CAPÍTULO 12

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Inmediatamente al abrir los ojos, se dio cuenta que estaba en cama. Específicamente en la cama de Eren. Una vez más. Y no pudo evitar preguntarse qué era lo que hacía ahí. ¿Acaso estaba tan cansado que se metió en la cama y no en el sofá como pensó que lo había hecho por la noche? No, él recordaba muy bien haber dormido un tanto incómodo en el amplio sillón. ¿Cómo es que había llegado ahí?

Sabía que estaba solo en la cama, y había silencio en la habitación. Supuso que Eren ya se había levantado y quizás se encontraba en la cocina tomando el desayuno. ¿Él lo habría cambiado de lugar? Quién si no. ¿Habían dormido juntos? Probablemente no, Eren era demasiado correcto en su actuar como para permitir algo así.

Con algo de pereza se estiró en la cama y se quitó la cobija que tenía encima. Se sentía descansado y feliz, aunque no precisamente con el entusiasmo de levantarse ya que le gustaba que el aroma varonil de Eren inundase el ambiente pues dicha fragancia lo hacía sentir protegido y, salir de la cama, implicaba apartarse de ese magnífico olor.

Cuando tenía ambos pies tocando el piso a punto de alcanzar sus sandalias, la puerta del cuarto de baño se abrió inesperadamente. A partir de ese momento, todo pareció ir en cámara lenta para Levi. Eren aparecía detrás de la puerta con su tonificado cuerpo, solo cubierto por una toalla azul marino de la cadera hacia abajo.

Su extraordinariamente bien trabajado torso seguía húmedo y varias gotas de agua resbalaban a lo largo del mismo provocándole una absurda y disparatada envidia. Dichas gotas eran tan pequeñitas, pero tenían el privilegio de acariciar la canela y aparentemente tersa piel de aquel hombre con cuerpo de dios griego.

Eren iba descalzo, y tapaba su visión una toalla pequeña que paseaba por su cabeza en un intento por secar su hermoso cabello castaño. Era la primera vez que veía a un hombre prácticamente desnudo, y en lugar de desviar su mirada hacia otro lugar, lo siguió observando como si una maravillosa obra de arte se tratase. Lo era, claro que sí, pero no tenía derecho a invadir de esa manera la privacidad de Eren. Lo correcto sería mirar hacia otro lado, pero, al menos en ese momento, no quería hacer lo correcto.

- ¡Levi! – gritó el mayor en cuanto se sintió observado por el joven – lo siento, pensé que seguías dormido.

- Acabo de despertar, de hecho – respondió mientras observaba como Eren buscaba un albornoz limpio en el armario para rápidamente cubrir su cuerpo. No, jamás dejó de observarlo y es que no podía, ni quería hacerlo.

- No era mi intensión mostrarme de esta forma, yo... - Eren no sabía que decir, no quería que Levi tuviera una idea equivocada de él, menos sabiendo por la experiencia tan traumática por la que había pasado.

- Es tu habitación, el invasor soy yo – respondió Levi tratando de restarle importancia al asunto para que Eren no se sintiera mal. El hombre era tan correcto que entendía lo apenado que se sentía con él.

- De igual forma es una falta de educación de mi parte aparecer así sabiendo que estás dormido en mi cama, por favor no vayas a pensar que yo... bueno que mis intenciones son otras, de verdad te respeto mucho Levi y sé por lo que has pasado, perdóname si te incomodé – el mayor estaba verdaderamente arrepentido, no le molestaba que lo viera así pero sí que pensara cosas que no eran.

Levi, en ningún momento había pensado en Farlan. Ni de broma podría hacer algo así. Eren no podía compararse para nada con aquel patán que le había arrebatado su virginidad de manera cruel y despiadada. Además, tampoco es como que se hubiese sentido incómodo al ver a Eren salir del baño solo con una toalla cubriendo la parte baja de su cuerpo... más bien le había gustado mucho ese pequeño espectáculo "erótico".

- No tengo nada que perdonar Eren – afirmó Levi poniéndose de pie – fui yo él que anoche entró sin permiso a tu habitación para dormir en el sofá.

Amor Forzado - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora