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Liu se queda estático mientras ve las cosas pasar delante de sus ojos como a cámara lenta. Siente que <<esto no puede ser real>> mientras ve a Alexander desabrocharse el cinturón y arrojarlo a un lado con desprecio, mientras escucha su bragueta bajar y lo siguiente que ve es su enorme y poderoso cuerpo prácticamente desnudo, con solo la ropa interior entre ambos. Cuando ve los musculosos brazos del vampiro dirigirse a su cuerpo, uno tomándolo de la cintura para voltearlo bocabajo en la cama, la otra mano tomándolo de ambas muñecas y clavándolas en el colchón por encima de su cabeza. No puede creer, no puede soportar la idea de que eso sea real, incluso mientras las poderosas piernas de Alexander se sitúan entre las suyas y las abren de un rápido movimiento, dejándolo vulnerable y a su completa disposición.

<<No es real, no es real>>

Pero el peso de la realidad cae sobre Liu cuando un terrible dolor lo atraviesa. Alexander lo penetra con un largo dedo, forzándose en su interior una y otra vez, abriéndolo para que pueda aceptar su tamaño. Y el flechazo de dolor es suficiente para que Liu reaccione.

—¡No! ¡No, no! —chilla desesperado y aunque sabe que su cuerpo delgado y mortal no tiene nada que hacer contra la bestia que pretende poseerlo, Liu lucha y forcejea con todas su fuerzas, tirando de sus brazos, pataleando y moviendo su cuerpo entero de un lado a otro en un intento de girarse que, por lo menos, logra que Alexander retire su dedo de su interior. —¡Por favor! L-lo siento, no volveré a-

Liu vuelve a ser interrumpido por un profundo dolor. Esta vez, sin embargo, no es en su sexo profanado, sino en la única parte de su cuello que se había librado del tacto violento de Alexander; el vampiro hunde profundo sus colmillos en él y aprieta con fuerza las mandíbulas y Liu pronto deja de luchar. No porque no quiera seguir haciéndolo, sino porque no puede.

Los colmillos del hombre se hunden en su piel como el filo de una hoja en mantequilla caliente y el resto de dientes aprietan y aprietan hasta que la piel se desgarra también bajo su hambre, sangrando más de lo que Liu ha sangrado jamás. El dolor es indescriptible y mientras Liu lo siente es como si no solo su piel se desgarrase, sino su alma entera lo hiciera, siendo tirada por poderosos dientes que la arrancan de su cuerpo. Sus ojos giran hacia atrás en sus cuencas, su boca se abre, incapaz de gritar, escurriendo saliva por las comisuras, y sus dedos se rizan por el dolor. Cuando Alexander tiene la boca llena de sangre y da el primer trago, Liu siente que podría morirse. Desea morirse en ese instante.

Su cuerpo a veces ha sido su aliado y otras su enemigo, pero siempre su hogar. Ahora, sin embargo, su cuerpo le falla, le desobedece: cuando el corazón quiere latir rápido por el miedo, Alexander succiona su sangre, haciendo que esta recule en las venas agónicamente, como papel de lija dentro de su cuerpo, moviéndose despacio hacia la herida, ralentizando su ritmo cardíaco. Liu siente su cuerpo empapado en algo más que agua, pues sudores fríos lo cubren. Un frío repulsivo, blando. El frío que imagina que tienen en su cuerpo los cadáveres. Sus manos y sus pies se sienten especialmente gélidos y el sentimiento se extiende al resto de su cuerpo. Y con el calor, también se van sus fuerzas, pues no puede mover ya sus piernas, ni sus brazos y su cabeza solo se mantiene alzada porque el vampiro ha dejado de agarrarle las muñecas una vez se han quedado inertes y lo toma del pelo, manteniendo su cuello ladeado, disponible para él.

Alexander se aparta de su herida, extasiado, los labios rojos de sangre y los ojos carentes de cualquier atisbo de un brillo humano que Liu pudiese hablar hallado en ellos. Suelta la cabeza del chico, que cae contra la almohada como parte de un muñeco sin vida.

Oscura Perdición (Yaoi, vampiros) [En AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora