Capítulo 2

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Aitana Mendez

Pisar la Oficina Oval era impresionante. Era tan irreal, tan ficticio. Nada se comparaba con lo que se mostraba en las películas de acción o series relacionadas con el estado. Sus paredes tapizadas, el gran escritorio Resolute. Los grandes ventanales en el lado sur, acompañados de sus cortinas color crema. Y la chimenea decorada con algunas plantas en el lado norte. Se veía como una postal, sacada de todos los libros de historias.

La presencia y el poder que entregaba aquella habitación, dejaba a cualquiera con la boca abierta y con sus vellos erizados por la carga energética de autoridad que podías sentir. Cada esquina que veías podías ver momentos escritos, situaciones del pasado trazadas, los signos de experiencias y el peso de los anteriores presidentes y los cambios que cada uno ha generado.

Sus fantasmas vigilando cada decisión que haces, juzgando.

—Señora presidenta.

Su mente salió de su estupor cuando escuchó esas dos palabras y sus ojos se desviaron de su entorno para concentrarse en la persona que se encontraba mirando hacia uno de los tres ventanales. Su posición estaba recta, su espalda anclada a su centro, sin querer demostrar debilidad. Acción que rápidamente llamó su atención y no apartó su mirada de aquel individuo tan popular, que hizo que millones de personas votarán por ella.

La mujer se volteó haciendo sonar un poco sus tacones cuando chocó con la madera y después el sonido se apaciguó en la gran alfombra que se extendía por todo el piso ovalado. Los ojos de Aitana comenzaron a subir lentamente desde sus tacones blancos puntiagudos, hasta sus pantalones de vestir color rojo granate, yéndose por el valle de su top blanco elegante y finalizar en su sacó del mismo color de su pantalón. Era un color muy arriesgado, para el primer día. Le gustaba, demostraba determinación y atrevimiento.

Sus ojos siguieron paseándose y sin evitar quedarse un rato admirando la piel desnuda de su cuello y algunos lunares que creaban un camino, generando en un pensamiento fugaz de querer perseguir con sus labios. Llegó a su cara y se quedó congelada al notar sus ojos en ella. Rápidamente se hundió en el mar Mediterráneo que destellaba en el azul de su mirada, sin ni siquiera pensarlo. Era tan intenso. Tan cristalino y tan expresivo, que de inmediato pudo ver las emociones que pasaban en ellos.

De repente sintió una bruma rodearla, la necesidad de protegerla embriagó cada uno de sus sentidos y arrasó con cualquier fibra sensible de su cuerpo. Que si no fuera que debía estar en alerta, jadería y se doblaría por el golpe casi físico, que había recibido. La ansiedad de querer colocarse de primero para cuidarla y quitarle aquellas preocupaciones que la albergaba y se veían reflejadas en su mirada, se hizo muy presente clavando agujas en su corazón, generando que hiciera una ligera mueca.

¿Qué estaba pasando?

Pestañeo varias veces sin poder entender esas sensaciones. La había visto varias veces en la televisión, en las entrevistas y en las campañas, así que su rostro no era una sorpresa, pero parecía que su mente no se esperaba verla en persona. Y no estaba reaccionando de una forma normal.

¿Será por qué estaba al frente de una persona que es superior a ella en todo sentido? ¿O era por que aquella mujer, que parece un ángel, era la que debía arriesgar su vida. Cuándo debería estar en una caja de cristal?

—Buenas noches, señora presidenta. Me presento, soy Caden Jefferson, el jefe del servicio secreto, responsable de su seguridad y privacidad tanto dentro de la casa como su exterior –interrumpió la voz profunda de su jefe, rompiendo cualquier tensión que se había creado antes las miradas de ella y la presidenta. Apartó sus ojos nuevamente, concentrándose en el mueble que había detrás de la mujer. Necesitaba mantener su mente enfocada en otra presencia en la habitación que la hermosa mujer de al frente—. A mi lado, se encuentra la agente Aitana Mendez, mi mano derecha y segunda al mando.

The Hidden TruthWhere stories live. Discover now