3.- Impostor

195 35 33
                                    

—¡¡¿Qué clase de juego estúpido es ese?!! —gritó exaltado, un chico rubio con dientes tan afilados como su lengua.

—Para asegurarme de que lo estén pensando bien antes de votar por cualquiera, pedazos de excremento. —contestó Ego— Sean ingeniosos. Son criminales después de todo. Sólo un mentiroso reconoce a otro. Ahora bien, cuando el tiempo comience, todos deberán dar un testimonio convincente sobre porqué están aquí. Pueden hacer preguntas o comentarios, pero recuerden, sólo tienen 10 minutos.

La pantalla cambia y ahora aparece un temporizador en retroceso. Los nervios atacan a más de uno.

—Bien, cómo sea. —se apresuró un chico calvo bastante inquieto, casi tembloroso— ¡Digan porqué están aquí y sean honestos!

—¿Si somos honestos, que no va en contra de ser criminales? —sugirió un pelirrojo que había estado en completo silencio hasta ese momento.

—¡¿Qué eres, un policía?! —interrogó el rubio impulsivo de antes.

—Idiota. —murmuró el pelirrojo, ignorandolo por completo.

—¡No estén jugando! ¡Esto es importante y el tiempo corre! —avisó un chico alto, con ojos alargados y entrecerrados, de cabello castaño y ondulado hasta los hombros.

—¡Okey, yo empiezo! Me llamo Gurimu Igarashi, fuí condenado a 101 años de prisión por... por asesinar al líder del templo budista donde crecí. —soltó como si tomara valor.

—Eso no suena a un crimen para cadena perpetua... —analizó Isagi en su mente. Escuchaba y observaba cuidadosamente a todos para encontrar al culpable— Aunque ese líder podría ser alguien importante.

—Bueno, yo soy Okuhito Iemon. —dijo cruzándose  de brazos con serenidad en su rostro— Vendía drogas y manejaba un negocio de venta de animales exóticos en peligro de extinción. Tengo 170 años de condena.

—¿Qué clase de drogas serían? ¿Acaso era un líder? Esto cada vez me pone más nervioso... No puedo pensar con claridad. —se decía Yoichi, apretando sus manos.

—Soy Hyoma Chigiri. —se presentó  el pelirrojo— Y no quiero decirlo.

—¡Lo sabía! ¡Eres el maldito policía! —acusó de nuevo el rubio rabioso.

—Tienes el cerebro podrido si crees que sería tan obvio. —respondió Chigiri sin mirarlo.

—¡¡¿Eh?!! ¡¿Qué dijiste, princesa?!

—Ya basta. —se metió el musculoso de cabello naranja— Si no quiere decir nada, pasemos al siguiente. Raichi, ¿tú porqué estás aquí? —se dirigió al rubio.

—Estaba harto de mi puto trabajo de chofer de autobús. —confesó cruzándose de brazos— Lo envíe al fondo de un barranco con 20 personas dentro. —agregó sonriendo de satisfacción— Tengo cadena perpetua con 130 años. Si necesitan un chófer, Jingo Raichi con gusto los lleva a su destino. —ironizó aún con una sonrisa retorcida.

—Me queda claro que él no es el policía. —se dijo Isagi, sintiendo el aura autentica de terror y violencia que emanaba Raichi. 

—Yo soy Yudai Imamura, asfixié a mi novia después de que descubriera que me engañaba. Tengo condena de 90 años.

—Eres el más mediocre de todos. Seguro que eres tú. —se burló Raichi.

—¡No mentiría con algo tan delicado! ¡Yo la amaba! —chilló con sentimiento, llevándose una mano al corazón y agachando la cabeza— Y todos los días me arrepiento de lo que hice, pero no hay nada que la traiga de regreso...

—Entiendo su situación, pero creo que 90 años es demasiado tiempo, aunque desconozco las leyes a profundidad. —Yoichi comenzaba a sentirse frustrado al no tener más información sobre las leyes.

—Soy Asahi Naruhaya, maté a un hombre rico y a su esposa para robar las pertenencias de su casa. Mi sentencia es de 145 años.

—¿Razón? —preguntó Iemon.

—Soy un ladrón. Crecí sin mis padres. No sé hacer otra cosa.

—No parece que mienta pero podría estar ocultando algo más. —dedujo Isagi al ver que sus respuestas eran directas y sin remordimiento.

—¿Y tú grandulón? —preguntó de la nada el chico que antes estaba dormido al lado de Isagi, provocándole un escalofrío— Tienes una actitud muy protectora, digna de un oficial. —señaló al pelinaranja en tono juguetón— Me intriga tu versión.

—Es muy observador e intuitivo, ¿pero a qué hora se despertó? —tembló Isagi.

El tipo musculoso observó a fijamente al emisor de la pregunta con una mirada seria y casi asesina.

—Soy Rensuke Kunigami. Me uní a la mafia para matar a una pandilla entera de Yakuzas con mis propias manos. Tengo 150 años de prisión. ¿Aún crees que soy un buen tipo?

—Sip. —contestó el chico con una risa divertida.

—No le importa hacer enojar a otros. Es tan inusual, parece que no tiene miedo de morir... —Isagi estaba más asustado cada vez.

—Gagamaru Gin, ¿tú qué haces aquí? —preguntó Naruhaya, picando su mejilla.

—Me comí a mi abuelita. 60 años de prisión.

Todos se quedaron en completo silencio. No sabían qué decir, pero por la apariencia salvaje del chico de cabello plateado, nadie cuestionó su veredicto.

Quedan 5 minutos.

PENTÁGONO DE LA MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora