Capítulo 11

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Era la siete de la mañana estaba llegando a la casa, baje de el autobús que solía tomar para llegar al trabajo y luego camine por el camino de tierra que llevaba a la casa, aquel camino cuyos arboles coposos a los lados daban sombra cuando el calor de el sol era intenso.
Mi humor no era el mejor en ese momento, pues tras mi visita al hospital me habia afligido el corazón y la razón de esto fue cuando hable con el doctor.
Llegue a su oficina, di un dos golpes en la puerta y espere respuesta.

—Pase — dijo el doctor desde el otro lado.

Inmediatamente tras oír el “Pase” entre. Él estaba senado tras un escritorio escribiendo serio en unas hojas sueltas, hasta que levanto la mirada y al verme su cara de seriedad paso a una más relajada y amistosa.

—Hola, Dong-sun — Saludo amigablemente —. Por favor toma asiento.

Di unos paso y me senté en unas de las sillas que estaban en frente del escritorio.

—¿Como has estado?.

—Bien, gracias — respondí con una leve sonrisa en mi rostro —. La enfermera dijo que quería hablar conmigo. ¿Verdad?.

—Así es.

Presentía que lo que iba a decir no era nada alentador, todo tras escuchar con aquel tono de voz que utilizo.

—Aah — Suspiro y se saco los anteojos que traía puesto, luego me miro fijamente con los anteojos en mano —. Tengo que ser sincero contigo Dong-sun, lamentablemente el tratamiento que estamos aplicando en tu abuela no esta funcionando como quisiéramos que lo hiciera. El tratamiento solo esta haciendo que la enfermedad se paralice por un breve momento, pero después que pasa ese cierto tiempo vuelve a activarse.

—Entiendo — Me sentí frustrado, pues todas mis esperanzas para que mi abuela se curar estaban en ese tratamiento.

—Se que te dije que curaría a tu abuela, pero me temo que ya no se que más hacer. Lo siento.

—No tiene porque disculparse.

—¿Hmm?.

—Me a ayudado bastante y se que hizo hasta donde a podido para ayudar a mi abuela — El doc me habia ayudado en el momento más difícil de mi vida, cuando la enfermedad de mi abuela empezó a hacerse presente. Se que hizo todo lo posible para curarla, pero quizás algunas cosas no tengan solución —Gracias por todo lo que hizo por nosotros.

—Hmm — expreso insatisfecho.
—Si eso era todo doc, me retiro.

Me levante y camine hacia la puerta cuando estaba abriéndola, el doc me hablo.

—Espera Dong-sun — Voltee a verle —. Quizás deberíamos trasladarla aun lugar mejor para que sea tratada. Tengo un amigo que podría ayudarnos, pero podría ser un poco costoso.

Como todo en esta vida el dinero es la solución a algunos problemas. Cada dia que pasa y veo a la persona que más quiero en este mundo sufrir me desgarra el alma y mis esperanzas se desvanecen poco a poco, pues cada vez que parece que todo va a salir bien, viene un nuevo obstáculo al cual debo enfrentar.

—Esta bien. Ya veré que hacer.

Llegaba a la casa, sin embargo no entre en ella por la puerta principal. Sabia que a esta hora la señora Choi y Suni todavía no habían llegado lo que significaba una sola cosa, que el señor Park estaba solo, seguramente en su oficina como de costumbre.
Decidí ir por el costado de la casa directamente al deposito en donde se guardaban las herramientas y de más cosas de jardinería, me puse mi delantal de jardinería uno verde con tres grandes bolsillos al frente, me coloque las botas y los guantes, luego agarre las tijeras de podar y una pequeña y las puse en los bolsillo, y después agarre la regadera.
Fui al invernadero en donde se encontraban una gran variedad de plantas cada una en su propia maceta, muchas de ellas ya habían dado sus flores ya que nos encontrábamos en los meses de primavera. Bien llegue me puse a trabajar, comencé removiendo la tierra de las macetas, mientas lo hacia me puse a pensar.

«¿Que haré? ¿que debo hacer?. Debo continuar con el tratamiento o trasladarla a un lugar en donde la traten mejor para curarla. No quiero hacerme ilusiones. Otro tema es que quizás sea costoso, apenas pago el hospital ahora y lo poco que me queda es para soportar otro mes. Gracias a Dios pude quitarme esa deuda con esos mafiosos».

Suspire, un suspiro lleno de preocupaciones y dilemas que ahogan mi vida cada minuto.

«Necesito conseguir más dinero».

La mañana trascurrió rápida y pacifica. Mientras cortaba las hojas y flores marchitas de una planta, una mariposa de alas azules se poso en mi mano.

—¿Eh? — exclame sorprendido al verla —. ¿Y tu como entraste aquí pequeña?.

Camine hasta la puerta del invernadero lentamente para que la mariposa no se fuera volando, salí , pero la mariposa no se iba.

—¿Que pasa pequeña? ¿Por que no te quieres ir? — le hable, como si ella pudiera entenderme —. Vamos es hora de irte.

Eleve mi mano un tanto fuerte dándole un pequeño empujón a la pequeña para que tomara vuelo, y así sucedió. Me le quede observando mientras volaba, elevándose más y más.

«Cuanto te envidio».

Al bajar a mirada vi a Suni que se acercaba a donde me encontraba, al llegar se paro a unos paso de mi y hablo con seriedad.

—El señor Park, dijo que quiere hablar contigo. Ordeno que vallas ahora mismo.

—¿Eh? — exclame desconcertado — Esta bien. Ya voy.

Suni volvió a la casa y yo al invernadero para dejar las herramientas que traía, luego entre en la casa por la puerta trasera por donde se entraba a la cocina, la señora Choi estaba ahí preparando algo, pero no me detuve a averiguarlo, ni siquiera la salude solo seguí caminando y luego subí las escaleras y llegue a la oficina de él.
Estaba por golpear la puerta, pero de repente se abrió. Quien la habia abierto fue él hombre de la otra vez, aquel que vino a ver al señor Park cuando me encoraba regando las plantas de la oficina, aquel de pelo negro y corto en los lado. Ahora que lo veía mejor eramos casi de la misma estatura.

—Hola — me dijo amigablemente.

—Hola — le salude un tanto sonriente.
—Me llamo SeoJoon, Bae SeoJoon.

—Encantado de conocerle, soy Kim Dong-sun.

—Bueno, mi trabajo aquí ya esta hecho. Me retiro. Nos vemos señor Kim.

Sin más que decir se fue y yo entre en la oficina. Tras entrar cerré la puerta y di unos paso hasta quedar cerca del escritorio, él como siempre tenia la mirada pegada la la pantalla de la
computadora, escribiendo como siempre supongo.

—Me mando a llamar, señor.

El Escritor y el Jardinero Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz