Capítulo 9

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El siguiente fin de semana Dan se despertó con el sonido proveniente del teléfono. Desconcertado lo tomó, dispuesto a apagar la alarma, creyendo en su estado adormilado que había programado una para el sábado. La luz parpadeante le indicaba una llamada entrante de Joo Jaekyung. Dan había guardado el contacto del pelinegro para cualquier emergencia futura, no creyó que dicha situación llegara tan pronto y tan temprano.

Antes de que pudiera contestar, la llamada entrante terminó y en la pantalla de bloqueo tenía una notificación de llamada perdida. Por un momento pensó que tal vez había marcado el número equivocado, así que dejó el teléfono en su lugar en la mesita de noche y se dispuso a seguir durmiendo.

El tono de llamada llenó la habitación de nuevo, Dan suspiró y lo tomó, contestando.

—Estoy aburrido —es lo primero que dijo la grave voz de Jaekyung, deslucida al otro lado de la línea. Era unas octavas más grave y Dan asumió que acababa de levantarse de igual manera.

Separó el celular de su oído mirando la hora. 6:58 a.m. No eran ni las siete de la mañana. Veía los rayos del amanecer a través de las cortinas de la ventana frente a la cama.

—Buenos días —respondió irónico, sentándose y tallando sus ojos. Escuchó los maullidos y los pasos de bim afuera de su puerta. Le había despertado también.

—Es tu culpa que no tenga entrenamiento —gruñó como un niño al que habían castigado el fin de semana—, así que entretenme.

El día anterior, el entrenador Nam Wook había hablado con ambos. Estaban en su oficina, uno al lado del otro sentados frente al escritorio de madera esperando al mayor. Las paredes con marcos y el color del escritorio era tan familiar a Dan. Llevaba casi tres semanas trabajando para el Team Black, sin embargo, todo se sentía tan bien, como si siempre hubiera estado ahí. No tuvo problemas para encajar con ninguno de los chicos.

Bueno, Dan quería creer que él y Jaekyung estaban en buenos términos, no lo había dejado tirado frente a su edificio, eso debía significar algo. Tampoco había mencionado el incidente del fin de semana pasado y Dan sentía que explotaba del alivio. No creía poder verlo a los ojos si Jaekyung se burlaba, porque para su mala suerte (o buena, no estaba seguro todavía) Dan recordaba todo. Estuvo el domingo retorciéndose sobre la cama, con un dolor de cabeza insoportable que incrementó cuando los sucesos de la noche anterior llegaron tan vividos a su mente como una película en alta definición. Era su fin.

Pensó que su reputación profesional estaba por los suelos. Cuando entró el lunes al gimnasio espero casi que los chicos empezaran a mofarse de su poco aguante del alcohol, para su sorpresa lo único que recibió fueron numerosas disculpas. Todos parecían arrepentidos y avergonzados por haberle obligado a tomar, incluso Daehyun le dio un americano y un pastelito en forma de disculpa.

Dan no los culpaba. Había sido su decisión tomar ese maldito vaso de cerveza.

Solo podía culparse a él por no ser más decisivo y contundente, tal vez así no quisiera arder hasta las cenizas y no tener que saber nada nunca más de Joo Jaekyung y sus amables ojos negros y amables manos que lo acostaron sobre su cama. ¿Por qué tuvo que ser tan bueno con él esa noche? ¿Por qué no simplemente le dejó tirado sobre la vereda frente a su edificio? A todo lo que Dan sabía, Jaekyung pudo pretender no haberle visto e irse.

No le gustaba la imagen que su mente estaba creándose de Jaekyung. Tampoco quería pintarlo como un villano sin piedad, pero no creía conveniente el empatizar con él y sentirse inmensamente agradecido. Eso solo complicaría las cosas.

Era estúpido. Dan se sentía estúpido.

De cualquier manera, Dan no podía saber lo que Jaekyung pensaba. Solo había dicho una oración reconociendo lo que pasó esa madrugada y desde entonces es como si no hubiera sucedido nada. El resto de la semana se habían mantenido al margen, hablando acerca de su hombro y en raras ocasiones que el pelinegro estaba tan relajado que era vulnerable, habían hablado de banalidades. El color favorito de Jaekyung era el rojo y el morado, no le gustaba la cebolla, odiaba las aceitunas y solo había probado el alcohol una vez en su vida.

Jinxed JawWhere stories live. Discover now