¿Que sentimiento es este?

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Había pasado tiempo, una cuantas horas desde que sucedió ese acto sexual. Gustabo abría sus delicados ojos los cuales dolían debido a las lágrimas de placer que soltó la noche anterior.

Se sentó sintiendo se solo en aquella cama tan grande, Conway no estaba en la habitación. Era de tarde, seguramente se había ido al trabajo.

Se levantó con algo de dificultad yendo hacía el baño, viendo su apariencia  desordenada en el espejo. Su aspecto no era el mejor, los golpes mas el  no haber dormido bien le hacía lucir mas cansado de lo que ya lucía, quería volver a casa y descansar lo necesario para volver al trabajo.
Después de asearse decidió buscar ropa, se iría de la casa ese mismo día. Agarró unas prendas de ropa deportiva del pelinegro, no creía que este se molestaría, el únicamente solía usar traje...
Al tener todo listo salió del hogar del mayor directo a su casa. Iría sin prisa ya que todo su cuerpo dolía, los golpes más la noche sexual solo lo empeoro.

Llegó a su casa a las siete menos cuarto. Suspiro cansado para así tumbarse en el sofá cayendo en peso muerto. Estaba hundido en un silencio dónde solo se escuchaba su respiración la cuál no parecía relajarse, ¿que sería lo que le sucedía ahora? Sentía una sensación pesada en su pecho que no lo dejaba respirar bien... ¿Acaso era algo de lo que había pasado anteriormente? No estaba seguro de ello, tampoco deseaba sobre pensar mucho pues estaba muy cansado. Cerró sus ojos con intención de dormir, no se molestaría en cambiarse de ropa, pues esa era cómoda y seguía oliendo al mayor...

Movió sus brazo estirando así todo su cuerpo, tras dormir tanto tiempo lo tenía todo adormilado. Despertó mirando extrañado a su alrededor, ya no se encontraba en el sofá si no en su cama.

—¿Has dormido bien..?—
Se sobresalto al escuchar a Horacio, mirándole con los ojos como platos. Que silencioso había sido, prácticamente no lo había escuchado entrar a la habitación. —Pues la verdad que si ¿tú me trajiste aquí?— Dijo sentándose para observarlo mejor.

—Te vi durmiendo en el sofá y no quise que descansarás mal, ese sofá es una birria. Así que te cargué hasta la cama y ahora estás aquí...— Explicó mientras se sentaba a su lado mirando su rostro. Cuando lo encontró durmiendo se fijo en sus golpes bastante preocupado, ver un rostro angelical como el suyo lleno de moretones lo llenaba de tristeza. Gustabo notó aquella preocupación en la cara de su hermano.

—Oye, Horacio, estoy bien ¿vale?— Habló en un intento de tranquilizar al de cresta levantando su mano para así acariciar su delicado rostro, era normal su preocupación, lo entendía... —Si, vale... M-Me voy a vestir, dentro de media hora tenemos que trabajar, aunque tú deberías de descansar, tomarte unos días de descanso...— Dijo el pelirrojo levantándose de la cama aún mirando a su hermano el cuál no le miraba a los ojos. —Estoy bien, puedo trabajar perfectamente.— Respondió levantándose igual, pasando de largo dirigiéndose hacía su armario.

—¿Esa ropa..?— Preguntó el moreno viendo a este, sabía que no lo haría cambiar de opinión, era un terco, así que opto por cambiar el tema. Tragó saliva al escucharle, buscaba ropa en el armario a la vez que buscaba algún tipo de excusa para decirle. —Mmm... Es mía.— Respondió sin más creyendo que este le creería. —Claro, dos tallas mas grande...— Con eso Horacio salió de la habitación dejando a un rubio aturdido adentro.

Suspiro con pesadez para así agarrar su móvil notando las varias llamadas de su jefe, ignoró estas para así seguir preparándose porque si no llegaría tarde y no quería algún tipo de castigo.

Salió de la habitación completamente vestido y aseado, como nuevo prácticamente exceptuando sus heridas, las cuales aún eran notorias en su pálida piel. Ahora tocaba volver al trabajo, volver a ver a sus compañeros y a su jefe, rezaba por que Conway no le obligará a a regresar a su casa.
—¿Ya estas listo?— Preguntó el de cresta desde el salón. —Si... Ya estoy.— Respondió el rubio ya cerca de la puerta, tenían unos diez minutos para llegar a comisaria. Antes de salir agarró su pasamontañas montando así en el vehículo junto a su hermano el cuál conducía. En el trayecto se quedó observando su pasamontañas, la cuál escondía su rostro a los demás y mostraba otra personalidad suya, una personalidad que definía parte de su persona, todos tenemos máscaras que definen quienes somos... Pero ese chico tenía demasiadas máscaras.
Llegaron a comisaria, colocándose así su pasamontañas dirigiéndose a la puerta de comisaría listo para trabajar, a su suerte sus golpes eran ocultados bajo aquella fina tela. Se equiparon como de costumbre con lo principal, listos para patrullar. Estaba a punto de salir de montar en el patrulla hasta que.
—Fred.— Llamó una grave y poderosa voz desde la radio policial, suspiro cansado, sabía lo que quería así que solo contesto desganado. —¿Si? Superintendente—
—Trae tu culo a mi despacho, ya. Quiero hablar contigo.— Ordeno el de corbata el cual esperaba con ansias el regreso de este.

—Diez cuatro, Superintendente— Miró a Horacio de reojo el cuál había escuchado atento toda la conversación de ambos hombres. —Ahora vuelvo.— Dijo así para dirigirse al tan temeroso despacho del peli negro.

Narra Conway...

Se encontraba revisando distintos informes en su despacho, atento al móvil por si le llegaba algún mensaje del rubio... ¿Por qué esperaría tanto por un mensaje? Un simple mensaje, algo que le aclarase el porque se fue sin decir nada, y porque no contestaba sus llamadas. Poco a poco la angustia lo estaba consumiendo. Ya no podía hacer bien su propio trabajo, el chico de ojos claros estaba opacando su mente.

Mientras de un lado uno no puede parar de pensar en el otro, el otro solo intenta ignorar su existencia, cosa que se complica cuando esa persona se trata de su jefe. Era imposible no topárselo, siempre lo encontraría o mejor dicho, él siempre te encontraría.

De pronto escuchó una voz por radio la cuál indicaba estar de servicio, una voz animada y linda. Agarró su radio con rapidez... O mejor dicho, desesperación.
—Fred.— Lo llamó por su nombre falso, le indicó en pocas palabras que viniera a su despacho, pues lo quería tener cerca, hablarle sobre las llamadas perdidas, ver su rostro y esos bellos ojos... Sin olvidar de sus heridas, también quería ver eso, se le hacía hermoso apreciar la piel golpeada de este.

"Toc Toc" se escuchó en todo el silencioso despacho dónde solo sonaba el "Tic Tac" del reloj. —Adelante...—

Dicho esto entro aquel rubio por la puerta del despacho cerrando esta. —Buenas...— Saludo hacía el mayor el cuál se levanto caminando hacía la puerta cerrando con llave. Gustabo analizó bien a Conway, llevaba las mangas remangadas lo que hacía ver mejor sus fuertes antebrazos venosos, los primeros botones de la camisa abiertos y la corbata mal puesta. El de traje notó esa mirada y simplemente sonrió con malicia. —¿Que, muñeca? te gusta lo que ves ¿no..?— Habló en un susurró comenzando a dar vueltas a su alrededor.

Ese hombre intimidaba demasiado con su voz normal, pero ese susurro mas que intimidar, excitaba...

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Mi gusto mas culposo | Freddytaboحيث تعيش القصص. اكتشف الآن