El secreto de Frank

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Frank bajó las escaleras de su casa hasta llegar al sótano. Luego introdujo una llave en la cerradura y se produjo un chirrido desagradable al abrir la puerta de metal. Dentro había varias celdas con barrotes. El grupo de Roy descansaba en el suelo.

—Oye, viejo. ¿Hasta cuándo piensas seguir con este absurdo teatro? —preguntó Roy con enfado.

—Ya te advertí que dejaras a ese chico en paz.

—¡No puedes encerrarnos aquí el tiempo que te dé la gana! ¡Lo sabes bastante bien —le amenazó el pelirrojo poniéndose en pie y agarrando los barrotes de su celda—. La vida de la aldea depende de nosotros.

—¿Crees que eres irremplazable? —preguntó Frank alterado—. Yo he estado aquí antes que ninguno de vosotros. ¡Llevo dos malditos años viendo cómo los jugadores nuevos llegan aquí, suben de nivel y se van! Siempre hay un reemplazo.

El hombre de ojos azules hizo un gesto con la mano para que el grupo de jugadores que se había quedado detrás de él avanzara. Víctor entró en la habitación seguido de sus compañeros Rashad y Silvia.

—Te presento al nuevo equipo que seguirá con tu labor.

Roy compuso una mueca seria y miró a Víctor de arriba abajo.

—¿Y si no quiero pasarle el contrato? —preguntó el pelirrojo de forma desafiante.

—En ese caso, te mataré y el contrato pasará a alguien de tu grupo. Seguro que el siguiente líder es más razonable que tú.

Roy suspiró hondo dándose por derrotado.

—Tan persuasivo como siempre, viejo. —El chico sacó una mano entre los barrotes de la celda y se quedó mirando a Víctor directamente a los ojos—. Tú, Imbécil. Dame la mano.

—Me llamo Víctor —respondió el joven algo molesto.

—Me la trae floja. ¿A qué esperas? ¿Vas a aceptar el contrato o no?

Los muchachos se agarraron por el antebrazo con fuerza y sus ojos se iluminaron con una pantalla privada que solo ellos podían leer. Al cabo de un rato, Víctor confirmó que aceptaba las reglas y Roy procedió a pasarle el contrato secreto a sus compañeros de equipo.

—Y ahora sácame de aquí —le ordenó el prisionero al instructor.

El hombre de pelo algo canoso y ojos azules se dio la vuelta.

—Saldrás mañana a la tarde.

—¡Maldita sea, Frank! ¡Mañana es el último día para hacer la entrega!

—Que te jodan, Roy —dijo el hombre en tono tranquilo mientras se detenía bajo el marco de la puerta—. Nunca me has caído bien. No sabes cómo voy a disfrutar cuando recibas el castigo.

Roy le propinó una fuerte patada a los barrotes de su celda y miró con furia cómo el instructor se alejaba. Los otros tres chicos se quedaron en la estancia y procedieron a limpiar los orinales y entregarles el almuerzo.

—¿Sabes? —le dijo de pronto Víctor al pelirrojo mientras le pasaba su plato—. A mí tampoco me gusta Elros. En el tutorial mató un jugador con un bate de béisbol. Fue un golpe directo en la cabeza. Ni siquiera se lo pensó.

Roy lo miró con seriedad de reojo, pero no dijo nada.

—Tengo entendido que le cortaste un ala a su mascota.

—¿Y qué?

—Bueno, todo el mundo sabe que está muy enfadado contigo y el cabrón ya es nivel 11.

—¿Subió dos niveles en menos de dos días? —preguntó uno de los compañeros de celda preocupado.

—Sí y no solo eso —informó Víctor—. Ha conseguido habilidades muy raras en muy poco tiempo. Por lo visto, ahora puede fusionarse con su mascota y convertirse en vampiro. También puede invocar a los muertos.

La Torre de los ValientesWhere stories live. Discover now