Capítulo 12

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―Si ― afirmo con aquella voz fría y distante. Ni siquiera aparto la mirada de aquel monitor al afirmar ―Me entere que ayer te tomaste el dia libre, ¿verdad?.

―Si ― confirme.

―Y se puede saber ¿por que?.

―Es un asunto personal, señor ― conteste tratando de cerrar el tema.
Por un breve momento contemplo el monitor de la computadora y luego fijo su mirada en mi.

―¿Un asunto personal? ― pregunto intrigado.

―Si, señor ― respondí calmo.

―Y se puede saber ¿que es?.

No entendía cuales eran los motivos para que se interesara tanto en mis asuntos personales, o de que le servirían a él saber de ellos. Acaso era interés o simple y mera curiosidad lo que él tenia. De una manera u otra no me interesaba sus motivos, quería que mis asuntos fuera del trabajo sean solo mi problema y no de los demás.

―Prefiero no hablar de asuntos personales, señor.

―Entiendo ― dijo algo desconforme.

―¿Algo más?, señor.

―Si, la próxima vez que quieras tomarte el dia libre o algo similar a ello, debes de hacérmelo saber. ¿Comprendiste?.

Aquello sonaba más a una advertencia a que una orden, su mirada estaba fija en mi a espera de una respuesta.

―Si, señor.

―Bien. Puedes retirarte.

Sin más que discutir me dispuse a irme, sin embargo apenas esta por abrir la puerta una voz gélida me detuvo.

―Señor Kim.

―Si, señor. ¿Necesita algo más?. ― pronuncie tras voltear a verle.

―Si. Necesito que me ayudes esta noche. ¿Te parece bien?.

La suerte en mi vida era dada por un ser que no me quería al parecer, pues no hallaba otra razón para que me pasaran tantas desgracias.

―Si, señor. Esta bien ―respondí sin ánimos. De solo imaginármelo ya me era desagradable.

―Bien.

Al salir me detuve por un momento y solté un profundo suspiro que alivio el pesar de mi pecho.
Cayo la noche y a eso de las diez ya me encontraba con Soo-yung en su habitación, él estaba sentado en la cama de sabanas blancas, pero algo era diferente en la habitación en
comparación con la ultima vez que estuve ahí, era una silla que se encontraba en frente de la cama.

―Siéntate en esa silla ―ordeno y yo obedecí.

«Odio esto ».

―Hay lubricante, si es que necesitas.

―No gracia ―conteste hostil.

―Bien, entonces puedes empezar.
Baje el pantalón y la ropa interior dejando a la vista mi pene y quedando con la camisa que cubría la parte superior de mi cuerpo, él simplemente miraba cada movimiento que
hacia. Comencé a masturbarme, tenia la intención de acabar lo más rápido posible para poder irme. Mantenía la mirada baja, mirando mi pene, el cual ya estaba erecto.

―No lo hagas tan rápido ―me ordeno.

―¿Eh? ―Exclame tras alzar la mirada. ―. Yo… eh ―Di un suspiro ―, esta bien.

Continué masturbándome, pero aun ritmo constante y menos rápido con movimientos hacia abajo y arriba. Mantuve la mirada en mi pene, con la esperanza de acabar lo más
rápido posible pues no me era placentero o por lo menos no lo era hacerlo frente a él, quien
me miraba fijamente mientras me masturbaba, me resultaba una tortura.

―Señor ―Pronuncie sin mirarle.

―Si.

―Quisiera darme el lubricante ―dije apenado.

―Esta bien ―Se levanto y fue hacia la mesa de luz que estaba a la par de la cama y saco el lubricante, me lo trajo y parada frente a mi me lo dio ―. Toma ― Agarre el lubricante, pero sin levantar la mirada pues la vergüenza ya era demasiada, me percate de un bulto en
su entrepierna, pero rápidamente fije mi mirada en otro lugar.

―Gracias ―Dije tras agarrar el lubricante.

Aplique un poco en la mano y continué masturbándome. A pesar de estar erecto no me generaba ningún placer.

―Despréndete la camisa ―ordeno.

Desprendí todos lo botones de la camisa exponiendo la parte superior de mi cuerpo, separe un poco las piernas hasta donde me lo permitiese el pantalón. Levante un poco la mirada y vi que él me observaba fijamente, estaba cruzando las piernas como si tratase de ocultar algo y apoyaba sus brazos en la cama. Volví a agachar la mirada pues sentía que estaba a punto de venirme.

―Nhg ―Exclame al salir aquel liquido de mi, el cual termino en el piso ―. Listo, ya acabe ―Dije tras alzar la mirada mirándole a él.

―Esta bien, puedes irte.

Me subí los pantalones y me fui sin haberme prendido la camisa. Cuando iba bajando las escaleras me abotone el pantalón y me percate que la billetera no estaba en el bolsillo en el
que lo habia dejado.

―Demonios ―Maldije y me detuve ya llegando casi al final de las escaleras ―. Se me debe haber caído en la habitación ―Suspire, disgustado y sin más remedio tuve que volver a buscarla.

Al llegar note que la puerta estaba abierta, no del todo simplemente una abertura pequeña, cuando estaba a punto de pasar sin ninguna razón me detuve. Mire por la abertura y estoces
lo vi a él con un pañuelo en mano, se agacho y con el pañuelo limpio la parte en la que habia caído mi semen, me quede atónito. Él se levanto y poco a poco acerco el pañuelo a su
rostro, lamió la sustancia del pañuelo.

«Pero que demonios», pensé.

―Dong-sun ―pronuncio al oler el pañuelo.

El Escritor y el Jardinero Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon