Capítulo 50: "Entonces nunca te irás"

442 49 2
                                    


☆♛☆ 50. "Entonces nunca te irás" ☆♛☆


Amelia aprovecha que el mesero se ha retirado con nuestros pedidos para continuar mirando a su alrededor.

—Recuerdo que pasé días buscando fotos de este lugar y recopilé todas las que encontré para imaginarme estando dentro. Pero ahora que estoy aquí me doy cuenta que me quedé corta con mi imaginación.

—Mira, mami, las estrellas se prenden y apagan. —Lía no ha dejado de sonreír desde que entramos— ¿Son reales?

—Diría que no pero no me sorprendería si lo fueran.

—Mamá, ¿te vas a casar con Exionista?

—¿Cómo? —La mira— ¿Yo qué?

—Mi tía Maya me dijo que si alguien te baja las estrellas debes casarte con esa persona.

—Tu tía Maya es una romántica.

—¿Significa que no te vas a casar con Exionista?

—Yo no dije eso.

—¿Si te vas a casar con él?

Guarda silencio por varios segundos.

—Mira, ¡un avión! —Señala hacia arriba.

—¿Dónde? —Lo busca con ganas.

Sonríe y le caricia la cabeza mientras continúa buscando el avión.

—No puedo creer que esté aquí. —Alza la vista hacia el techo, en donde cuelgan los adornos con formas de estrellas—. Es tan hermoso que no parece real.

—Pienso lo mismo de ti.

—¿Eh? —Me mira mientras tuerce la boca, como si acabara de decir algo fuera de lugar.

Sin poder controlarme, nace de lo más profundo de mi ser una sonora carcajada. Ella sonríe y achina sus ojos que brillan aún más que las estrellas del techo.

Su persona parece estar atrayendo toda la luz de la sala, haciéndola resplandecer con tanta intensidad que temo quedar ciego. Pero por seguir viéndola vale la pena correr el riesgo.

Hubo un tiempo en el que me obsesioné con pintarla y dibujarla porque había algo en ella que ansiaba capturar en un lienzo para poder seguir apreciándola, aunque no la tuviera en frente.

Nunca había ansiado tanto pintar a alguien hasta que la conocí. Y mientras más la pintaba, más sentía conocerla.

Aquello se convirtió en un círculo vicioso peligroso para mí.

—¿Frank? —Me enfoco en Amelia y noto sus cejas elevadas— ¿Pasa algo? No has tocado tu comida. —Mira el plato que no noté cuándo lo trajeron.

—Solo recordaba el pasado. —Me enderezo y empiezo a comer.

—¿Hablas de tu niñez? —Enarca una ceja, dudosa de que esa sea la respuesta.

—No tan atrás. —Ladeo mi boca.

No tiene sentido recordar mi infancia, solo me traería disgustos.

—¿Hace un año?

—No tan adelante. —Meto un trozo de carne a la boca.

—Mi turno, mi turno —dice Lía con la mano levantada—. Hace dos años.

Ladeo mi boca y niego con la cabeza.

—Tres años. —Es el turno de Amelia de levantar la mano.

—¡Cuatro años!

Conde herpes [Futuro MVDH #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora