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La respiración de Alexander está agitada. Quiere ver a Liu, necesita ver a Liu, pero su deseo lo asusta. Siempre ha sentido la implacable fuerza de su sed de sangre, esa fuerza que tira de él como con una correa de hierro, pero su sed siempre ha sido eso, de sangre. Y la sangre no tiene nombre, no tiene rostro, ni manos, ni voz. Sin embargo, la sed que Alexander siente ahora si lo tiene. No tiene sed de sangre, no solo de ella al menos, sino de Liu

Tiene sed de su cara, su tacto, sus palabras.

Y le asusta apegarse tanto a algo tan efímero, a algo que quiere destruir y consumir. Así que necesita aclararse, saciar su sed que le nubla el juicio y recordarse que la sangre es solo sangre, venga de quien venga.

El vampiro se queda estático en medio de la calle. Los ojos cerrados y las aletas de la nariz abiertas mientras inhala profundamente. Su alrededor es una vorágine de aromas: polen y comida, tabaco y pequeños animales, perfumes y sudor, césped recién cortado y jabón, libros nuevos y plástico quemado... pero los descarta rápidamente, toda su atención fija en uno concreto: sangre.

Sangre andando hacia él. Alex, entonces, decide andar hacia la sangre. Rebuscar en sus pensamientos: <<Más vale que esta vez logre ligar con alguien. Estoy tan jodidamente harto del trabajo, necesito un polvo, aunque sea con una->>

—¡Mira por dónde mierda vas! —grita el hombre cuando choca contra lo que habría jurado que era un muro de hormigón.

Al subir su vista con ira hacia el rostro del corpulento incordio, el corazón del hombre da un vuelco. <<Ojos rojos>> piensa y traga saliva <<Colmillos>>.

—P-perdón —se corrige de inmediato, su cuerpo musculoso achicándose de golpe y su tono sonando pequeño y gentil cuando hace unos segundos ladraba cual perro rabioso —, no vi, no sabía que usted era...

—Oh, tranquilo, simplemente estás estresado por el trabajo ¿No es así? —pregunta Alexander, su voz llena de fingida amabilidad.

El hombre luce sorprendido unos segundos y, acto seguido, relaja sus hombros y habla con más soltura.

—Así es, perdone, no quería ser grosero. Justo ahora iba a desinhibirme un poco, creo que me sentará bien —comenta, riendo amablemente.

Alexander ríe con él, solo que su tono es más oscuro y eso hace al hombre inquietarse y tratar de seguir su camino. Una mano grande y pesada se coloca en su hombro.

—A mí también me sentaría bien destensarme—el vampiro se acerca por detrás al hombre y la mano que había colocado en su hombro de forma discreta se desliza hasta que su brazo entero rodea el cuello de este —, creo que podrías ayudarme con eso ¿No es así?

—Por favor —murmura el hombre, incapaz de pensar en una súplica mejor, incapaz de hablar incluso si en su cabeza tuviese la idea perfecta para detener al vampiro.

Alexander, sin embargo, ni siquiera escucha el desesperado susurro. Se hunde en el cuello de su víctima sin miramiento alguno y disfruta de destrozar la piel de su presa como no puede hacerlo con la de Liu. Clava los colmillos una y otra vez, los arrastra, arrancando pedazos de carne y rígido músculo mientras el hombre en sus brazos grita y suplica, retorciéndose entre sus garras como una bestia salvaje en busca de libertad.

Disfruta de arruinar su cuello hasta que toda la piel en este está teñida de sangre y esta se le escapaba a borbotones de la boca cuando intenta beber. Cuando el hombre está demasiado aturdido por la pérdida de sangre como para mantenerse en pie, el vampiro lo recuesta delicadamente sobre un banco y se acuclilla delante, quedando a la altura del rostro del tipo. Lo ve poner sus ojos en blanco, la cabeza bamboleándose tan violentamente que parece que va a despegarse del deshilachado cuello en cualquier momento, y entonces Alexander le golpea tan fuerte en la mejilla que escucha el repiqueteo de un par de dientes cayendo al suelo.

Oscura Perdición (Yaoi, vampiros) [En AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora