𝟑. 𝐋𝐚 𝐭𝐚𝐫𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐜𝐢𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐲 𝐚𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐝𝐫𝐞

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Mientras ocurría todo aquello, Sanji solo se había quedado confundido, viendo como se iban. Se quedó un rato en el mismo sitio, pensando en que les pasaba a ambos, pero simplemente pensó que le estarían haciendo una broma o quien sabe que y procedió a tumbarse unos momentos en el sofá del comedor.

Estaba bastante cansado, aunque no pudo dormir, solo cerraba los ojos mientras pensaba en cómo sería cuando encontrara el All Blue; como la gente le admiraría, lo genial que se sentiría... Y que a lo mejor podría ser capaz de tener pareja. La primera persona que se le vino a la mente fue Nami, aunque él ya tenía muy asumido que la navegante no le quería para nada entre ellos, pero un pequeño rayo de esperanza acudió a él al volver a pensar en lo rara que estaba actuando. Toda una telenovela se había formado dentro de su cabeza, pero luego según él, era bueno pensar en su otro "amor" (Robin) en el caso de que le aceptara.

En ese momento sucedió algo raro. Por un momento su cerebro se había "bloqueado" y no lograba hacer uno de sus escenarios tan soñados con ella. Pensó que simplemente era que ese día no andaba con inspiración con ella, así que empezó a pensar en mujeres imaginarias, pero también le pasó lo mismo.

—Joder, que seco ando...— Se dijo a si mismo mientras se levantaba y decidía ir a dar un pequeño paseo por la cubierta mientras todos entrenaban.

En el paseo, sus pensamientos iban directamente hacia la navegante, pensando en cómo sería tener un romance con ella. Iba tan absorto en sus pensamientos que ni se daba cuenta que su nariz sangraba bastante.

Los que estaban en la cubierta le miraban raro, aunque no querían intervenir en sus claramente fantasías, menos Luffy, que rápidamente fue hacia él para preguntarle en qué pensaba.

— ¿Yo? En el All Blue ¿En que sino? — Dijo Sanji nervioso, mientras miraba a su capitán.

— ¿Y por qué sangras? — preguntó su capitán, limpiándole la sangre y enseñándosela a lo que el rubio se apartó unos pasos.

— ¿Otra vez las chicas de la tripulación? — Exclamó Chopper asustado — No deberias pensar tanto en ellas si te pasan estas cosas.

— Uh... ¡Lo siento Chopper! — Lamentó Sanji con una sonrisa tímida, mientras colocaba su mano en la nuca.

— Nunca cambias...—

— Perdóname doctor, aunque si quiere le puedo preparar un algodón de azúcar con la nueva máquina de Franky...—

— ¡¡SIIIII!— Gritó Chopper mientras se dirigía a la cocina.

A Sanji siempre le daba ternura aquellas reacciones de Chopper, le recordaba a un niño completamente y aunque por ser doctor y tener ciertos conocimientos tuviera menos inocencia que todos, era un niño que había que proteger. Sin más espera, el cocinero fue hacia la cocina y le preparó el algodón de azúcar, con una nueva máquina que Franky había creado (que también servía para hacer patatas).

Mientras Chopper se comía su dulce, Sanji lo observaba con dulzura.

— Oye..(mordiscos) ¿Te pasa algo con Nami? Siempre andas "cariñosito" con ella pero siempre te da calabazas ¿Sois novios? — Preguntó el doctor con inocencia y emoción mientras mordisqueaba su algodón de azúcar.

—¿Que? Uh..no... — Dijo el cocinero con algo de pena.

Los dos se quedaron en silencio y aunque para Chopper fuera un silencio normal, para Sanji era la eternidad.
El cocinero se quedó mirando a Chopper como si de un reloj a cuenta atrás se tratara, sin saber que decir o hacer.

Finalmente Chopper se acabó su algodón de azúcar y se fue corriendo hacia Luffy, el cual le estaba llamando para hacer travesuras. El cocinero les miró un rato antes de irse a la popa del barco a fumar tranquilo.

A lo lejos veía una silueta. Era casi estética, solo sabiendo que no era una estatua por el cabello moviéndose al son de la brisa de la tarde.

Al acercarse más, se dio cuenta que era Nami, como en aquella noche, solo que ahora era por la tarde. La navegante al oír pasos se giró hacia él y se quedó algo avergonzada al no esperarse que estaría allí, pero aún así le dejó ponerse a su lado.

El cocinero observó a Nami. Ella tenía en sus manos una foto de una mujer adulta, de pelo magenta y con un peinado que le gustó al instante. Junto a la mujer, se encontraba un árbol con un par de mandarinas colgando.

— Parece maja. — comentó Sanji mientras miraba la foto — ¿Quién es?

— ¡Es más que maja! ¡Es mi madre! — Contestó Nami con una leve risa.

— Parece, sí... Es maravilloso tener una gran conexión con tu madre, estoy seguro de que si te viera ahora mismo, estaría orgullosa. —

Ambos ante aquel sentimiento, dejaron de mirar al horizonte, para mirar a los ojos del otro y quedar unos segundos en un silencio acogedor.

— Seguro que la tuya también lo estaría, ¿o era mala persona? — Preguntó la navegante mientras se apoyaba en la pequeña valla que había de separación del barco al mar.

— Que va, ella era demasiado buena para este mundo, supongo que le gustaría mi comida — Dijo Sanji con un pequeño sonrojo, recordando a su madre.

Ambos se ciñeron en una conversación sobre su infancia y en lo mucho que admiraban a sus madres, aunque siendo sinceros, Sanji no quiso dar muchas explicaciones, contando solo sobre su madre y su infancia en el Baratie.

— ¡¿En serio que un día te desmayaste cuando una clienta te dio un beso en la mejilla de agradecimiento?! ¡¿CON 12 AÑOS?! — Nami rio mientras que su acompañante se moría de vergüenza y asentía con la cabeza.

— ¿A ti nunca te ha dado tanta ilusión ese tipo de cosas? — Dijo el cocinero mientras ambos volvían a mirar al horizonte.

—Meh, no creas. —

— Yo podría hacer que te hiciera ilusión~ —

— Cállate. —

Ambos se volvieron a mirar con una risa sincera, pero en los ojos de ambos se podía ver un gran respeto y cariño hacia el otro.

— ¿Estás segura~...? — Dijo Sanji mientras se acercaba a Nami con los ojos cerrados, esperando a que tarde o temprano se alejara o le metiera un puñetazo. Pero esta vez, la pelirroja no se movió, solo se le quedó mirando hasta que el cocinero por lo raro que se le hacia, abrió los ojos y se encontró muy cerca de su rostro, casi con sus narices rozando.

Nami se había quedado pensando unos segundos y no se había dado cuenta de la proximidad, quedando completamente sorprendida, aunque no se le hiciera raro que hiciera esto, pero nunca había llegado tan lejos.

Si cualquiera de la tripulación hubiera visto eso, estarían segurísimos de que estaban a punto de besarse, pero esta vez, solo era un malentendido ¿O no?

Poco después, Sanji se acabó apartando, pidiéndole disculpas mientras Nami simplemente parecía una langosta por su sonrojo. Sus nervios la invadían ¿Por que no se movió? La duda le recorría todo el cuerpo, mientras que el cocinero se seguía disculpando, pensando que el sonrojo era de un gran enfado.

— Ehh... Mira ¿Sabes qué? No importa, déjalo. — Dijo ella mientras se despedía con la mano y se acercaba a la puerta — Nos vemos a la hora de cenar...

— Adiós. —

Sanji se quedó viendo como se marchaba, pensando en todo lo que le había contado y en lo mucho que se alegraba de que hubieran pasado tiempo juntos.

Pasó un buen rato y dieron las 19:00, una hora extraña para empezar a hacer la cena y cenar a las 20:30, aunque normalmente cenaran mucho después, pero nuestro cocinero necesitaba distraerse de estar tanto en las nubes.

En el camino se cruzó con Usopp y le saludó, aunque el francotirador solo le miraba fijamente.

— Se me olvidó preguntar, ¿Que tal va tu proyecto? — Preguntó el rubio con inocencia mientras le miraba.

—Emm... ¡MUY BIEN, SÍ! — Contestó de manera casi inmediata Usopp.

— Ah, genial. Pero la fruta que sea de la que no podemos comer, eh, no desperdicien nada comestible — Dijo Sanji mientras caminaba hacia la cocina, dejando a Usopp con algo de miedo de que les "descubran".

(Ya viene lo bueno papus)

𝐏𝐥𝐚𝐭𝐢𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐨𝐬 (Sanji x Nami) ¡Fanfic terminado!Where stories live. Discover now