9. Malas, y nuevas, amistades.

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Las personas deberían venir con 30 segundos de tráiler para saber en qué se está metiendo uno.

Evangeline Roberts

EVELYN

Sentí una respiración en mi oído derecho y una mano cubrió mi boca antes de que pudiera gritar.

—No digas una sola palabra si no quieres morir —habló en voz baja una persona desconocida.

Era un chico. De eso estaba completamente segura.

Un chico con una voz muyyyy seductora.

Cállate consciencia.

—Abre la trampilla sin hacer mucho ruido y entra en ese lugar lo más rápido que puedas. ¿Te quedó claro? —sonó como un héroe de las películas en las que ellos siempre le ganan a los villanos.

Fruncí el ceño un poco molesta.

Eso es lo que planeaba hacer.

Asentí.

Me soltó poco a poco.

—Iré a buscarte luego.

Me soltó por completo e intenté voltearme para ver su rostro pero una vez lo hize, ya había desaparecido.

Seguí sus instrucciones y me adentré en lo que parecía ser un agujero sin otra salida que no fuese la trampilla.

Me lastimé un poco las rodillas pues caí apoyada sobre ellas. La trampilla se cerró sobre mí, dejándome a oscuras.

Maldije para mis adentros.

Odio la oscuridad.

Mi teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Suspiré aliviada. Por un momento pensé que se me había caído en algún momento de mi huida.

Lo tomé y el nombre de Kian apareció iluminando la pantalla.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

¿Cómo le hace para llamarme cuando más lo necesito?

—¿Sí? —contesté con la voz rota.

—¿Dónde estás? —preguntó. Nunca lo había escuchado tan preocupado—. Mataron a Nicole —soltó antes de que pudiera contestar.

Se me fue la voz.

—¡Evelyn! —me llamó, logrando que volviera en mí — ¿Dónde estás? —repitió.

—Estoy... —dije en un susurro— huyendo.

Su respiración se volvió irregular.

—¿De qué?

—Algo mató a mis padres y... —mi voz se cortó— creo que también a Nicole.

—No te muevas de donde sea que estés y mándame tu ubicación para buscarte.

—¡No! ¡Es muy peligroso! Ya están ayudándome. Creo...

—¿Quién?

—No lo sé. Pero está ayudándome.

—¡Evelyn, esto es de vida o muer...!

La llamada se cortó.

Aparté el teléfono de mi oreja y cuando intenté encenderlo de nuevo no funcionó.

Maldición. Es lo único que me faltaba. Se apagó mi celular.

Toqué las paredes a oscuras descubriendo con más claustrofobia de la que recordaba tener que el lugar estaba completamente cerrado.

Engaños mortalesWhere stories live. Discover now