Shikamaru no podía ser tachado de idiota, a pesar de su aparente desinterés en todo y su afán por mantener una apariencia de flojera

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Shikamaru no podía ser tachado de idiota, a pesar de su aparente desinterés en todo y su afán por mantener una apariencia de flojera. En realidad, estaba cargado de conocimiento. Ser un Nara era, sin duda, agotador y "problemático". En su corazón, anhelaba nada más que una vida tranquila. Ingresó a la academia con la meta de convertirse en un shinobi, consciente de ser el futuro heredero de su linaje, y eso venía acompañado de un conjunto de responsabilidades.

Cuando ingresó a la academia junto a su amigo de la infancia, la experiencia resultó más bien aburrida. Sin embargo, durante esos días, la presencia de un chico rubio, despistado pero profundamente solitario, captó su atención. Observar a ese chico en compañía de otro, igualmente deslumbrante pero de manera más distante, fue como presenciar un eclipse entre el sol y la luna. Era un fenómeno fascinante: dos personalidades similares pero también diferentes.

El momento en que presenció cómo esos dos atravesaban un espejo fue emocionante y revelador. Aunque deseaba saber más, optó por no indagar hasta que Naruto estuviera listo para compartir. No quería entrometerse en asuntos que no le incumbían.

Con el tiempo, Shikamaru presentó a Naruto a otros dos chicos mayores. Aunque los vio inicialmente como salvajes, su dinámica fraternal los convertía en figuras entretenidas. Sabo, en particular, era más racional y propenso a conversaciones más serias, más allá de tonterías.

Un día, Naruto le confió una verdad profunda: sus ataques de pánico. Sabo le enseñó cómo controlarlos y le pidió un favor importante:

"Naruto sufre ataques de pánico a una edad tan temprana. Algunos niños atraviesan experiencias desagradables que los llevan a esto. Puedo pedirte un favor, cuídalo incluso cuando no estemos cerca. Como su hermano mayor, me preocupo mucho, especialmente por sus ataques. Por favor, ayúdalo."

A pesar de no haber recibido ese pedido directamente, Shikamaru se comprometió a cumplir esa petición.

—¿Cómo te sientes? — preguntó con voz suave mientras masajeaba la espalda de Naruto, intentando calmarlo.

—Shika, dile a Chouji y a Ino que cuiden a mis compañeros — respondió Naruto, con la mirada perdida.

Shikamaru entendió al instante y envió a los dos amigos para atender a Sasuke y Sakura. Observando a Naruto, quien solo miraba sus manos, evidenciaba cansancio y una profunda desesperanza. El vacío en su interior parecía consumirlo, haciéndolo sentir patético e incapaz de seguir adelante. Su voluntad de vivir se desvanecía, dejándolo abrumado por la tristeza.

—Rubio— lo llamó Shikamaru mientras le daba una caricia reconfortante en el hombro —no estás solo. Estoy aquí, no te dejaré solo—

—Shikamaru, no siento nada— murmuró Naruto llevándose la mano al pecho — Solo siento este gran vacío.

—¿Es por todos ellos? No dejes morir la esperanza. Volverás a estar con ellos y te ayudaré a lograrlo — respondió Shikamaru con una sonrisa cargada de cariño.

¡No estás solo!.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora