꧁༺օʟɖ ʟօʋɛ༻꧂
Un viejo amor.
Cindy Jones era un camaleón.
Nunca nadie sabía dónde estaba o como lucía, pero deckard shaw juraba poder encontrarla con solo verla durante unos segundos.
Pero Cindy no quería ser encontrada.
Quería perderse en el abismo...
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Sus ojos color avellana estaban puestos sobre la botella de whisky que estaba casi vacía. Era su forma de apagar su mente y todos sus pensamientos caóticos que la acompañaban desde que era una niña pequeña. Nunca había tenido una vida fácil y cuando creyó que todo mejoraba para ella, todo se fue por la borda.
Se levanto de su asiento sintiéndose ligeramente almareada por toda la bebida que había consumido en pocas horas. Se dirigió a su habitación, confiada de que recordaba el camino a la misma, pero finalmente terminó entrando en un cuarto que no era el suyo.
Se dejó caer en la cama sintiéndose cansada. Cerro sus ojos intentando no pensar en nada.
—Te equivocaste de habitacion, Jones. Esta es la mía.—Murmuro suavemente apoyándose en la puerta del balcón, mirándola.
—¿Tengo que irme?—Pregunto sin abrir los ojos. Se sentía tan cómoda en ese lugar y las mantas olían al perfume de deckard, que la hacía sentir en casa como hace mucho tiempo no se sentía realmente.
—No, no es necesario, puedes quedarte toda la noche si eso quieres, Jones.—Contesto sin moverse de su lugar. Su amor por Cindy seguía intacto como el primer día.
La castaña se giro quedando boca abajo en la cama, mirándolo. Loa dos se quedaron en silencio durante unos segundos.
—¿Por qué no llegaste merenguito? No lo entiendo.. sabías que te necesitaba conmigo, para que sostuvieras mi mano, decks.—Murmuro con los ojos brillosos a causa de las lágrimas acumuladas. No sabía porque estaba preguntandole eso, tal vez el alcohol la ayudaba a ser más razonable.
—Lo se.. se que me equivoque, pero si no estuve ahí fue para cuidarlas, Cindy. No entiendes lo difícil que fue para mí llegar a casa y que no estuvieras.—Le aclaro.
Suspiro.—Se que en ese momento fui impulsiva, pero no te das un idea de lo enojada y decepcionada que me sentía, no podía quedarme. No estaba preparada para verte la cara, no después de que no llegaras.
—Te prometo que puedo explicarte todo a detalle, pero no creo que estés en las mejores condiciones para que hablemos de esto ahora.—Explicó acercándose a ella.—¿Te parece si mañana salimos por ese café que dijo Roman?—Pregunto con una sonrisa, sentándose junto a ella en la cama.
—Mañana es su cumpleaños.
Asintió.—Lo se, y creo que sería un buen regalo para ella.. sabes, que nos arreglemos aunque sea un poco, que tengamos una relación cordial.
—Quiero ir a verla, Decks.—Confesó de forma repentina. No podían irse de la casa, era demasiado peligroso. Afuera todo seguía de la misma manera que hace unos días.
—Es peligroso, Cindy.
—Siempre es peligroso para nosotros, Deckard.—Murmuro sentándose en la cama.—Por favor, nunca hemos ido juntos en su cumpleaños.
—Cindy..
—Por favor, le diremos a hobbs que nos acompañe y eso será suficiente, ¿Si? Lo necesito.—Suplicó mirándolo. Iba cada domingo a verla y siempre le llevaba algo en su cumpleaños, nunca le fallaba en esa fecha y hace meses no iba a verla con todo lo que estaba pasando.
Suspiro.—Esta bien, lo haremos.
—Gracias, gracias..
Chillo abrazándolo por los hombros con fuerza. Todo se sentía cálido cuando estaban juntos.
