Capítulo 16

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El primer intento de Jaekyung por mantener una conversación después de haber sido ignorado por Dan toda una semana, fue el miércoles después de la terapia. Había entrado al consultorio como un perrito regañado, la cola entre las patas, y unos ojos lamentables. Dan no dijo nada como todos los días anteriores y lo vio acercarse a la camilla.

—¿Cómo sigue bim? —preguntó Jaekyung mirándolo expectante, mientras desabrochaba sus tenis. Dan decidió concentrarse en el movimiento de sus manos en las agujetas, evitando mirarle a la cara.

—Bien —giró hacia el escritorio, fingiendo buscar unos papeles importantes en el cajón.

—¿No ha empeorado? —escuchó la voz de Jaekyung a su espalda, tan suave como el murmullo del exterior a través de la puerta cerrada.

—No.

Dan había mantenido sus conversaciones en monosílabos, seguía indignado y enojado. Creyó que para ese entonces todo iba a pasar, pero parecía que con el tiempo los sentimientos bullían más, calentados por la ignorancia de Jaekyung. No parecía notar nada, le hablaba como si todo estuviera bien.

Se acercó a Jaekyung cuando consideró que había pasado demasiado tiempo fingiendo, estaba recostado con los ojos cerrados, sus brazos tatuados a los costados. No le era fácil a Dan mantenerse firme cuando en cada sesión Jaekyung lucía tan inocente, tan joven y tan ingenuo. O tal vez era la luz. Dan nunca podía estar seguro.

Frotó sus manos con dureza sobre los hombros de Jaekyung, obteniendo un ligero quejido de su garganta. Dan podía estar furioso y enrabiado, pero seguía siendo el fisioterapeuta de Jaekyung y se preocupaba por su salud, aunque éste fuera un cabeza dura tan lleno de sí mismo.

—¿Le duele? —detuvo sus movimientos, las manos flotando como fantasmas sobre sus brazos, esperando una respuesta.

—No —Dan no esperaba otra respuesta más que esa.

—No parece —habló suavemente, continuando con el masaje general. Dan quería creer que la fisioterapia y el descanso estaban ayudando en la recuperación de Jaekyung, pero no podía estar seguro hasta que hicieran otros estudios o que Jaekyung fuera honesto y vocalizara sus molestias—. Ya habíamos hablado sobre esto, tiene que ser honesto conmigo para que esto funcione.

—Sí, lo sé, manzanita.

Dan ignoró el apodo. Ignoró a Jaekyung. Ignoró el hormigueo de sus mejillas.

—¿Sigue igual de gordo? —bromeó Jaekyung con una sonrisa ligera en sus labios y un brillo jovial en sus ojos.

—¿Qué?

—Bim, tu gato —explicó, ensanchando su sonrisa, mostrando sus perfectos dientes—. ¿Sigue igual de gordo?

—Sí.

Jaekyung dejó caer sus labios y su ceño, fulminándole. Si la situación fuera otra, Dan le hubiera dicho que dejara de llamar así a Bim, tal vez tenía una pancita y tal vez era muy glotón (muestra de eso fue la ida al veterinario y la consiguiente histeria de Dan), pero no era gordo. Era el pelaje.

Dan agradeció que la sesión continuara en silencio, como las anteriores.

—¿Cómo estás tú? —susurró sorprendiendo a Dan, quien se detuvo bruscamente sobre sus piernas. Tragó y continuó subiendo y bajando por sus suaves muslos tonificados y largos, sintiendo los espasmos debajo de sus sensibles manos y el ceño fruncido de Jaekyung surcando su cara en una mueca que Dan odio.

Empezaba a detestar el ceño fruncido de Jaekyung.

—Bien.

Jaekyung iba a continuar cuando la puerta se abrió, azotándose contra la pared. Ambos giraron su vista hacia la persona que entraba como un tornado al consultorio, todo brazos inquietos y cabellos negros.

Jinxed Jawحيث تعيش القصص. اكتشف الآن