Capítulo 9

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Estacionó su camioneta al frente de la calle y miró a través de sus lentes el establecimiento. Leyó el letrero que se encontraba apagado, demostrando que estaba cerrado y apretó su mandíbula bajando la cabeza sintiendo el enojo en su cuerpo.

Sí tan solo...

Negó rápidamente, obligándose a detener ese pensamiento. No iba a volver a caer en los “y sí”. Finn no estaba y no podía hacer nada, solamente vengar su muerte y aceptar la realidad de que ya no tendría a su amado con él. Su mejor amigo, su persona favorita.

Ya no existía y todo por su culpa, si tan solo hubiera salido minutos antes, tal vez estaría vivo. Lo hubiera salvado.

Inhaló profundamente para calmar sus emociones y bajó de su auto y cruzó la calle para dirigirse al bar. Miró su alrededor disimuladamente, analizando el perímetro a ver si nadie lo habría seguido y entró a la tienda Sunshine Black, sin dudar ni esperar algún segundo más.

Adentro, frunció el ceño al sentir demasiado silencio. Billy no era de los que le gustaba la tranquilidad y mayormente sonaba la radio mientras él limpiaba y hacía la estadística de ventas. Dio pasos lentos, agudizando sus sentidos y camino buscando a su amigo. Se asomó detrás de la barra para inspeccionar si había alguien, pero nada. Solamente suciedad y polvo. Frunció el ceño sospechoso y preocupado, sabiendo de inmediato que algo estaba mal, llevó su mano detrás de su cintura y desenfundó su arma.

Caminando entre las mesas para ir al pasillo de fondo que se encontraba la oficina de Billy y los baños, para revisar si todo estaba bien y porque la presencia de su amigo no se sentía. Sin poder evitarlo se detuvo de golpe al dirigir sus ojos a una mesa especial. Se quedó allí un momento sintiendo como su corazón se apretó, ya había derramado muchas lágrimas por la muerte de Finn pero jamás iban a tener un final, cuando su corazón seguía sangrando por él y pidiendo a gritos por tenerlo a su lado.

Aún la conversación que tuvieron aparecía como fantasma en su mente, jugando con su dolor y cordura, dejando una herida como una navaja pasándose por su yugular, saliendo gritos de desesperación y enojo por su deceso. Sus ojos fueron a la pared y tragó grueso el nudo que se había formado, la foto seguía allí, plasmada como un museo. Brillando y dándole vida a esa esquina a donde confesaron sus amores, entre licores y risas.

Entre colores y vida.

Apartó la mirada destrozado y volvió a concentrarse en el objetivo del porqué estaba allí. Estaba porque Finn le había dicho que Billy le tenía algo y si eso era la respuesta del porque se lo arrebataron de su lado, iba hacer todo lo posible para saberlo y honrar su muerte.

Dejó allí su corazón llorando en esa esquina cuando reaccionó y nuevamente se colocó en posición moviéndose al pasillo a dónde se dirigía anteriormente. Concentrándose en su misión y colocando su mente en control. Alzó su arma apuntando a las puertas que se encontraban y abrió cada una para ver qué se podía encontrar dentro.

Las dos primeras en las que entró, fueron los baños. Revisó cada metro cuadrado, apuntando en cada esquina y los cubículos, pero no consiguió nada. Después siguió con la bodega y está vez duro un poco en hacer su barrido de localización de alguien. Todo estaba en orden, no había nada fuera de su sitio o algún producto de manera sospechosa. Salió nuevamente con cuidado sin alarmar su presencia para cualquier persona que estuviera acechando, pero cuando salió, escuchó un ruido, colocando rápidamente su cuerpo a la defensiva y miró la oficina de Billy.

Se acercó lentamente a la puerta y la analizó. Miró el cartel que decía “No pasar” y notó como estaba entreabierta, así que entendió de inmediato que esa regla ya no valía completamente. Moviendo con su pie aquel trozo de madera para abrirla más, entró deslizándose adentro ágilmente sin estar atento a cualquier ataque.

The Hidden TruthWhere stories live. Discover now