Perdón

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Un golpe seco fue impactado sobre el payaso dejándolo inconsciente por completo. Este lo sujeto para que no cayera al suelo y lo poso sobre la cama con suma delicadeza. Ahora viendo su rostro, aunque estuviera pintado, era como si hubiera pasado del mismísimo diablo a un hermoso e inocente ángel. ¿Como podía ser que cambiase tanto? Ahora que lo veía de cerca podía apreciar su bello y, su raro, rostro con rasgos femeninos que lo hacían lucir mas lindo.

Se quedó unos segundos así mas, juraría que podía verlo durante horas y no se cansaría. Se separó dándose cuenta de que hacía, ¿Que estaba pensando? Era un asesino, a quien estaba observando y admirando su rostro era un asesino "loco".
Gruñó levantándose y saliendo de la habitación, realmente era incapaz de tratarlo mal, pero, tampoco le parecía bien tratarlo con respeto al recordar de quien se trataba, sentía que su corazón lo estaba controlando mas que su mente.

Estaba a punto de largarse de la casa hasta que una inseguridad lo paro. ¿Realmente se despertaría volviendo a ser Gustabo? Cerró la puerta que daba a la calle y volvió dentro de la casa hacía el cuarto donde estaba el rubio inconsciente. Cansado se sentó en una silla que había en aquella pequeña habitación. Se quedaría despierto hasta que despertase el rubio y comprobase que se tratará realmente de él.

Narra Gustabo...

Pasaron las horas y el más joven despertó frotándose levemente los ojos a la vez que miraba a su alrededor, aun era de noche y lo único que iluminaba aquella habitación era una pequeña lámpara. Miro al frente asustándose de inmediato al ver un hombre que dormía en una silla. Lo observó mejor y logró reconocerlo. Era aquel señor que antes había conocido en casa de Conway, sin fiarse del todo se acercó viendo como este daba pequeños ronquidos, los cuales le parecía curiosamente graciosos.

Se alejó de este y se volvió a sentar en su cama, muchos pensamientos pasaban por su mente ¿Por qué estaba ese señor en su casa? Era uno de esos pensamientos, no sabía que hacía ahí y eso en cierta manera lo estaba atormentando.

Con algo de timidez toco el hombro del contrario con la intención de despertarlo, pero para su mala suerte tenía sueño profundo.

—Joder... —Maldijo mientras lo seguía moviendo hasta que al fin despertó muy aturdido y sobresaltado.  El pelinegro se encontraba mirando al rubio con un rostro de susto ¿en que momento se había dormido? Se supone que él lo iba a vigilar... Paso esa pregunta por su mente mientras cambiaba su expresión a una seria a la vez que miraba al contrario.

—Así que despertaste, neno. —Pronunció levantándose de la silla mientras miraba al de ojos claros.

—¿Se puede saber que hace en mi casa?—Pregunto el rubio, cosa que tomo de sorpresa al pelinegro, realmente explicar eso ahora era un poco raro...

—Digamos... Que se te fue la olla e intentaste acabar con la vida de una señora y su hijo. — No necesito explicar más, sabía que le había entendido a que se refería. Un silencio inundo la habitación, se podía ver la decepción y la vergüenza en los bellos y tristes ojos del rubio.

Al ver que el contrario no decía nada suspiró sentándose a un lado suya en la cama.

—Pero no paso nada, te traje hasta aquí y despertaste ahora, no ha pasado nada mas que eso. —Dijo en un intento de tranquilizar al contrario, al cuál era incapaz de mirar al rostro, pues sabía que si lo hacía se volvería a perder en el azul de sus ojos y no quería volver a caer.

—Gracias, Freddy... —Agradeció el menor mirando al de ojos oscuros sonriendo con bastante pena. —Siento que hayas tenido que intervenir en... esto. —El rubio tomo aire durante un largo tiempo y bajo su mirada a las manos del gallego notando una mordida. Con algo de timidez todo la mano del contrario viendo mejor la marca.

—¿Esto te los hice yo? —Pregunto el rubio incrédulo levantando la vista topándose con los ojos del contrario.

En cuanto vio los ojos claros conectar con los suyos quedo paralizado por unos largos segundos, incluso cuando su mano fue tomada sintió un sentimiento extraño en él. Gustabo lo miraba extrañado esperando una respuesta, algo que obviamente noto el pelinegro saliendo de su nube.

—Eeh... Digamos que sí, pero no fue nada.

—Joder, pero si tienes hasta un poco de sangre... —Dijo apenado el rubio acariciando la herida con su pulgar bajo la atenta mirada del mayor que parecía perdido en su belleza. Él tenía las cosas claras, pero aquel rubio con el pelo como el oro le revolvía todo por completo, desordenando sus ideas y pensamientos. Gruño apartando la mano de las del contrario.

—No es nada, tranquilo, Gustabiño. — Aunque aun llevase ese maquillaje podía ver en sus ojos que no era Pogo, sus ojos eran tristes y los del payasos eran malignos.

Con algo de pena llevo su mano antes quitada al cabello rubio del chico revolviéndolo un poco en un intento de que este se estuviera tranquilo. 

—Todo esta bien —Sabía que no podía ser tan flexible con el, pero verlo así le vencía y simplemente se ablandaba ante el de ojos claros.
El contrario esbozó una sonrisa, obviamente forzada con la intención de mantener tranquilo al mayor.

Hubo un pequeño silencio reconfortante en dónde ambos hombres simplemente se miraban el uno al otro, admirando sus rostros, como si ambos hubiesen caído en un encantamento.

—Creo que será mejor que me vaya ya. —Fue el gallego el primero en hablar y levantarse de la cama. Aunque su corazón no quería, él tenía que informarle de esto al superintendente, le advirtió y le echaría en cara lo sucedido. Su rostro se volvió a uno extrañado al ver aquel vendaje en el hombro del menor.

—Esta bie-
—¿Que te paso aquí? —Interrumpió el pelinegro bajando por un hombro la camisa del contrario y tocando la zona sin delicadeza, rápidamente aparto la mano al escuchar como salía un chillido de dolor, no muy fuerte, de los labios del rubio. Sintió culpabilidad de inmediato, pero al ver una pequeña sonrisa penosa en la cara del rubio se relajó.

—Estuve en un QRR y me dispararon, aún me duele un poco. — Menciono el rubio como si nada se tratase, no le daba importancia, pero podía ver la preocupación en los ojos oscuros como la noche del contrario. Esta vez la mano del contrario volvió al hombro acariciando este con delicadeza y cariño, no quería causarle daño a Gustabo, de ninguna manera.

—Deberías descansar. —El mayor inconscientemente aún acariciaba el hombro hasta el brazo del contrario. Al notar sus propios actos retiro la mano con algo de lentitud y vergüenza, ¿Por que se comparta así? No se lo podía explicar.

—Lo se.
—Ahora si me voy, nos vemos Gustabiño.
—Adiós Freddy... Gracias.—Sonrió de tal manera que logro colorar las mejillas del contrario, este bufó saliendo de la casa.

Montó en su moto mientras se colocaba sus guantes recordando al menor sonriendo que se le hacía tan tierno y bello. ¿Acaso se estaba enamorando? Por favor, era Freddy Trucazo, no se va a enamorar de un asesino y menos un hombre. Arranco su moto y mientras conducía por las frías calles en medio de la oscuridad dónde solo se veía sus luces, marcó el número de Conway.

—¿Mmm?
—Te tengo que contar algo.
—Manda ubicación.







Hola! Quiero hacer una pequeña aclaración (que debería haber hecho en un principio) no estoy romantizando las acciones que hace este Conway hacía Gustabo (Como el primer beso). Simplemente era eso para aclarar, besos guapos! 😽.

Mi gusto mas culposo | FreddytaboWhere stories live. Discover now