tan tarde, Jesús?

—¡Ya, ma! Quiero dormir. Mañana hablamos.

—¡No!, cual mañana. Acabas de desaparecer casi dos días, regresas, y ahora llegas a esta hora. ¿Por qué estás haciendo esto?

—¿Y tú? ¿A qué hora llegaste?

—¿Y eso qué? Ni tengo que rendirte cuentas a ti, yo soy tu madre...

—¿No tienes que rendir cuentas? Pero tienes una responsabilidad, y el único día que descansas también te sales en la noche y llegas en la madrugada —le interrumpe Chuy exaltado.

—¡Baja la voz! A mí no me gritas. Soy una madre responsable que trabaja por ustedes y...

—Si fueras responsable, no salieras en la noche con tu novio.

—Deja de interrumpirme. Soy tu mamá, Jesús, pero también soy mujer y merezco sentir amor. No veo nada de malo que yo tenga novio. ¿Por qué te molesta tanto?

—¡Porque nos dejas solos! ¡Siempre estamos solos! No recuerdo la última vez que salimos juntos, como familia, o que vimos una película juntos. Yo también trabajo y estudio y casi no tengo tiempo libre...

—¡Deja de gritar! Hueles a cerveza ¿Por qué estás tomando?

Chuy camina hacia su cuarto, su madre insiste en la pregunta, hasta que Chuy responde:

—Tomé solo poquito, no estoy pedo. Ya me quiero dormir.

—¡Pero si no me has explicado nada!

—Ya te dije, fui a pasear un rato. Además, explícame tú, porque estabas paseando con ese...tipo, cuando se supone que estás en el trabajo.

—Cambié mi día de descanso.

Chuy entra a su cuarto y cierra la puerta. En el pasado la mamá hubiera insistido más y con mucha probabilidad hasta hubiera cacheteado a su hijo, pero recuerda las palabras de don Tomás y ahoga el coraje.

En los días posteriores, los paqueteritos castigados entrenan en su casa: Wicho remata hacia una gran sábana amarrada a dos árboles que pretende ser una portería. Aarón hace abdominales colgado de cabeza de una rama de un nogal, o al menos eso intenta, pues solo logra realizar dos; así que mejor pasa al siguiente ejercicio, conducir el balón por toda la casa, el mayor tiempo posible, ante el regaño constante de su madre, pues ya ha roto un jarrón, un portarretrato y un plato. Ángel rebota el balón en la pared de su casa, con un pie lo chuta y patea de primera intención con el otro, cada vez más rápido. Omar corre en el arroyo lo más rápido que puede; el agua le llega casi a las rodillas, así que se cansa de inmediato, y se deja caer, dejándose llevar por la corriente cristalina.

A parte de todos estos ejercicios personalizados, el entrenador les ordenó a todos una serie de ejercicios para aumentar potencia: correr a toda velocidad distancias progresivas, partiendo siempre del mismo punto, las mentadas "pesadillas". También les recomendó ir corriendo, a máxima velocidad, a todos los lugares que fueran, anotando el tiempo de los trayectos para después intentar romper sus propias marcas. Además practican brincos: tratan de alcanzar el techo con la mano o alguna rama de árbol. También entrenan cabeceo: rebotan el balón en una pared, después brincan lo más alto posible y cabecean con todas sus fuerzas.

PaqueteritosWhere stories live. Discover now