꧁༺օʟɖ ʟօʋɛ༻꧂
Un viejo amor.
Cindy Jones era un camaleón.
Nunca nadie sabía dónde estaba o como lucía, pero deckard shaw juraba poder encontrarla con solo verla durante unos segundos.
Pero Cindy no quería ser encontrada.
Quería perderse en el abismo...
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♡
Se miro al espejo en silencio y simplemente no podía reconocerse, hace ya mucho tiempo no sabía quién era realmente. Intentaba echarle la culpa a su trabajo en el cual tenía que trabajar de incubierta, usar otros nombres y prácticamente convertirse en otra persona al cien por ciento, pero también era por lo de sophie aunque quisiera negarlo.
Intentaba creer que siendo otra persona seria más fácil de olvidar el pasado, pero parecía ser más doloroso. No era algo que pudiera sacar de su mente tan fácilmente, sentía que estaba estancada en lo mismo hace ya demasiado tiempo y lentamente comenzaba a sentirse ahogada en eso.
Lágrimas silenciosas mojaban sus mejillas. Si el mundo la viera así, como estaba ahora mismo, no pensarían para nada que era tan fuerte como todos creían a su alrededor.
—Vamos sophie.. dale fuerzas a mami, te necesito.—Susurro con la voz temblorosa mientras se observaba en el espejo. Viendo las lágrimas caer, viéndose destruida.
No tenía fuerzas.
Los golpes en la puerta la hicieron sobresaltarse. Se aclaro la garganta y se limpio las lágrimas rápidamente antes de abrir la puerta, encontrándose con deckard.
Trago grueso.
—¿Podemos hablar?—Pidió él viendo sus ojos rojos. Ella negó suavemente pasando por su lado sin decirle nada. Quiso seguirla, pero se encerró en su cuarto antes que él pudiera frenarla como siempre... Ella huía de él todo el tiempo.
El británico se quedó en silencio observando la puerta de la habitación durante unos largos minutos. No sabía cómo ayudarla, no cuando ella no podía ni mantenerle la mirada sin tener que irse del lugar.
Se acercaba el cumpleaños de sophie y sabía que eso la estaba afectando más de lo normal porque él estaba cerca, y al parecer eso volvía todo un poco más doloroso para Cindy.
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「 A LA MAÑANA SIGUIENTE
El británico se encontraba en la cocina de la gran casa preparándose su café de todas las mañanas, porque sin eso no podía vivir. Cuando la puerta se abre dejando ver a una Cindy totalmente adormilada y en pijama, un muy sexy pijama que se robo la mirada de deckard por unos segundos.
—Buenos días, Jones.
Decidió saludarla naturalmente sin casi mirarla en busca de comenzar a tener algún tipo de comunicación con ella aunque fuese la más mínima, para él sería más que suficiente.
—Pudrete, Shaw.—Contesto tan amablemente como siempre. Él suspiro y se concentro en su taza de café, intentando no perder la paciencia con ella.
—No eres la única que sufre por lo de sophie, Jones. No sabes una mierda de lo que paso ese día y aun así te empeñas en tratarme como un bastardo, hundiendo tu maldito dedo en la herida sin parar.—Murmuro seriamente. Se sentía enojado porque siempre seria el malo para ella.
La castaña apretó la botella de agua que tenía en su mano derecha y se giro a mirarlo.
—Lo único que sé, deckard shaw, es que ese día tuve que ir a dar a luz sola como una perra y ese mismo día decirle adiós a mi primer hija, creo que eso es suficiente para tratarte como un jodido bastardo de mierda.—Escupió con enojo.
Los dos sabían como hacerse daño.
—¿Nunca me dejaras explicarte qué fue lo que pasó?—Pregunto ahora en un tono más tranquilo. Solo quería que lo entendiera.
Negó.—No, shaw, porque no me importa en lo absoluto la mierda que tengas que decirme.
—Esta bien.. sigue pensando la mierda que quieras, Jones.—Se rindió.—Solo quería arreglar las cosas por ella, pero sé que mi niña sabe como fueron las cosas.
