4. ¿O quizás la rara soy yo?

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Si uno de ellos va a ser mi asesino, entonces... ¿Me he metido en la boca del lobo cómo suelen decir por ahí?

Técnicamente eso es imposible, los lobos comen por partes.

Oh, no. Lo que faltaba.

Cuando tenía cinco o seis años solía hablar durante horas con la molesta voz de mi cabeza, e incluso le puse un nombre: Anabelle. Sí, como la muñeca de la película de terror, a temprana edad veía ese tipo de películas sin asustarme.

Un día mis padres me atraparon hablando sola pero no me hicieron mucho caso, mi madre dijo que era normal para las niñas de mi edad tener amigos imaginarios, que era con quien pensaba que hablaba, y mi padre nisiquiera me miró.

Todo marchó bien hasta que... Anabelle me empezó a dar órdenes.

El primer animal que maté, fue porque me lo ordenó.

El segundo porque estaba aburrida.

Y el tercero por diversión.

Mi madre descubrió el cadáver de uno de esos animales oculto debajo de mi cama y cuando me interrogó, como toda niña buena que era, le conté la verdad. Perdí la cuenta de a cuántos doctores me llevó y a los ocho años por fin había dejado de escuchar a Anabelle.

A veces cuando cierro los ojos lo único que veo son las manchas de sangre de animales muertos en mis vestidos y a mí lavándolos torpemente para mi madre no me descubriera.

Pasé años lamentándome y odiando a esa voz, la cual hizo que sintiera repugnancia de mí misma.

Ahora ella regresó, y creo que para siempre.

Así es querida. ¿Creíste que te librarías de mí?

De hecho, sí, aquel día hicieron que desaparecieras.

Pero aquí estoy.

¿Tú fuiste la voz que me habló cuándo me di el golpe en la cabeza y desperté aquí?

No, ahora deja ese libro, cambia la  cara y presta atención. Frederick lleva unos diez minutos hablándote.

—¿Eh? ¿Quién? —pregunté confusa.

Frederick suspiró con alivio.

—Lyn, por fin reaccionas. Llevas un rato mirando al vacío sin decir nada. Pensé que te pasaba algo malo.

—¿Qué leíste para que te pusiera tan mal? Estás pálida.

—No leí n-nada malo Rowen, solo... tuve un mal presentimiento... sí, eso. Fue so-solo e-eso.

¿Acabo de tartamudear?

Lo haces cuando estás nerviosa o mientes.

Supongo que eso se había ido contigo y regresó cuando volviste.

Din, din, din. Respuesta correcta. Diez puntos para la ganadora.

—¿No se supone que debes ir a buscar tus cosas?

—Oh, eso. Sí, enseguida voy, pero antes iré a visitar a Nicole.

—No sé quien es ella pero está bien.

Debo ir a hablar con ella, no tengo de otra. Si se lo digo a Kian el vendrá y los matará a ellos. Nicole es la única persona que es capaz de sacar algo positivo de lo que me acabo de enterar. O al menos, eso espero.

Levanté la mirada. Rowen está mirándome con curiosidad. Cuando no tiene los ojos completamente negros como la primera vez que lo vi me cae bien. Sus ojos púrpuras son... tiernos. Damien me está analizando con mala cara. Él me pone los pelos de punta.

Engaños mortalesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum