10.- Farsa

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—Sae Itoshi. —Nombró el entrevistador al hombre de mirada seria que estaba frente suyo— Condecorado con más de 15 medallas por tu desempeño en el departamento de justicia internacional. Capturaste a grandes cabezas de la mafia en España y ahora que has vuelto a Japón, ¿podremos verte como jefe de la policía nacional?

—Antes muerto. —respondió sin titubeos, cruzándose de brazos y endureciendo su mirada— En Japón no hay un índice de criminalidad lo suficientemente importante para que decida quedarme. Mis habilidades son requeridas en países infestados de asesinos en serie y organizaciones criminales.

—¿Quiere decir que no le agrada la idea de protegernos como su país natal?

—No me malinterprete, simplemente disfruto la dificultad de mi trabajo. —admitió mientras abandonaba la sala de entrevistas a media sesión— Estoy hecho para el riesgo y Japón actualmente goza de afortunados tiempos de paz. Creo que nací en el país equivocado.

El reconocido oficial salió de la oficina de jefatura de justicia, deteniendo sus pasos cerca de la puerta entrecerrada de una sala de reuniones donde escuchó las voces de los principales jefes de las diferentes zonas policíacas debatiendo su inconformidad con una expositora jóven.

—Lo que están haciendo es una locura. —expresó uno de los presentes en la junta— ¡Soltar a peligrosos criminales y borrar sus historiales delictivos como si nada, hará que Japón se hunda en la inseguridad y la anarquía!

—Estoy de acuerdo con él. ¡Ese proyecto debe detenerse ahora mismo! ¡No conseguiremos nada dejando libres a posibles genocidas!

—Si matan a los condenados antes de cumplir con sus sentencias originales no son diferentes a esos monstruos.
Están quebrantando sus derechos humanos.

—¿Derechos humanos? —La mujer presionó los puños sobre la mesa— ¡Por supuesto que sí! Y díganme ustedes, ¿qué prefieren? ¿Que la prisión colapse por el exceso de condenados y el mundo se entere que no vivimos en un país pacífico como tanto queremos creer? ¿O lidiar con unos cuántos delincuentes sueltos mientras reducimos en las sombras el excesivo número de criminales peligrosos que acechan a la población? Crean en este proyecto, porque está diseñado para que la persona que salga libre quede 100% rehabilitada y sea reintegrada a la sociedad. La maldad del ser humano puede revertirse.

Una vena se marcó sutilmente en la frente del uniformado Itoshi.

—Así que estuvieron ocultando esto. —pensó llenándose de frustración— En ese caso, me quedo. Sobre mi cadáver dejaré que alguno de esos desechos humanos escape. Antes los mato yo.

El tiempo del enfrentamiento se estaba acabando, con menos de 10 minutos restantes, Isagi terminó acorralado y capturado por dos enemigos. Recibió un par de golpes en el estómago y cayó al suelo.

—Seré el primero en morir después de todo. —pensó Isagi, escupiendo sangre y bajando la guardia. —Nunca tuve una oportunidad...

Chigiri escuchó gritos de auxilio proviniendo de un ducto de ventilación y estuvo a punto de seguir su rumbo, de no ser por el remordimiento de conciencia que lo atormentó. Un tipo que no le conocía arriesgó su vida para salvarlo un momento atrás. Sentía que debía devolver el favor de alguna manera.

—Yo no soy el único que quiere ser salvado. —se dijo así mismo, para tomar impulso y dar un salto de gran altura, llegando hasta la ventilación para ver a Imamura rogando mientras uno de sus pies había sido destrozado por las aspas metálicas y afiladas. —¡Toma mi mano!

El chico estiró sus brazos y fué arrastrado fuera de la ventilación. Chigiri bajó de un salto y lo atrapó para subirlo a su espalda con el reto de avanzar cargándolo.

No se percató del rastro de sangre que iba dejando el pie de Imamura en el suelo.

PENTÁGONO DE LA MUERTE Where stories live. Discover now