Capítulo 10

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Soo-yung iba bajando las escaleras y vio a Suni, quien con un plumero limpiaba el polvo acumulado en un cuadro colgado en la pared.

—Señorita Han —pronuncio autoritario parado desde las escaleras. Suni volteo a verle e hizo una leve reverencia antes de hablar.

—Si, señor. ¿Que necesita?.

—¿En donde esta el señor Kim?.

—Oh, el pidió dia libre por hoy.

—¿Por que se tomo el dia libre? — pregunto intrigado.

—Bueno… por lo que se, el tenia que ir al hospital.

—¿Al hospital? —pronuncio intrigado.

—Si, señor.

—Esta bien. Gracias.

Soo-yung volvió a subir y fue hacia su oficina, una vez allí comenzó a escribir en la computadora del escritorio como de costumbre.

«¿Por que fue al hospital?. Tendrá algún problema de salud » suspiro «Como sea, no se porque me preocupo. Son problemas de él».

Yo llegaba al hospital, tome el elevador para llegar al segundo piso, camine por un grandey largo pasillo que parecía no tener fin, hasta llegar a la habitación en donde se encontraba mi abuela. Entre a la habitación en cuya puerta estaba el numero ciento cuarenta y tres, ella estaba acostada tapada con sabanas blancas mirando por la ventana, entonces ella al escuchar la puerta cerrarse volteo y al ver me sonrío y yo también lo hice.

—Hola abuela — salude con una sonrisa en el rostro al verla.

—Dong-sun. — Me acerque y le abrace con mucho cuidado, ella me abrazo con fuerza, como si fuera la ultima vez que no abrazaríamos.

—Te extrañe abuela — exprese mientras nos abrazábamos.

Luego los dos nos separamos concluyendo con aquel abrazo.

—Dong-sun, trae aquella silla para que te sientes a mi lado — ordeno ella señalando la silla.

Agarre la silla desde el espalda con una mano, pues conmigo traía un ramo de flores, la puse cerca de la cama para poder estar al lado de mi querida abuela.

—Abuela, te traje un ramo de flores.

Espero que te gusten — Acerque el ramo para que ella pudiera agarrarlo, cual si pudo hacer.

—Son preciosas — dijo tras agarrar el ramo. Luego acerco las flores a su rostro para poder sentir el perfume de las flores —. Su aroma es una delicia. Son verdaderamente preciosas, gracias Dong-sun.

—De nada abuela. Me alegra que te haya gustado — dije sonriente.

—Cuando venga la enfermera le diré que las ponga en un florero. Por cierto ¿de donde las
conseguiste?.

—Oh…— exclame — bueno las corte de donde trabajo.

—Hmm. — exclamo sorprendida — ¿Conseguiste trabajo?.

—Sip.

—Aleluya, me alegro.

—Cambiando de tema. ¿Como has estado?.

—Ya sabes come es, a veces son días buenos y aveces malos. Pero hoy es un buen dia, el dolor es soportable. Es como un piquete de mosquito.

—Me alegra escuchar eso.

Mi abuela era un persona fuerte, sabia muy bien que me estaba mintiendo en ese momento, pues note que apretaba la sabana con su mano. Pero no se porque aceptaba creerle, “Doloroso como el piquete de un mosquito”, que mentira. Con lo fácil que es decir mentiras, pero difícil mantenerlas.

«Como quisiera que esta enfermedad que tienes desapareciera y te dejara disfrutar de tu vida. Haría lo que fuera para poder curarte».

Detrás de mi sonrisa alegre hacia fuerzas para controlar mis lágrimas.

—Y dime Dong-sun, ¿en donde trabajas?.

—Estoy trabajando para un escritor como jardinero.

—Ya veo.

—Me pagan bien, así que no me quejo. Jeje.

—Hmm. — exclamo — Y dime, ¿has conocido a alguien nuevo?.

—¿A alguien nuevo? — pregunte desconcertado.

—Como a una chica por ejemplo.

Ya sabia por donde iba el tema así que solo sonreí. Por alguna razón mi abuela estaba obsesionada por encontrarme una novia desde que tenia diecisiete años, me habia presentado con varias nietas de sus amigas, pero yo nunca estuve interesado en ellas.

—Me temo que no, el trabajo me tiene muy ocupado.

—Hmm — exclamo disgustada.

—¿Que sucede?.

Me miro directamente.

—Dong-sun, prométeme que encostraras a alguien, te casaras y formaras una familia.

—¿Que? — pregunte sorprendido — ¿A que viene esto?, jsjs.

—Solo prométeme lo, ¿si?.

—Esta bien, lo prometo.

No podia negarme ante a aquella mirada que podia penetrar hasta lo más profundo de mi ser, ni ante el deseo de aquella persona que cuido de mi durante la mayor parte de mi existencia y que solo quiere mi bienestar.

«En estos momentos de mi vida no deseo conocer a alguien, ni de casarme o formar una familia, mi deber en este momento es cuidar de ti abuela, así como tu cuidaste de mi».

Durante el resto de mi visita estuvimos hablando y riendo, siempre trataba de sacarle una sonrisa cada vez que podia. En el momento de irme entro la enfermera.

—Buenas tardes — saludo amigablemente —. El doctor dijo que fuera a verle antes de irse.

—Buenas — salude —. Esta bien, justo estaba por irme — dije mientras me levantaba. Le di un beso en la mejilla a mi abuela — Nos vemos abuela. Cuídate.

El Escritor y el Jardinero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora