56 - Nahuel Molina.

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El comienzo de una nueva vida

Era el gran día de tu casamiento.

El día que toda novia sueña con tener.

Pero no vos. Vos no querías estar ahí.

Iban a casarte con alguien que no amabas.

iban a obligarte a estar con alguien más cuando ya tenías a tu persona especial esperándote en casa.

— ¿Mamá? Por favor no hagas esto... —suplicaste mientras te daban los últimos arreglos en el vestido.

Tu mamá sonrió mientras te sacaba fotos sintiéndose orgullosa.

— ¿que cosa? ¡Vas a casarte! Con un hombre hecho y derecho... y no me digas que no hay amor entre ustedes, después de la noche de hoy seguro empezas a sentir cosas por el. Te obsesionaste con el vago ese, ¿cómo no vas a caer por el hombre que te espera afuera?, no te tardes eh—te dio unas palmaditas en el hombro y salió de allí, dejándote hecha un manojo de nervios, ansiedad, miedo y dolor.

Las chicas que se encargaban de los últimos arreglos te miraron con lástima y luego te dejaron sola, dándote un poco de privacidad.

Tus lagrimas se acumularon rápidamente y contaste mentalmente buscando tranquilizarte para evitar arruinar el maquillaje.

La puerta se abrió y bufaste.

— Ya te escuche mamá, en un rato salgo —susurraste mientras limpiabas tus lagrimas.

— wow —silbaron— la puta madre, siempre imaginé verte con un vestido de novia, pero nunca pensé que sería en el casamiento de otro —esa voz...

Volteaste con el corazón palpitando a mil.

— Nahuel... —hiciste puchero a punto de llorar.

— hola mi amor, no, no llores que así estás perfecta —se acercó rápidamente a limpiar tus mejillas con cautela admirando el arte que era tu rostro para sus ojos.

— ¿Por que no me llamaste estos días? Estaba preocupada —golpeaste su pecho levemente.

Él sonrió y se inclinó besando aquellos labios que pensó que le serían arrebatados de un día para el otro.

— hoy te llame pero no me contestaste... pensé que llegaría tarde —susurró.

— mi mamá me sacó el celu... —comentaste.

— lo suponía bebé. Y estos días no te llame porque estaba organizando todo...—acarició tus mejillas.

— ¿para que? —frunciste el ceño.

— ¿cómo que para qué? Para sacarte de acá —sonrió— ¿que pensaste? ¿Que me iba a quedar como un boludo viendo como te llevaban lejos de mi? ¿Y encima siendo esposa de alguien más que no sea yo? No —negó— solo tenes un hombre y ese soy yo —aseguró.

— te amo —sollozaste finalmente y lo abrazaste.

Hacia semanas que no lo veías. Y es que desde que tu familia terminó todo con él por vos, tuvieron que verse a escondidas pero, por miedo a que los vieran juntos, Nahuel no se quiso arriesgar a que te alejaran por completo de él, por lo que suspendieron el verse de forma presencial y pasaron a comunicarse por mensajes.

Pero más tarde, cuando se enteró tu madre, te sacaron el celular, dejándote sin ningún medio para comunicarte con Nahuel. Por lo qué el vacío iba tomando forma dentro de ti, sintiendo los días largos al igual que las noches, y tu única compañía era el ruido de tus sollozos. La tristeza era tan profunda que ya estabas seca por dentro, no tenías ya ni una pequeña gota de agua que derramar.

One Shots - ScalonetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora