Baile de Disfraces - Parte |

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—Guau...

No voy a mentir, me sorprendí muchísimo cuando vi el lugar.

Todo estaba asombroso, comenzando por las guirnaldas que colgaban del techo y las luces neones que acompañaban. El inmenso escenario con las iluminaciones, las enormes mesas de aperitivos que abarcaban cada extremo del auditorio, y, la pista de baile.

Esto, estaba increíble. No creí que lo haríamos tan bien.

Cuando vi lo sorprendidos que se encontraban todos, intercambié miradas de orgullo con mis amigas. La expresión de Frederick no tenía precio, y, la de Aidan, era para
fotografía.

En tu horrible cara, rubio oxigenado.

Él nos había dicho hace algunos días que nuestro trabajo iba a quedar del asco... pues sí, mira como todo el mundo está de acuerdo contigo.

Nos dirigimos a un espacio a parte, verificando disimuladamente si los alumnos necesitaban algo. Nosotras también empezamos a conversar, de temas bastante triviales y nada importantes, de cualquier estupidez que venía a nuestras cabezas para decir.

Estábamos muy felices, demasiado para describirlo con simples palabras.

A lo lejos, hice contacto visual con Fred. Él me sonrió, mostrando sorpresa en sus facciones. Yo, sonreí, mostrando orgullo y egocentrismo en mis facciones. Él negó con su cabeza, divertido. Yo, hice un corazón con un toque sarcástico en mis manos, divertida.

Mis amigas me miraban con una sonrisa grande ante mis interacciones raras con Frederick, recalcando que teníamos una amistad envidiable... Y yo no hacía más que darles la razón, porque, en serio -y no es por presumir- la tenemos... -bueno, sí es por presumir, pero nadie tiene ni le interesa saber eso-.

—Quedó maravilloso .—Dijo Diana, mordiendo una galleta con emoción.

De repente, pegó un brinco, cuando Mayte le arrebató la canasta de sus manos, para después comenzar a robarse los aperitivos de la mesa.

—¡Oye! .—Reclamó Diana, mas, el May-Pug no hacía caso.

—Fernanda, yo digo que te retires ese bambú de la boca. Aún no comienza el concurso. Hablemos un poco .—Insistí, arreglando mi chaleco negro.

Fernanda me miró con desagrado, soltando un gruñido, no muy feliz.

Se retiró el bambú de la boca y lo colocó en la mesa, dejando apreciar, después de mucho, sus labios.

—¿Y sobre qué... .—El habla se fue cuando la levantaron del piso y la cargaron como costal de papas—. ¡Mateo, bájame si quieres seguir con vida!

—¿Ah, de verdad? .—Soltó burlón, sosteniéndola fuertemente de la cintura para que no cayera de su hombro—. ¿Y qué se supone que me harás, pequeña demonio?

—¡¿"Pequeña demonio", dijiste?!

—Mateo, Fer vino con un poco de mal humor .—Intentó explicar Zharyth de una manera razonable el caso de mi mejor amiga. Cuando dijo aquello, comprendí que su temperamento contemporáneo no era exactamente por el calor—. Bájala, si no quieres que haga algo de lo cual te arrepientas más tarde.

—Pero yo quería que la echaran al río .—José Daniel apareció detrás con una sonrisa, mirando y haciendo gestos burlones hacia una muy enfadada Fernanda.

Como pudo, Fernanda agarró el bambú de la mesa y golpeó con eso la espalda de Mateo. Él se quejó y, por fin, la bajó. Fernanda gruñó de nuevo, apretando el bambú entre su puño y golpeando a José Daniel con éste mismo.

—¡Auch!

—Oye, no hacía falta que te endemonies.

Jorge llegó luego, junto a Marcos y Sebastián.

Rumania High SchoolWhere stories live. Discover now