6. La criatura (Parte Dos)

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FREDERICK

Levanté la vista del libro que estaba leyendo.

—¿Te encuentras bien? —le pregunté a Rowen nuevamente a pesar de ser consciente de que me daría la misma respuesta que me dio hace unos pocos minutos.

—Sí, estoy genial —esbozó esa sonrisa falsa que yo conocía bien a pesar de que pocas son las veces que sonríe de forma simulada.

—Si estás tan bien como dices estarlo ¿por qué no paras de caminar de un lado a otro?

Desde que Damien salió a buscar a Evelyn él se puso a caminar con nerviosismo alrededor de los muebles. Al principio no le presté atención pero después de estar durante un buen rato escuchando sus pasos hacer eco por todo el lugar el sonido comenzó a marearme y a impedir que pudiese leer con tranquilidad.

—Oh, eso —comenzó a moverse más inquieto que antes. Suspiró y se encogió de hombros—. No lo sé.

Le hize un gesto que él entendió a la perfección y se sentó en el sillón frente a mí.

—Te da miedo ¿cierto?

—¿Miedo? ¿Por qué tendría que tener miedo? —preguntó, más nervioso que antes.

Cerré el libro, lo dejé en la pequeña mesa y miré a mi amigo de toda la vida con una ceja enarcada.

—¿Enserio es necesario que te lo diga?

—¡No! —negó rápidamente y un ligero rubor cubrió sus mejillas.

—Eso creí.

—E-es solo que tengo un mal presentimiento.

Chisté.

Sé que en parte esa excusa fue solo para que cambiara de tema pero yo también tenía un mal presentimiento así que decidí seguirle el juego para no incomodarle. No lo parecía a simple vista pero su llameante seguridad se reduce a cenizas al estar cerca de personas de confianza.

—Alguno de nosotros debería ir a confirmar que todo está bien ¿no crees? —propuse. Quizás tomar aire fresco lo calmaría un poco.

—¡Claro —se levantó de golpe—, iré yo!

—Soy consciente de ello. Adelante.

Se dirigió hacia la puerta pero lo detuve. Necesitaba hacerle una pregunta que estaba rondando mi mente hace unos días.

—Rowen.

—¿Si? —se giró para verme.

—¿Por qué usas ese metal en los dientes?

Hubo un día en el que estuvo fuera de la mansión hasta tarde y cuando volvió tenía esa cosa en los dientes. No se me había presentado la oportunidad de preguntarle cual es la función que cumple ese metal.

—Oh, esto —sonrió—. Algunos humo... humanos —corrigió, creo que, al igual que yo, aún no se acostumbra a los nuevos términos que debemos utilizar— los usan para que sus dientes se pongan derechos. O algo así fue lo que me dijeron.

—¿Y como por qué los usas tú si tus dientes están bien?

Se encogió de hombros.

Engaños mortalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora