9.- Salvador

139 29 28
                                    

—¡Aquí estoy, majestad! ¡Ya casi me atrapa! —Jugueteando con movimientos flexibles, Bachira burlaba la fuerza de Barou para usarla en su contra. Por más que lo intentara, le era imposible ponerle las manos encima al chico escurridizo.

—Deja de retorcerte, alimaña. —bufó aumentando su ira y persiguiendolo fuera del comedor.

Isagi e Imamura aprovecharon el momento para salir de los baños y ayudarse mutuamente a subir hasta la ventilación.

—¿Puedes verla? —preguntó Isagi al sostener a Imamura para que abriera la rejilla y entrara en el ducto.

—Lo siento, Isagi. Aquí no hay nada. —dijo asomando el rostro para hacerle una señal grosera con el dedo medio— Les mentí para que me ayudaran a esconderme. Búscate otro sitio.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¡No jodas con eso!

—Admito que me da envidia tu amistad con Bachira. Ojalá yo hubiese encontrado a alguien así para mí. Tuve mala suerte... pero ustedes morirán por su amistad. —Suspiró— En serio los envidio.

—¡Ya basta, Imamura!

El diálogo entre ambos llamó la atención de dos sujetos del equipo Y que al ver a Isagi indefenso, llamaron al rey para asegurarle una presa.

Bachira dejó de ser perseguido y en seguida buscó un atajo para llegar antes que Barou, pero pisó una placa de concreto que estaba floja y una silueta amorfa de humo negro la rodeó, esbozando una sonrisa retorcida bajo unos enormes ojos diabólicos.

—El mounstro quiere que...

Isagi corrió desesperado hasta toparse en el área recreativa. Una especie de patio amplio y cerrado donde se podía hacer ejercicio y algunos deportes. Pasó corriendo cerca de donde se ocultaba uno de sus compañeros de celda, Chigiri, quien se había camuflado detrás de un contenedor de balones.

—Es un idiota. —dijo al verlo correr siendo perseguido por dos enemigos, pero se puso de pie al verlo regresar en su dirección pidiendo ayuda. —¡Demasiado idiota!

Chigiri también tuvo que correr junto a él para perder a sus perseguidores pero en la entrada del gimnasio fueron interceptados por Barou.

—Ya me cansé de jugar a las escondidas con ustedes. Denme la dosis de sangre que necesito.

—Tú, izquiera, yo, derecha. —dijo Chigiri, recibiendo la afirmación de Isagi para correr en dirección opuesta.

Al separarse, uno fué atrapado por los del equipo Y, mientras el otro fué acorralado por el rey.

—No me jodas. Es una puta locura. —lamentó Chigiri, dándose la vuelta en un camino sin salida para enfrentar su destino. —Que sea rápido.

—No me des órdenes. —dijo Barou, tronándose los dedos y avanzando hacia él para cerrarle el espacio de escape. —Aunque admito que no me gusta golpear a las mujeres.

—Tienes suerte, sólo lo parezco.

—Como sea. Cierra los ojos. Acabaré de un sólo golpe.

El pelirrojo se mordió los labios y bajó la cabeza, apretando los párpados que rápidamente se humedecían de rabia.

—Otra vez esta mala suerte. —pensó mientras veía imágenes de su vida pasando por su mente de manera infinitamente rápida— Debería estar tranquilo. Ya todo se acabara cuando este tipo me mate, pero... —Sus recuerdos se detuvieron en una imagen. La de su madre y su hermana. En las ganas que tenía de volver a estar con su familia y en la cara decepcionada de ambas cuando fué condenado— La verdad es... que todavía no quiero morir. Ojalá alguien me hubiera salvado aquella vez... Ojalá alguien me salvara ahora mismo... pero yo... No tengo a nadie...

—¡Corre, Chigiri! —escuchó un grito que lo saco de la hipnosis melancólica en aquél instante.

Músculo contra músculo, Kunigami Rensuke embistió a Barou justo antes de que le diera a Hyoma un golpe mortal en el rostro.

—¡HUYE! —insistió con coraje, obligando al pelirrojo a usar sus piernas para desaparecer en automático sin mirar atrás.

Chigiri lloraba mientras corría. Estaba asustado y a la vez aliviado. Alguien estaba poniendo su vida en riesgo para salvarlo.

—¡¿Te quieres hacer el héroe?! —Un golpe al rostro impacto a Kunigami, quien resistió para devolverlo con la misma fuerza en la mejilla de Barou.

Un intercambio de golpes a puño limpio se dió entre los dos. Quedaban 10 minutos.

Bachira regresó al comedor y vió la rejilla abierta. Llamó a Isagi e Imamura pero nadie contestaba.

—Soy un genio. Aquí no correré peligro. Ya sólo faltan unos minutos más para que acabe. —celebró Imamura al pensar que lo tenía todo bajo control, arrastrándose por el ducto hasta toparse con un ventilador que giró con fuerza en una parte que se volvió más estrecha, arrastrándolo lentamente por succión. —Alto. No. ¿Qué es esto? ¡Ayuda! ¡SAQUENME DE AQUÍ! ¡POR FAVOR!

PENTÁGONO DE LA MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora